25 octubre,2017 7:46 am

Macri consolida su poder en Argentina 

Gaspard Estrada*

El pasado domingo, los argentinos fueron a las urnas para elegir a la mitad de sus diputados y al tercio de sus senadores. Para el presidente de ese país, Mauricio Macri, estas elecciones de medio mandato constituían una prueba de resistencia para sus orientaciones políticas y económicas. A pesar de que el jefe del ejecutivo continúa teniendo una envidiable tasa de aprobación, por encima del 50% (frente al poco más de 20% para el presidente Enrique Peña Nieto), la economía argentina no ha tenido los resultados esperados por el gobierno. La inflación sigue estando por arriba del 15% anual. Después de tener una contracción en 2016, el producto interno bruto debe tener un crecimiento del 2% este año. Sin embargo, a pesar de los grandes recortes presupuestales a una buena cantidad de servicios públicos, como el agua y la electricidad, y de la liberalización del cambio de la moneda, las inversiones extranjeras no han llegado al ritmo esperado por los economistas del presidente Macri. Por el contrario, en buena parte, los capitales que han llegado del exterior han sido especulativos, aprovechando el alto rendimiento de los bonos de deuda del gobierno. Durante los años en los cuales Néstor y Cristina Kirchner gobernaron Argentina, este país se fue cerrando progresivamente a la inversión internacional. A raíz de la llegada a la Casa Rosada de Macri, la emisión de bonos de deuda ha crecido fuertemente, principalmente con el objetivo de financiar el gasto público, y no la inversión productiva, lo que ha generado críticas en la prensa.

Durante la campaña legislativa, la ex presidenta Cristina Kirchner aprovechó este argumento para atacar a su contrincante, sin tener el éxito esperado. En efecto, después de la elección de Mauricio Macri como presidente de la República, los cuadros del Movimiento Peronista (miembros del Partido Justicialista, creado por el general Juan Domingo Perón en los años 1940) se han dividido, lo que ha permitido al gobierno, a pesar de ser minoría en el Congreso, obtener la aprobación de sus reformas y votar el presupuesto anualmente. Para buena parte de los miembros de este partido, Cristina Kirchner cometió un grave error en 2014, cuando nombró a Daniel Scioli, en ese entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, como el candidato oficialista a la presidencia, en vez de Mauricio Randazzo, en ese entonces ministro del Interior. Durante la campaña presidencial, una parte de los peronistas no apoyó la candidatura de Scioli, lo que consituyó un factor fundamental en la derrota, por menos de dos puntos, de Scioli ante Macri.

Hoy en día, a la luz de los resultados del pasado domingo, todo apunta a que la división del peronismo va a continuar. Este hecho político tiende a favorecer a Macri y a su gobierno, que si bien se volvió la primera fuerza política representada en el Congreso, no dispone de la mayoría de los votos. Es decir, tendrá que negociar con los peronistas disidentes, pero con una correlación de fuerzas más favorable a sus intereses. Para Cristina Kirchner, el resultado del domingo es ambivalente: por un lado, su elección como senadora por Buenos Aires le permitirá tener una tribuna mucho más confortable para ejercer su papel de lideresa de la oposición al macrismo. Pero por otro lado, el hecho de no haber ganado su escaño en primer lugar (obtuvo el puesto de la primera minoría) no va a ayudarla a afianzar su liderazgo ante una militancia peronista dividida, de tal manera que algunos analistas consideran que este resultado electoral es el mejor al que podía aspirar Mauricio Macri en la perspectiva de la elección presidencial de 2019. Entre más se divida el peronismo, más posibilidades tendrá Macri de ser reelegido como presidente de Argentina. Sin cambios de fondo en el Partido Justicialista, será difícil que esta tendencia se modifique.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada