4 diciembre,2017 6:42 am

Historia del Ayuntamiento XV

Víctor Cardona Galindo.

 

Andrea Radilla Martínez en su libro Poderes, saberes y sabores. Una historia de resistencia de los cafeticultores Atoyac, 1940-1974, estudia la vida cotidiana en los mejores tiempos del café y nos comenta que entre 1940 y 1955 en los meses de abril y mayo los medianos y pequeños productores sobrevivían con el dinero que les quedaba de sus cosechas, se dedicaban sobre todo a dos actividades, a pilar café y a recoger el grano que se había caído al cortarlo, eran las mujeres y los niños quienes se ocupaban de ello, mientras los hombres deshierbaban las matas de café.

Muchos se dedicaban en ese tiempo a otras cosas, a la sembrar maíz, frijol, jitomate, chile, arroz y maimillo. Los que radicaban en Atoyac y lugares cercanos sembraban ajonjolí y algodón, eran ganaderos en pequeño y vendedores ambulantes. Luego se dedicaban a limpiar sus huertas, los chaponadores eran los mismos productores o contrataban peones de las comunidades cercanas. Se contrataba “aquellos que sabían manejar el machete costeño porque había resistencia a contratar peones del Centro del estado o de la Montaña por no saber manejarlo pues ellos usan el machete en forma de oz”.

Las primeras auroras de la década de los 50 encontraron a los atoyaquenses en la prosperidad, el café subía como espuma y se comenzaba a explotar la madera de la sierra y las empresas madereras prometían construir escuelas, carreteras y centros de salud.

Se explotaba al norte de la ciudad, cerca de donde está la presa derivadora “Juan Álvarez”, una mina llamada “Los Tres Brazos” cuyos vestigios fueron borrados por el tiempo. De un gran túnel que barrenaba el cerro se extraía tungsteno, un mineral que se usaba para hacer los filamentos de las lámparas.

En unos de los costados del Zócalo estaba el restaurante Germano propiedad de Manuel Radilla Mauleón, el favorito de la época, en una de sus paredes colgaba, todavía, un cuadro de Porfirio Díaz. Frente a ese cuadro comió Juan de la Cabada un día que estuvo aquí para dar una conferencia, con los años el escritor campechano contaría que estar frente a ese cuadro lo sacaba de quicio.

Andrea Radilla nos dice que los cortadores de café de la Montaña, principalmente de Chilapa y de la región Centro del estado comenzaron a llegar en 1950, se movilizaban familias completas para participar en la recolección del grano, venían hombres, mujeres y niños. Antes de este fenómeno eran las propias familias cafetaleras las que se encargaban del corte, “había intercambio de tiempo de trabajo entre familias, dos o más familias acordaban en qué orden cortarían las huertas de cada una de ellas, cada quien garantizaba su propia alimentación y cada día regresaban a sus domicilios”.

El mejor cortador se cortaba nueve latas. En ayuda de las familias cafetaleras también subían cortadores de las comunidades del bajo como El Ticuí, Boca de Arroyo, El Humo, Los Arenales y Bajos del Ejido, pero al crecer la producción de copra en sus ejidos ya no subieron a la sierra porque se convirtieron en tumbadores y sacadores de coco, una actividad muy rentable.

Concepción Eugenio, Chon Nario, recuerda que para 1950 era común ver a los hombres mayores con gorras vascas, era una moda usar ese tipo de prenda, era sinónimo de respeto. En esas fecha se organizaban suntuosos bailes de disfraces, la gente acudía a pasear en las refresquerías del Zócalo, la quema del mal humor en los carnavales causaba mucha sensación y los cómputos de las reinas era de mucha excitación para el pueblo de Atoyac, todos se involucraban.

Pero para esos años las compañías madereras ya penetraban con mucha crudeza en nuestra selva virgen. En 1950 la revista Voz enumeraba algunas de las empresas existentes que explotaban los bosques de Guerrero entre las que estaban Compañía Maderera de Guerrero, Industria Forestal Cacho de Oro, Aserradero La Providencia y Anexas, Compañía del ingeniero José López Huesca, Compañía Reginaldo Sánchez, Compañía Industrializadora y explotadora de Madera, Fiscal Sommer y Arturo Argüello. A nuestra ciudad llegaba Agustín Miller con sus proyectos de extracción de madera y la construcción de una fábrica de papel.

El presidente de la República, Miguel Alemán Valdez arribó a esta ciudad el 15 de marzo de 1950, estuvo un breve momento en el Palacio Municipal donde fue recibido por el alcalde Benito Fierro Fierro, era el segundo presidente de la República que venía por estos lares, hizo un recorrido por toda la Costa Grande, en el camino fue abordado por algunos oradores, entre ellos los líderes del Partido Comunistas, Florencio Encarnación Ursua y Miguel Arroche Parra quienes disertaron elocuentes discursos en Coyuca de Benítez y Tecpan de Galeana donde denunciaron el cacicazgo, el control de la bota militar y a los agiotistas acaparadores de copra y café.

El investigador José Carmen Tapia Gómez en su libro Economía y Movimiento Cafetalero. Del Inmecafé a la Autogestión en la Sierra de Atoyac de Álvarez (1970-1984) habla del desplazamiento definitivo de una vieja burguesía terrateniente costeña y serrana que vino a ser sustituida por una burguesía agrocomercial, precisamente ese proceso se concretó a principios de los cincuentas.

Tapia Gómez caracteriza a esa burguesía comercial de Atoyac, “los comerciantes de insumos y maquinaria que vendían implementos para la producción agrícola como fertilizantes, insecticidas, herbicidas, alimentos balanceados, carretillas, palas machetes y todo tipo de enseres o medios de trabajo. A su lado están los comerciantes no agrícolas, donde se ubican prestamistas y usureros. El grupo lo han constituido comerciantes cuyo negocio es la venta de artículos manufacturados o industriales de consumo doméstico (abarroteros, comerciantes de ropa, muebles, etc.)” Estos comerciantes tenían una red en las comunidades que les permitía colocar sus productos y a sus vez participar en la cadena que controlaba la producción y acaparaba la cosecha de café.

Atoyac cambia, los grandes corredores comienzan a verse amenazados, hay que abrirle paso a los vehículos, hay que asegurar las cosechas, hacen falta bodegas, prácticamente este año los ricos comenzaron a destruir la ciudad, a cambiar la arquitectura vernácula por verdaderas cajas de zapatos, el 27 abril de 1950, el comerciante José Navarrete Nogueda inauguró su edificio comercial La Competidora que fue el primer edificio construido con dos pisos en esta ciudad.

La Segunda Guerra Mundial benefició mucho a la Costa Grande, pero al terminarse se agudizó la crisis, el conflicto entre los copreros frente a los acaparadores hizo crisis cuando al bajo precio que pagaban el Estado gravó un impuesto al kilo de copra y a la palmera en producción. La lucha campesina tomó un giro importante y se organizó una rebeldía para no pagar el impuesto y al darse cuenta de la fuerza que tenían diseñaron un proyecto para deshacerse de los intermediarios y tener control sobre el proceso de producción. En ese contexto surgió la Unión Regional de Productores de Copra en 1951.

Juan Pano Ríos tomó posesión como presidente municipal el primero de enero de 1951 y como síndico quedó José Navarrete, pero este último por sus ocupaciones dejó su representación al regidor Benjamín Piza Armenta.

Wilfrido Fierro dice que a principios de este año llegaron a esta ciudad Roberto Guadarrama y Amadeo Castro Serafín quienes fueron los primeros industriales fabricantes de paletas de hielo y helados. El primero se instaló en enero en la casa de las hermanas Jiménez en la avenida Emiliano Carranza sur número 12, promoviendo la marca “Nieto”,  el segundo llegó en febrero y se instaló en la misma avenida en la casa número 9.

Cada vez más padres se convencían que tenían que mandar a sus hijos a la escuela, pero además había el modo, muchos eran los que alcanzaban a ser arropados con la cosecha de café y del coco en los nueve ejidos copreros que tiene Atoyac, para abastecer esa demanda de educación en 1949 comenzó a funcionar la Escuela Rural Federal, primero lo hizo en casas particulares, entre ellas la de Micaela Ríos, fungiendo como directora la profesora Zoila Díaz quien fue sustituida por la profesora Genara Reséndiz de Serafín a partir del año 1950, ella trasladó el plantel a su casa, en la calle Álvaro Obregón número 46, y como aumentó el número de alumnos fue insuficiente el local, entonces se vio obligada a impartir las clases en el patio de aquel improvisado plantel, bajo la sombra de los árboles frutales, entre ellos un viejo caimito. Es muy digno mencionar que la profesora Reséndiz puso mucho interés para ver totalmente terminada la escuela, según los datos que aporta Wilfrido Fierro.

Hasta ese centro educativo llegó en septiembre de 1950 el campesino Rosendo Radilla Pacheco a inscribir a Romana, su hija mayor, eso sería fundamental para el futuro de la escuela porque desde ese momento quien ahora es el atoyaquense más conocido en el mundo se dedicaría por entero a mejorar las condiciones del plantel donde estudiarían sus hijos.

La escuela Modesto Alarcón se construyó en los terrenos que la señora Matilde Casís, viuda de Elías, donó en 1951 al gobierno municipal que presidía Juan Pano Ríos, quien a su vez lo entregó a la sociedad de padres de familia presidida por el señor Andrés Gutiérrez el día 10 de febrero del mismo año. En una ceremonia recibieron el terreno la directora Genara Reséndiz y el vicepresidente de la sociedad de padres de familia, Jesús Hernández Pino, por ausencia del presidente. En ese momento y por medio de votación se integró el Comité Pro-Construcción de la Escuela Rural Federal a la que se agregó el nombre del insigne maestro Modesto Alarcón. En la directiva quedaron como presidente, Rosendo Radilla Pacheco; vicepresidente, Ángel Jacinto; secretario, Manuel Barrientos Gudiño; tesorero, Jesús Ma Serna Vargas; vocales, Felicitas Silva, Gregorio Alcantar y Emeteria Barrientos viuda de Reyes quienes avocaron a su cometido a partir de esta fecha.

¿Pero quién fue Modesto Alarcón? Modesto Alarcón fue uno de los directores más ilustres que haya tenido la escuela primaria Juan Álvarez. De acuerdo a los datos proporcionados por José Hernández Meza, Modesto Alarcón llegó a esta ciudad en 1913, era originario de Xochipala, Guerrero. Además de profesor ejercía como pastor evangélico presbiteriano. Fue director de la Escuela Real de niños de 1918 a 1925. Por eso en su honor la escuela que fundó la profesora Genara Reséndiz de Serafín lleva su nombre, escuela primaria Modesto Alarcón, donde después fueron profesores Lucio Cabañas Barrientos y Serafín Núñez Ramos.

Según el testimonio de Cipriano Catillo Noriega, Modesto Alarcón era un señor chaparro, gordito, tenía dientes postizos y usaba lentes, daba clases en la Escuela Real, vivía en la casa que ahora es de los hijos de Leobardo Martínez. Era muy pulcro para vestir, siempre andaba con zapatos negros. El maestro Modesto Alarcón también fue fundador de una escuela secundaria en 1930.

Don Simón Hipólito recuerda que solamente dos escuelas particulares de mucho prestigio había en Atoyac. En una impartía clases el maestro Modesto Alarcón. Su escuela se ubicaba por la calle Juan Álvarez, frente a la casa de Felipe Valencia. La otra estaba en la calle Nicolás Bravo, ya casi para desembocar a la calle Juan Álvarez. Allí impartía clases el maestro Rafael Flores.

Modesto Alarcón fue parte del Comité de Defensa Rural Proletaria en 1937, año en que falleció en 13 de septiembre. Sus restos mortales están sepultados en el panteón de este lugar.

Rosa Santiago Galindo, Rosita, conoció al profesor Modesto Alarcón ya de edad avanzada, así lo recuerda “bigotudito, gordo y grande como calentano. Era güero nada más que aquí la gente se pone morena. Vivía en la casa que ahora es propiedad de los Martínez Ramírez, eran de él las dos casas que tiene esa familia, en una vivía y la otra la utilizaba como escuela”. Los hermanos mayores de Rosita estudiaron con Modesto Alarcón, tenía una escuela particular que por la mañana era primaria y en la tarde impartía clases de oratoria y escritura. Formaba a sus alumnos como políticos y escritores.

El primero de abril de 1951 tomó posesión como gobernador Alejandro Gómez Maganda, el patronato proconstrucción de la nueva escuela fue a buscarlo hasta Chilpancingo para exponerle el problema y como resultado obtuvieron la promesa de apoyo económico y de personal técnico y todo lo necesario para construir el edificio, que por cierto hace apenas unos días fue demolido.