4 octubre,2017 10:48 am

San Juan Teocalcingo, más cerca de Morelos, afectada por el sismo, sin atención del gobierno de Guerrero

San Juan Teocalzingo, Guerrero. A dos semanas del sismo ocurrido el 19 de septiembre, de 7.1 grados, con epicentro en Axochiapan, Morelos, los gobiernos federal y estatal solamente han visibilizado los daños y a los damnificados de las cabeceras municipales a donde, además, han centrado el apoyo, se quejaron habitantes de la población de San Juan Teocalzingo, municipio de Atenango del Río.

Esta es una de las comunidades más alejadas de la cabecera municipal y se encuentra más cerca de Jojutla, Morelos, en donde hubo más daños por su cercanía con el lugar del epicentro. Para llegar a Jojutla se hace menos de una hora, mientras que a la cabecera municipal de Atenango más de dos y tienen que pagar la caseta de Paso Morelos de la Autopista del Sol.

Aquí, a pesar de que hubo daños totales en unas 16 viviendas y parciales a otras 40, solamente han recibido despensas del Ayuntamiento, y desconocen si serán apoyados para la reconstrucción de sus casas.

El comisario municipal, Zósimo Tacache Gaspar, demandó a los gobiernos estatal y federal que volteen a ver a esta comunidad y que ayuden a las familias damnificadas.

Dijo que personal de Protección Civil fue a realizar el censo de las casas dañadas, pero ya ninguna autoridad ha regresado, aunque dijo que sabe que el gobernador Héctor Astudillo Flores ha ido varias veces a la cabecera municipal de Atenango del Río y a Huitzuco, pero los damnificados de su comunidad no han sido invitados a esas reuniones.

Rafaela Delgado García es una de las damnificadas. El día del sismo había ido de compras con su esposo a Jojutla, Morelos. Allá andaba cuando comenzó a temblar, frente a ella varias casas se vinieron abajo.

Contó que dejaron las compras y se regresaron a San Juan Teocalzingo, porque una de sus hijas estaba en el kínder y a la otra menor la dejaron encargada en la casa de sus suegros, cuando la niña los vio llegar, entre sollozos le dijo: “mama, casa cayó, tumbó vaca”. Su hija le dio la noticia así, le dijo que su casa se cayó porque “la tumbó la vaca”.

En la casa de doña Rafela se cayó la habitación donde duermen y la cocina. Una semana después del sismo, acudió personal de Protección Civil a diagnosticarla y le dijeron que ya era inhabitable, que sacaran todas sus cosas y que ya no volvieran a ocuparla porque era peligroso. Sin embargo, declaró que no le dijeron si le van a ayudar para reconstruirla y que ya nadie ha regresado.

En esta comunidad, la última de Guerrero que colinda con el estado de Morelos (sólo divide un río cuyas aguas desembocan en el Balsas), el día del sismo “fue un caos” describió el comisario. “Los cerros se desgajaron y parecía que se venían abajo”. Una enorme piedra se despendió de la punta del cerro ubicado al oriente y rodó unos 3 kilómetros hasta caer a la barranca, “es una piedra enorme, igual de grande que una casa”, narró un habitante.

Las madres salieron en estampida de sus casas rumbo a al jardín de niños, a la primera y a la telesecundaria por sus hijos, “pensamos que los cerros se nos venían encima”, dijo otra mujer con su hijo en brazos. “Gracias a Dios no pasó nada, sólo el susto y muchas casas dañadas”, dice.

El comisario Tacache Gaspar contó que él iba llegando a su casa y que apenas se había quitado su ropa de campo para almorzar y descansar, cuando empezó el movimiento, “nunca había sentido un temblor tan fuerte”, expresó.

Añadió que esa tarde tuvo que dar tres vueltas al pueblo para revisar los daños. Al final contabilizó 16 casas inhabitables y 40 con daños parciales.

Al día siguiente emprendió el viaje a la capital para notificar al gobernador Héctor Astudillo Flores. Admitió que tuvo suerte porque pudo hablar con él y que instruyó al director de Protección Civil, Marco César Mayares, para que acudiera personal de la dependencia a realizar el diagnóstico al día siguiente, “pero él (Mayares) me dijo que no, que su personal tenía mucho trabajo y que vendría cuando se desahogara”, añadió que acudió una semana después.

Al norte de la población, otra piedra del tamaño de un Volkswagen Sedán se desprendió del cerro y pasó sobre el baño de don Gabriel Mora, en el interior estaba su hijo, un adulto discapacitado físicamente, quien no pudo moverse. La piedra destruyó la mitad del baño de tabicón, pero el hijo de don Gabriel corrió con suerte de no morir aplastado, sólo dos tabicones le pegaron en el pecho, actualmente ya se recupera del golpe.

En esta comunidad también resultó dañada totalmente la iglesia de San Juan Bautista, construida en 1944 de adobe y piedra, sin embargo los daños no fueron diagnosticados porque el personal de Protección Civil le dijo al comisario que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se compromete a reconstruir los inmuebles considerados como históricos y que estos deben de tener más de 100 años.

Los habitantes de San Juan Teocalzingo, desde hace un año, comenzaron a construir una nueva iglesia con el apoyo de los migrantes radicados en Estados Unidos, sin embargo a éstos “se les acabó el dinero y dejaron de enviar apoyo y ahora no sabemos cómo vamos a terminar nuestra iglesia”, dijo Claudio Gaspar, el encargado de la obra.

Demandó que si el gobierno no los puede apoyar para la reconstrucción de la antigua iglesia, que cuando menos les ayude a terminar la nueva a la que le falta el techo y la herrería. Añadió que el problema es que no tienen a quién pedirle porque a estas comunidades alejadas no van los presidentes municipales, menos el gobernador y cuando los habitantes van a buscarlos “no los encontramos o no nos reciben”.

Otra de las casas con daños totales es la de don Pablo Ángel Flores, a quien una barda pegada a un paredón se le vino abajo con todo y tierra y aplastó la habitación donde duermen y parte de la cocina.

La casa de don Pablo también fue diagnosticada, pero igual que la mayoría de los damnificados de Teocalzingo ya no fueron visitados por nadie y no saben si se encuentran en la relación de los que serán apoyados con la reconstrucción por los gobiernos federal y estatal.

El comisario de San Juan Teocalzingo, Tacache Gaspar, expuso: “Yo quisiera que nos tomaran en cuenta por ser la comunidad más alejada de la cabecera municipal, lo que necesitamos es que cuando menos nos diga de qué manera se va a apoyar a las familias afectadas”.

Dijo que la mayoría de las familias necesitan del apoyo gubernamental porque son familias “necesitadas” e insistió que a dos semanas del sismo ve que olvidan a esta comunidad y que las autoridades solamente están viendo y apoyando los daños en las cabeceras municipales en donde también les están llevando la ayuda.

“Aquí solamente Protección Civil ha venido y nadie más, pero ellos no nos dijeron cuáles van a ser los requisitos, el procedimiento o la forma de trabajar para que les llegue la ayuda a los damnificados”.

Mientras tanto, el profesor de la primaria Ignacio Manuel Altamirano, Pedro Gabriel Vásquez Benítez, informó que las instalaciones de su escuela también resultaron dañadas, pero que como nadie fue a realizar un diagnóstico los maestros decidieron seguir dando clases en las mismas instalaciones.

Dijo que en algunos salones hay cuarteaduras visibles y pidió que alguna autoridad vaya a realizar el diagnóstico para que determine si pueden o no seguir utilizando las instalaciones.

Nota de Zacarías Cervantes/ Foto de Lenin Ocampo Torres.