28 octubre,2020 5:41 am

21 causas para el 21*

Arturo Martínez Núñez

(Segunda y última parte)

 

Capítulo 1

Guerrero tiene una inmensa capacidad para convertirse en una potencia a nivel nacional, en una entidad clave para el desarrollo nacional. Guerrero tiene todo: sierras donde se producen grandes recursos forestales y acuícolas; nuestras montañas son grandes generadoras de lo que seguramente será en unos años la materia prima más preciada, que es el agua. Guerrero es un gran generador de oxígeno. Guerrero es una de las entidades con mayores yacimientos minerales comprobados. Guerrero tiene 500 kilómetros de litoral en el océano Pacífico, casi todos ellos aptos para el turismo; tiene dos aeropuertos internacionales, Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, que lo pueden conectar con el mundo entero. Tiene dos autopistas, que unen la costa con el altiplano en un promedio de cuatro horas, dándonos acceso a un mercado potencial de unos 60 millones de personas. Guerrero debe de ser el centro turístico del Bajío, del Valle de México, de Puebla, y de Morelos; Guerrero tiene importantes valles para la producción rentable de productos agrícolas. Tiene ganadería de primer nivel. Tiene un gran potencial no utilizado en el litoral marítimo que debe de aprovecharse para la pesca industrial. Guerrero es el primer productor de coco, de mango, de Jamaica, el cuarto de café, y el primero en amapola, cuya producción, industrialización y comercialización debe ser despenalizada y aprovechada plenamente con fines médicos y farmacéuticos. Guerrero tiene en su cultura la mayor reserva de valores y la mayor riqueza intelectual. En el habitus llamado Guerrero, cohabitan los cuatro pueblos originarios mixtecos (tuu´n savi), amuzgos (ñomndaa), tlapanecos (me´phaa) y nahuas (náhuatl), los mestizos, producto de la mezcla entre nuestros pueblos con la raíz europea, con la raíz afro, y con la raíz asiática, poco reconocida y valorada, y los extranjeros que decidieron hacer de Guerrero su hogar.

Guerrero es mágico y es infinito, Guerrero es un estado lleno de tradiciones de cultura y de rituales que hace de nuestra entidad una de las potencias culturales más importantes del país.

Guerrero, nació como entidad federativa, gracias al acuerdo entre adversarios políticos, que tenían diferencias en lo nacional, pero que no dudaron en ponerse de acuerdo para impulsar la erección en 1849 de nuestro estado. El nacimiento de Guerrero es producto del acuerdo entre los Bravo y los Álvarez, entre los conservadores y los liberales. Somos hijos de un acuerdo entre adversarios. Somos el mejor ejemplo de que cuando los adversarios hacen a un lado sus diferencias y logran identificar y reconocer sus coincidencias, somos capaces de todo. En Guerrero, se mantuvo vivo desde el principio y hasta su consumación el movimiento de independencia que ya había sido derrotado, humillado y prácticamente exterminado en el resto de lo que hoy es México.

En Guerrero, Morelos logró formar en cuestión de días un ejército de combatientes que sin ninguna experiencia militar y ninguna instrucción de este tipo, asediaron y sitiaron el fuerte de San Diego, y posteriormente realizaron algunos de los episodios más importantes de la guerra por la independencia de México. Y este ejército si bien era encabezado por don José María Morelos y Pavón, la mayoría de los lugartenientes y combatientes eran de origen guerrerense, eran de origen costeño. A la muerte de Hidalgo, Morelos se convierte en el líder de la insurgencia, en Guerrero, en Chilpancingo, reúne al congreso de Anáhuac y tras una intensa discusión proclama el 13 de septiembre de 1813, los Sentimientos de la Nación, documento fundacional de lo que después sería México.

En Guerrero se consumó la independencia nacional, gracias al acuerdo una vez más entre adversarios, cuyas posiciones no solo eran lejanas, sino que eran antagónicas. Agustín de Iturbide, general realista, había sido enviado a Guerrero con la misión de erradicar de una buena vez y para siempre, al último foco de rebeldía que permanecía activo y que era comandado por don Vicente Guerrero Saldaña, un afrodescendiente al que debemos entre muchas otras cosas el nombre de nuestra entidad. En nuestra tierra se logró primero un acercamiento y luego un acuerdo, tras un largo intercambio epistolar entre Iturbide y Guerrero que se consumó en el Abrazo de Acatempan y que posteriormente se ratificó en el Pacto de las Tres Garantías que dio origen al ejército trigarante, a la Bandera Nacional, con su verde, blanco y rojo, y a la declaración de independencia de la América septentrional, rubricada en la ciudad de Iguala. En el año 2021, habremos de conmemorar el bicentenario de la consumación, de la verdadera materialización de nuestra independencia y del nacimiento de México como nación soberana.

El mejor homenaje que podemos hacer a las mujeres y hombres que por más 200 años dieron su vida, su tiempo, su patrimonio y su libertad, para lograr convertir a México en una patria libre, justa, democrática y con bienestar, es eligiendo a un gobierno democrático, popular, que sepa desde el día uno, cual es la hoja de ruta, y que nos permita sentar las bases para que en un lapso de no más de 30 años, dos generaciones, Guerrero sea un mejor lugar para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.

Podemos lograrlo y lo vamos a lograr. Podemos materializarlo, porque las condiciones que tenemos hoy, son mucho más fáciles que las que tuvo Vicente Guerrero escondido en las montañas de la Tierra Caliente y del Alto Balsas, son mejores que las que tuvieron los hermanos Galeana, que sin apenas instrucción militar, asediaron a la fortaleza más importante de la Nueva España en el océano Pacífico, que era el fuerte de San Diego. Podemos lograrlo, así como Juan Álvarez logró, junto con una generación de titanes en la que participaron Benito Juárez, Melchor Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada, Ignacio Comonfort y tantos y tantos otros gigantes, desde Ayutla y desde La Providencia en la sierra de Guerrero, poner en jaque al gobierno del dictador Santa Anna y lograr la Constitución de 1857, liberal, federalista, y que terminó de tajo con el debate acerca del tipo de país que queríamos. Juan Álvarez, el hombre fuerte de Guerrero, el caudillo de la revolución de Ayutla, lejos de perpetuarse en el poder, y una vez promulgada la nueva constitución, decide retirarse a su hacienda de La Providencia y dar paso a la generación que le sucedía para que fueran ellos, los jóvenes instruidos los que llevaran las riendas de este país y pudieran reformarlo como lo hicieron bajo el liderazgo de don Benito Juárez García. A Juan Álvarez no lo movía ni el dinero, ni el poder. No le gustaba la vida cortesana de la metrópoli. Don Juan Álvarez fue duramente atacado por la prensa conservadora, llamándole negro, pantera, mono, salvaje y otros epítetos que nunca hicieron mella en su tremenda fortaleza que tenía su origen y estaba bien enraizada como una gran parota de la Costa Grande. Juan Álvarez, quizás el más grande guerrerense que haya habido, fue el único personaje de nuestra historia que vivió y fue protagonista en todos los episodios relevantes del siglo XIX, desde la lucha por la independencia hasta la Guerra de intervención contras los franceses. Juan Álvarez un hombre nacido en lo que hoy es el municipio de Benito Juárez, en la Costa Grande, llegó a amasar una importante fortuna, gracias a su tenacidad y a su trabajo, estuvo más de 20 años alejado de la vida pública y regresó a esta solamente tras el llamado de la patria para expulsar al tirano Santa Anna que creía que el país era suyo, y mantenía a México como el país de un solo hombre. Álvarez, pudo haber decidido mantener el estado de las cosas, el confort y la riqueza que había ganado con el producto de su trabajo y sin embargo volvió a acudir al llamado de su patria para instaurar un gobierno liberal, democrático y un Estado laico, moderno, y en donde lo que mandara fueran las leyes y no los caprichos, ni las veleidades de una persona.

Juan Álvarez es mi inspiración y espero que sea la de muchas y muchos guerrerenses, que deben de hacer a un lado el interés personal y las aspiraciones personales por legítimas que estas sean, para poner por delante un proyecto de estado en donde quepan todas y todos, y en donde todas y todos seamos protagonistas del cambio verdadero.

 

* Las dos partes de este artículo forman el primer capítulo del libro del autor que circulará a partir de la próxima semana.