13 junio,2024 5:59 am

Acapulco cinematográfico II. Tarzán y las sirenas

 

Anituy Rebolledo Ayerdi

1948

Gran conmoción provoca en 1948 el anuncio de que aquí se filmará la película Tarzán y las sirenas, con la que Johnny Weissmuller se despide del personaje selvático. Entusiasma a chicos y grandes la noticia de que la cinta requerirá un centenar de extras, con salarios pagados con “ojos de gringa”, como se llamaba entonces al dólar estadunidense (4 pesotes con 85 centavos) Se formarán por ello larguísimas las colas en el hotel Las Hamacas, sede de las contrataciones.
–Lo siento, ya tenemos a Chita –advertía un majadero chilango ante la presencia de algunas jóvenes acapulqueñas.
Se pedían damas morenas, guapas y bien formadas, pues aparecerían con ropas ligeras. Los caballeros debían ser jóvenes morenos, musculados y de pelo ensortijado, para representar a habitantes de una aldea en el corazón de Africa. Por cierto, cuando la cinta se estrene, algunos públicos comentarán regocijados la ausencia de negros en ella.

La trama

Los acantilados de La Quebrada estarán acordes con la espectacularidad de la trama, en tanto que El Morro simulará ser el refugio del dios Balú, al que adicionarán un puente colgante de madera. La fotografía será del mexicano multipremiado Gabriel Figueroa.
Acapulco , según la trama, será una de tantas islas africanas llamada Aquatania, cuyos habitantes, los Aquátidas, rinden culto al dios Balú, quien acostumbra tomar para sí a las más bellas aquátidas. El argumento de la cinta versa precisamente sobre el rapto de la hermosa Mara (Linda Christian) por un traficantes de perlas disfrazado de Balú, salvada, por supuesto, por el Hombre Mono.
Los actores centrales del drama son Weismuller y Brenda Joyce (Jane) acompañados por Linda Christian (Mara), Andrea Palma (Luana, madre de Mara), John Laurence (Benji), Gustavo Rojo (Tiko), Fernando Wagner (Varga), Eduard Ashley (Comisionado). Fueron sirenas de Aquatania las jovencísimas Silvia Derbez, Ana Luisa Peluffo, Magda Guzmán y Lilia Prado, en el camino al estrellato.

Acapulqueñas

Alguna extras acapulqueñas fueron Alicia y Leonor del Río, Lambertina Abarca, Ramona García Guillén y Nancy Chavelas.

El estreno

El “todo Acapulco” abarrota el Cine Río durante las funciones de estreno de la cinta, a mediados de 1948. Serán ruidosas las manifestaciones de júbilo del público cuando se distinga en la pantalla algún conocido, aunque sea sólo perfilado. Otros tantos saldrán echando pestes culpando a quien sabe quién por haberlos cortado.

Johnny Weissmuller

Johnny Weissmuller conoce Acapulco en los años cuarenta, siendo seducido por la naturaleza salvaje del entorno y la hospitalidad de sus habitantes. A partir de entonces lo tendrá como su lugar de veraneo preferido, convirtiéndose en promotor indiscutible de este destino en la Meca del Cine, al que volverá mucho más tarde para morir en él.
Weissmuller, inmigrante rumano con residencia en Chicago, ingresa a Hollywood por la vía del deporte. Posee la reputación de ser el mejor nadador estilo libre del mundo y sus trofeos así lo acreditan: 5 medallas olímpicas de oro y una de bronce, 52 campeonatos estadunidenses y 62 récords mundiales. La Metro Goldwin Meyer le tiende la alfombra roja urgida de estrenar a su quinto Tarzán, personaje creado en 1916 por el escritor Edgar Rice Burroughs. Se trata de un mocetón de 27 años, 1.91 metros de estatura y complexión atlética, cuya aceptación es inmediata al saber que sus parlamentos serán mínimos: “Yo Tarzán, tú Jane, ella Chita”.

Linda Christian

La hermosa tamaulipeca Blanca Rosa Henrietta Stella Welter Vorhaur labora como intérprete (domina siete idiomas) en el hotel La Marina (ubicado en la plaza Álvarez). Un huésped de largas temporadas, el actor Errol Flynn, se hace amigo de ella y la convence de viajar a Hollywood donde logra el estrellato con el nombre de Linda Christian. Aquí la conoce Tirone Power y se casa con él, procreando dos mujercitas: Romina y Tarina Power. Su hermana, Ariadne Welter, fue actriz del cine nacional. Durante su estancia aquí, Rita fue invitada por el rico empresario Carl Restrom a su hotel Villa Vera, quien la sorprende dando su nombre a la Villa 212 de la famosa hospedería.

Lupe Vélez

Durante el estreno jolibudense de la primera película de Johnny Weismuller –Tarzán, el hombre mono (1932)–, el deportista-actor conoce a la actriz mexicana Lupe Vélez y los flechazos son mutuos. Tan certeros que, apenas concluya el rodaje, la pareja estará disfrutando de su luna de miel aquí mismo. En Caleta, donde deslumbra a su hermosa mujer nadando en tiempo récord de ida y vuelta a la isla La Roqueta, el tritón visualiza el escenario de una futura película suya. La hará realidad en 1948 –Tarzán y las sirenas– y en ella lanzará su último grito de guerra selvático.
Para escándalo de los periodistas acostumbrados a hurgar bajo las sábanas de los famoso, la pareja Weissmuller-Vélez festeja seis años de casados. “Es demasiado tiempo para un matrimonio jolibudense”, reprochan aquellos al tiempo de revivir los escándalos de la dama de San Luis Potosí. La acusan, por ejemplo, propinar golpizas despiadadas a su gigantón marido y que incluso ha llegado a sacarle el “mole”. Él, por supuesto, jamás ha osado levantarle la mano. La columnista Louella Persons, cuya lengua viperina tiene hoy tantas imitadoras mexicanas, revelará incluso un intento de homicidio en Acapulco. Según la celebre y temida periodista, una Vélez alcoholizada habría empujado a Tarzán de los riscos de La Quebrada, sin consecuencias mayores, dada la habilidad del atleta, but of course.
Ya divorciada de Weissmuller, Lupe Vélez viaja a México para filmar La sandunga, con Arturo de Córdova, con quien, para variar, se engancha. Ella luce el hermoso traje de tehuana y canta la shunca, tonada tradicional de la región. Conocida indistintamente como la Dinamita mexicana o la Chica chile picante, la hermosa Lupe se involucra en Los Ángeles con un actor austriaco menor que ella. Este rechaza la idea de divorciarse para asumir la paternidad del hijo que espera la mujer de 36 años. Adelantada, ha invitado a cenar a un grupo de íntimos para darles la noticia de su nuevo matrimonio. Luego de los brindis, Lupe sube a su recámara para polvearse la nariz. La tardanza obliga al grupo a buscarla, La encuentran sin vida, rodeada su cama con flores y cirios. Sobredosis de Seconal, dictamina el médico.

Jim de la selva

Johnny Weissmuller personificará a Tarzán en seis películas para la MGM, acompañado por Maureen O’ Sullivan como Jane y otras seis para la RKO, de Howard Huhges, acompañado por Brenda Joyce. Johnny Sheffield será Boy en unas cuantas cintas, en cambio el chimpancé Chita figurará en todas. El total de películas del Hombre mono fueron 12, con ganancias de 2 millones de dólares para el protagonista. Además, el juicio unánime de haber sido el mejor de una treintena de tarzanes. De la selva, se entiende.
Cuando los pectorales aflojen, el vientre se abulte y las rodillas truenen, el hijo de húngaros bajará de las lianas para transformarse en Jim de la selva, en realidad un Tarzán vestido de explorador. Hará 13 películas de tal personaje para la Columbia, además de una serie para televisión repetida hasta el cansancio.

Hotel Flamingos

Johnny Weissmuller será el primero en apuntarse en el proyecto presentado por John Wayne para adquirir el hotel acapulqueño Flamingos y hacerlo el hogar de un grupo de actrices y actores de Hollywood. Hasta entonces estos se hospedaban en el hotel Mirasol, en la calle Boca Chica, o en la quinta Dos Gaviotas, del señor Miller. Se trataba de tener hospedaje en Acapulco cuando a cada uno de ellos se les ocurriera viajar al puerto y no estar sujeto a la disponibilidad de cuartos marcada por las temporadas.
La compraventa se consuma por una cantidad no revelada y en ella participan Elizabeth Taylor, Lana Turner, Esther Williams, Fred MacMurray, Red Skelton Tirone Power, Orson Welles, Richard Widmarck, Erroll Flynn y por supuesto Wayne y Weissmuller. Se llaman a sí mismos La Pandilla de Hollywood.

El retorno de Tarzán

Alejado del cine, Weissmuller se dedica en Chicago al negocio de las piscinas y presta su nombre para otras empresas, pero en ninguna de ellas tiene suerte. Se retira en 1965 a Fort Lauderdale, Florida, donde funda el Salón de la Fama de la Natación Internacional, en la que él destaca. Laborando en la siguiente década como jefe de relaciones pública del MGM Gran Hotel de Las Vegas, se rompe la cadera y entonces se le diagnostican males cardiacos. Pide viajar a Acapulco, pero su familia no lo atiende, quizás por falta de dinero o por los problemas del ex Tarzán con el alcohol. Será hasta después de dos derrames cerebrales, entre 1976 y 1978, cuando el ídolo vuelva a este puerto para fijar aquí su residencia Vienen con él Gertrudis María Theresia Bauman, su compañera de más de 20 años, y su hijo Johnny. Ocupan la Casa Rosada del Flamingos.
Johnny Weissmuller, considerado el mejor y más querido Tarzán de todos los tiempos, muere de un enfisema pulmonar el 20 de enero de 1984 y fue sepultado en el panteón Valle de la Luz, junto a un solitario arbolito. No han faltado en todos estos años vigilantes nocturnos del cementerio que juren escuchar el grito característico de Tarzán, llamando a los habitantes de la jungla.
–¡Por esta! –nos asegura unos de aquellos– aunque también pudo ser el viento, aclaró.