2 octubre,2018 7:48 am

1968-2018

Eduardo Pérez Haro
¡2 de octubre no se olvida!
Cincuenta años nos separan de la tragedia del crimen de Estado contra los estudiantes reunidos y asesinados en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, de la represión artera del Ejército mexicano contra la población inerme, de la orden presidencial y la siniestra patraña del secretario de Gobernación quien en mérito por la sucesión se apresta y se involucra en la ejecución de la acción contraria al interés nacional y al derecho constitucional de manifestación.
Y, sin embargo, desde entonces se erige una posibilidad y una práctica que se abre paso a contracorriente: el derecho a disentir. Se puso al descubierto la distancia que los regímenes priistas habían tomado de quienes articularon el cuestionamiento al dictador Porfirio Díaz y alcanzaban a emprender el desarrollo capitalista de México bajo postulados de justicia social cuyos pilares se reconocían en los artículos, 3°, 27 y 123 de la Carta Magna. Se puso al descubierto la incapacidad en que había desembocado el partido institucional y su felonía. En adelante la crítica del poder y la disidencia, se prefiguran y se corren, desde distintas causas y con diferentes acentos, por los territorios de todo el país. Aquí radica la herencia más valiosa del movimiento estudiantil popular de 1968. La crítica del poder antipopular y antidemocrático.
Cincuenta años nos separan del esfuerzo posrevolucionario por el desarrollo, y desde entonces pareciera marcarse el límite de lo que los regímenes priístas alcanzarían bajo el influjo de la gesta de principios de siglo. La transformación del México rural al México urbano que se apuntaló en el periodo cardenista y que desdobló con significativa expresión hasta López Mateos, se resquebrajó en todos los órdenes de la vida nacional durante el periodo de Díaz Ordaz. En adelante serían actos fallidos y disonantes del PRI-gobierno ante su incapacidad de renovarse en adecuación a los tiempos que habrían de cimbrar al mundo y del que México no podría escapar.
Para 1971, se perfila la crisis mundial de los precios del petróleo, Richard Nixon separa al dólar del obligado respaldo del oro en un ardid político para reponer su fuerza de prevalencia mundial puesta en entredicho, surge el primer procesador Intel como embrión de la era informática-computacional en que habría de descansar la globalización y el movimiento estudiantil de México regresa a las calles para ser nuevamente reprimido en las proximidades de la Escuela Normal Superior. Los Halcones suplían al Batallón Olimpia. El gobierno se aferraba en el poder a cualquier precio, los estudiantes le tomábamos la palabra con franca discrepancia asumiendo la reivindicación de la democracia en contraposición del autoritarismo represivo y volveríamos la mirada a los trabajadores, campesinos y colonos en lucha.
Para entonces, el ex secretario de Gobernación del 68 fungía como presidente de la República. Se abría una década de ruptura, de desgarramiento de las relaciones entre el Estado-gobierno y los distintos sectores sociales. México se convertía en importador de alimentos, las divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias quedaban en la rémora del milagro mexicano, el desarrollo industrial veía frenadas las posibilidades de maduración y ante el vuelco de las condiciones, el desarrollo se colgaría de la deuda que vendría a ser estimulada por los altos precios del petróleo y el descubrimiento de importantes yacimientos. El poder y el modelo agrietados se endurecían sin posibilidades de refrendarse bajo la continuidad del modelo que, a pesar de sus perfidias, les había granjeado grandes reconocimientos a los regímenes priístas de las tres décadas comprendidas entre 1935 y 1965.
A mediados de los 60, el Estado-gobierno se retraía de los acuerdos de ayuda y tutelaje de los sectores de trabajadores que habían sido subordinados al esquema corporativo en que se sustentaba el poder instituido desde el término de la Revolución de 1910-1917 especialmente afianzado a partir del régimen de Plutarco Elías Calles. En los años 70, la economía crecía con la artificiosidad del dinero prestado y ante la debacle de los precios del petróleo se debilitaba para entrar en crisis abierta y declarada en 1982. Emerge una nueva oleada de los movimientos sociales con particular presencia de los sindicatos SUTIN, SITUAM, SUTCOLMEX, SUTCENIA, etc. (a la par de la emergencia de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación), pero habrían de ser nuevamente reprimidos.
En los 80 se continuaban los tiempos de contradicción abierta, momentos de lucha y dificultades en la base de la estructura productiva y las finanzas públicas. El Estado-gobierno abandona el nacionalismo revolucionario y se sube al proceso de globalización colocando al comercio exterior como punto de apalancamiento para remontar la crisis de la deuda iniciando la apertura comercial en el marco del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), asume los costos de su incapacidad para mantener el corporativismo y sale al paso de la disidencia recurrente de las sociedades de base, el movimiento estudiantil se reanima en 1986 alcanzando la constitución del Consejo Estudiantil Universitario vs el Consejo Universitario y frena la tentativa del cobro de cuotas y la criba de acceso a la Universidad que configuraban la primera intentona privatizante propia del neoliberalismo.
Para 1988, la sociedad nacional se vuelca en cuestionamiento del partido hegemónico PRI y lleva a Cuauhtémoc Cárdenas a un virtual triunfo electoral por la Presidencia de la República el cual es escamoteado por una maniobra de las autoridades responsables del conteo de los votos. En los 90 se habrá de desplegar el cambio de modelo desde la plataforma del Tratado de Libre Comercio con el que se multiplica el comercio de exportación y se dobla el nivel de crecimiento económico para alcanzar un promedio de 2.1%, no obstante, surge el EZLN dando cuenta de los saldos pendientes. El PRI se revuelca en sus lodos y asesinan a su candidato a la presidencia, y a su secretario general. Y sin embargo, el PRI gana las elecciones con Ernesto Zedillo como alterno al extinto Luis Donaldo Colosio.
Los movimientos sociales se mantienen a raya en una combinación de mecanismos mediáticos, políticos y de represión, incluso, de manipulación legal en lo que claramente se da el fenómeno de desvío de poder del que habla el Tribunal Internacional de los Pueblos. Con excepción de las actividades ligadas al sector externo, y algunos segmentos de actividad auspiciados para el abasto interno como el de la cadena maíz-tortilla, el resto de la economía queda a su suerte sufriendo una erosión y desfasamiento de los circuitos más dinámicos de la producción y comercio configurando el extenso México de precarismo y pobreza. Para el año 2000, el PRI termina por perder la Presidencia y es relevado por el partido de la derecha, el PAN.
En el escenario de bajo crecimiento y polarización de la estructura económica se ensancha la desigualdad y el crimen organizado se expande ante la ingobernabilidad derivada de la falta de representatividad de los regímenes panistas con los que finalmente no se halla el pueblo. El PRI regresa con Enrique Peña Nieto, que arriba tras el cuestionamiento del movimiento estudiantil #132 y se instala con la expectativa de negociar carretadas de inversión extranjera con el patrimonio de los hidrocarburos alineando todas las variables en esa canasta, pero, poco tiempo después, los precios se desploman a la par de sus ínfulas, dislates y desplantes. Tras la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la corrupción en todos los niveles del gobierno y la generalización de la inseguridad y la violencia, se hace un corte del último medio siglo.
Cincuenta años de especulaciones económicas fallidas, manipulación política y represión en todas sus formas. Separación progresiva y quiebre con las demandas sociales. Ningún presidente desde 1968 ha podido volver a la Universidad. Los estudiantes se reconocen en una realidad no resuelta, inquietos, expectantes y dispuestos vuelven a salir a la calle. El gobierno por entrar tiene la palabra.
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