26 septiembre,2017 8:53 am

¡Híjole! Mantener viva la esperanza

Abelardo Martín M.

Religioso o no, lo último que cualquier persona mantiene a lo largo de su vida es la esperanza de que el pasado y el presente sean mejores en el futuro, ya sea por un acto de la Providencia o porque el destino cambia los signos del infortunio o los malos momentos. El país y el estado de Guerrero han vivido muchos malos momentos en los últimos tiempos. Sus gobernantes carecen de reconocimiento y de la confianza de la gente y solamente sus grupos de incondicionales o sus pandillas de cómplices, en algunos casos, siguen creyendo en ellos y que “todo va bien”.

En la realidad ciudadana los asuntos públicos lejos de mejorar empeoran, tanto que la percepción popular califica, sin distinción, como “incapaces y corruptos” a prácticamente todos los funcionarios públicos. Es sorprendente que ni en las propias familias se mantenga el respeto por la autoridad gubernamental; de ese tamaño han sido sus equivocaciones, sus abusos en los últimos tiempos.

Ser funcionario o empleado gubernamental es difícil en estos tiempos. Existe un denominador común: muy pero muy pocos de quienes trabajan en las oficinas públicas se sienten orgullosos o satisfechos, bien porque sus comentarios y opiniones no son escuchados, o también porque se les obliga a convertirse en cómplices de ineficacia y corrupción. Este fenómeno se agudiza en momentos como los que vive Guerrero, Morelos, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y la CDMX, especialmente, las entidades que sufrieron más daños por los temblores ocurridos en los últimos días, y también por la presencia del huracán Max y las difíciles condiciones meteorológicas que ha vivido el país.

“El gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, informó que hay un registro aproximado de 6 mil casas afectadas por el sismo del martes y que los daños ascienden a mil millones de pesos” y precisó que por las inundaciones a casas y cultivos por el huracán Max “los daños aumentaron a 350 millones de pesos, cuando antes había ubicado ese monto entre los 200 y los 250 millones de pesos”, publicó El Sur en su edición de ayer. “Ahí, pues qué les podemos decir, en qué número vamos, híjole, yo creo que iremos en este momento, yo creo que ya en unas aproximadamente, en más de 6 mil casas de acuerdo al informe que tenemos de la Montaña, hubo 6 mil casas, por supuesto también escuelas y una gran cantidad de iglesias, si ustedes me preguntaran a cuanto creo que asciende el paso del sismo por Guerrero, yo les diría sencillamente a más de mil millones de pesos hasta ahorita”…  En Taxco reiteró que es donde mayor afectación se registró por el sismo del martes pasado, en la colonia Ruffo Figueroa, que de ser considerada a sin riesgo pasó a ser una zona de alto riesgo”, se lee en la misma nota.

El grave mal de los servidores públicos está vinculado a su insaciable ambición de reconocimiento, dinero y poder. La mayoría solamente piensa en función de procesos electorales y candidaturas y, muy poco o sólo por excepción, en el genuino bienestar de la población, mucho menos en las clases más desamparadas o en las comunidades más alejadas, ambas condenadas al abandono y la marginación.

Al país le faltaban recursos para enfrentar rezagos, pobreza y servicios públicos cada vez de menor calidad, especialmente salud y educación. Hoy esa insuficiencia se agravó por los fenómenos meteorológicos que azotaron a distintos estados de la República. Unos más, otros menos, algunos con más recursos, otros con menos. Guerrero es de los más marginados y de los que menos tienen. Con el huracán Max y con los dos temblores que afectaron algunas ciudades y poblaciones del estado, hoy tiene menos.

Sin embargo, la esperanza de la población sigue viva. Desafortunadamente no en el gobierno del estado, sino en los milagros sobrenaturales atribuidos a Dios, para superar las urgencias y las graves carencias. El fin de semana Acapulco tuvo menos del 30 por ciento de ocupación. Hay quienes podrían ver el vaso medio lleno, pero la realidad es que para los sufridos empresarios y para quienes padecen el desempleo y la poca actividad económica estos datos son otra voz de alerta.

No obstante, los funcionarios gubernamentales intentan tapar el sol con un dedo y hacer creer a los ciudadanos que subsiste la capacidad para enfrentar los problemas que se agravaron. ¿Con qué recursos se rehabilitarán escuelas y hospitales dañados por los temporales meteorológicos o por los sismos?

El secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural (Sagadegro), Juan José Castro Justo, informó que hay un listado de productores afectados, tanto de los asegurados como de los que no tienen seguro.

Sin embargo, afirmó que “está garantizado el pago a  279 productores con superficie de 550 hectáreas, lo que representa una amortización de 412 mil pesos para comunidades como Altos de Ventura y Estero Verde. Los pagos se harán el jueves o viernes. Reconoció que en la zona y de acuerdo con el censo hay 20 productores de calabazas que tampoco tenían seguro, pero se buscaría incluirlos. En el caso de la laguna, expuso que se entregarán en coordinación con el municipio notificaciones a pescadores para iniciar proyectos productivos. Detalló que a las seis cooperativas se entregarán 22 mil pesos a cada una”, informó este periódico.

¡Ojalá cumpla!

El escepticismo impera en quienes ya no creen en las promesas, de tantas veces que han sido engañados.

Así el catálogo de necesidades creció por un sismo y un huracán. Ya el pueblo sabía que su gobierno está rebasado, era incapaz de atender el momento que le ha tocado con una problemática agravada por la corrupción, la irresponsabilidad y la tontería. Hoy es más grave aún.

Por eso resaltan los esfuerzos de coordinación y organización de la llamada sociedad civil para atender las secuelas de los temblores y los huracanes. Sobrevive la esperanza y ojalá este despertar tenga largo aliento y culmine con mejores condiciones de vida para quienes viven hoy la tragedia, la desazón y el miedo a que la naturaleza continúe sus manifestaciones interpretadas por muchos como de furia o de enojo.

Pero también que ojalá se geste el milagro de que algunos líderes o funcionarios de gobierno dejen de ver y perseguir sus intereses o sus ambiciones y se dediquen única y exclusivamente a trabajar por el pueblo. Pero esto casi nadie lo cree, aunque no debe perderse la esperanza.