22 enero,2018 7:52 am

Rechaza Deltoro modas en la poesía; “no podemos ir con la corriente del mercado”

Ciudad de México, 22 de enero de 2018. La poesía debe oponerse al tiempo dominante, signado por la celeridad, y procurar un canto desprovisto de prisas, considera el poeta Antonio Deltoro.

“En el siglo XIX quizá a los poetas les convenía cantar un ritmo rápido, porque era el ritmo del futuro, pero nosotros ya sabemos dónde nos lleva la prisa: tenemos que oponer otro tiempo al que domina la época. Tiene que ser lento, porque la poesía es, también, un arte de la resistencia. No podemos ir con la corriente de la época, del mercado, de la política”, insta el autor de Tres poemas y medio y Rumiantes y fieras, novedades de Taller Ditoria y Era, respectivamente.

La lentitud es más propicia que la rapidez para la atención: “uno tiene en cuenta –ejemplifica–, el trecho que hay entre un pie y otro al andar; si uno corre, de pronto puede no darse cuenta qué está pisando, y pisamos muchas vidas. Simplemente con el hecho de caminar, de depositar el pie sobre el suelo, estamos matando mucho”, destaca en entrevista el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1996 por Balanza de sombras y Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2013, por Los árboles que poblarán el Ártico.

La lentitud que postula Deltoro es aliada de la reflexión, de la palabra meditada, cordial, atenta, y trasciende los versos para convertirse en postura de vida, una que incluso puede ejercerse en el metrobús, donde los codazos imperan.

“Entrar en él implica dar codazos, y un poeta tendría que meditarlo mucho. ¿Qué significa? El codo puede servir para apoyarnos en la mesa y estudiar, o para eliminar al prójimo”.

Su obra es resultado de la escritura reposada, dispuesta a demorarse meses, hasta encontrar el adjetivo adecuado, pero cree, junto con Antonio Machado –uno de los faros que alumbran su escritura– que hay errores que no deben corregirse.

“Hay que corregir los errores que son verdaderamente errores. Si uno por corregir demasiado se traiciona –a uno, o al poema– está muy mal. De pronto, si uno tiene una naturaleza barroca, ir hacia la simplicidad puede ser traicionarse, y a la inversa. No es una corrección en el sentido de un embellecimiento, sino una corrección hacia lo profundo, hacia lo auténtico, hacia la verdad poética: eso es lo que predico y lo que intento”.

Con estudios de física y economía, Deltoro escribe poesía desde su infancia, pero creía un lujo dedicarse a ella, hasta que se impuso su vocación primigenia.

“Me interesó mucho la física en cuanto a lo que tenía de poesía; incluso ahora soy un poeta físico, en el sentido de que me fijo mucho en la física y sus leyes”.

A la economía, en cambio, lo condujo su ímpetu de transformación social.

“Era 1968, y pensaba que había que transformar a México, que había que estudiar la estructura económica para poder hacer la revolución”, evoca.

Pero si algo transforma, descubrió luego, es la poesía, capaz también de salvar.

“La poesía nos hace fijarnos en cosas que la economía no; la economía nos lleva, la poesía nos salva. Conozco a muchos lectores de poesía que pueden estar en una mala situación económica, y estar alegres porque de pronto pueden, en el exterior, ver la poesía o, en un poema, comunicarse con ella. Yo puedo amanecer, ver un árbol, y ponerme contento. Puedo leer un poema de Eugenio Montejo sobre un pájaro, y darme cuenta de lo extraordinario que es un pájaro, y de lo extraordinario que es ser hombre. Mientras, los magnates no se sacian de ganar dinero”.

Un poema puede salvarnos, añade, como un sueño, una conversación o una relación amorosa.

“No nos salva definitivamente, porque nada nos salva de la muerte, pero sí nos salva de creernos de segunda en un mundo en el que todos somos de primera, por el hecho de estar vivos”.

Texto: Yanireth Israde Gonzalez / Agencia Reforma/ Agencia Reforma.