7 abril,2021 5:18 am

La 1ª Gran Transformación. La consumación de la Independencia de México hoy, hace 200 años (1821-2021)

Julio Moguel

(Séptima parte)

 

I. ¿Quién era Vicente Guerrero? 

Estamos en el punto, en el artículo anterior, en el que Vicente Guerrero es nombrado General en Jefe de las tropas del Sur, el 12 de marzo de 1818. Este marco de antecedentes se convierte en necesario para encontrar algunas claves de “quién era quién” en la fase en la que, en 1821, se consumó la Independencia. Y seguiremos aportando elementos que den cuenta de lo que el mencionado patriota hizo para reanimar el proceso independentista desde posiciones de dolor y de repliegue, en un proceso que, sabemos, culminó con la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México en 27 de septiembre de aquél 1821, y permitió que al día siguiente fuera promulgada la Carta de Independencia.

Pero retomaremos la historia en torno a Vicente Guerrero desde mucho más atrás de aquél 12 de marzo de 1818, para hacer un rastreo más preciso en torno a sus capacidades guerreras y méritos acumulados, elementos que permitirán una mejor comprensión de los sucesos que estamos relatando y que van del 24 de febrero al 27-28 de septiembre de 1821, hace 200 años.

II, Vicente Guerrero en la toma de Tixtla: mayo de 2011

Originario de Tixtla, hoy del estado de Guerrero, Vicente Guerrero se integró muy pronto al Regimiento de los Guadalupe, comandado por Galeana. En 1811, a sus 29 de años de edad, y con grado de capitán, se convierte en un elemento decisivo para el triunfo de Morelos en su ciudad natal, el 27 de mayo, jugando por lo menos dos papeles decisivos: a) Es –junto con Leonardo Bravo– quien ofrece a Morelos la información necesaria para iniciar la toma de la plaza, en un nivel de detalles que, por conocimiento del terreno y de los enemigos realistas que dominaban el sitio, permitieron uno de los ataques más rápidos y contundentes por parte del movimiento insurgente; b) Guerrero dirigió personalmente parte del ataque, distinguiéndose por su bravura y su capacidad para, conocedor de los habitantes del pueblo, realizar una especie de operación quirúrgica en la que “los buenos pobladores” sufrieran el menor daño posible en la batalla.

Ignacio Manuel Altamirano, en su extraordinario texto “Morelos en Tixtla”, relata el siguiente y muy significativo diálogo entre Morelos y Guerrero.

Dijo Morelos:

“¡Qué hermosa es la tierra de usted, Guerrero, por donde quiera sembrados, arroyos, colinas verdes y montañas magníficas! ¡Lástima que la población sea tan chaqueta!”

A lo que respondió, sin que le faltara el aliento, el capitán Vicente Guerrero:

“Sí señor, es una lástima de veras, pero si logramos convertirla, sacaremos de ella buenos soldados”.

Morelos dirigió a Guerrero un gesto de simpatía, limitándose a decirle a su interlocutor, sin ninguna malicia, que ello tendría “que verse”.

La respuesta de Guerrero a Morelos, sutil, es muy significativa con respecto al concepto que el joven capitán tenía de la guerra. Había en el tono y en el contenido de sus palabras una simple y llana convicción: en el alma de la gente de pueblo que por alguna circunstancia “había quedado” del lado del ejército realista, se anidaban gérmenes de rebelión que eran real o potencialmente independentistas.

El tiempo mostraría cuánta razón había en sus palabras.

III. Vicente Guerrero toma en sus manos el liderazgo de la lucha: 1818

 

Regreso pues al momento en el que Guerrero es nombrado General en Jefe de las tropas del Sur, el 12 de marzo de 1818. Y ya vimos que su primer esfuerzo para afirmarse como líder efectivo de la insurgencia, a partir de ese momento, fue el de construir un fuerte en el cerro de Santiago, al que bautizaron con el nombre de Barrabás.

No pasó mucho tiempo sin que el fincar sus incipientes fuerzas en dicha posición lo convirtiera en un blanco relativamente fácil para ser atacado el temible Armijo, quien el 1º de abril lo enfrentó en el campamento de San Gregorio. El relato que sobre este punto hace el historiador Julio Zárate es muy elocuente:

“Perdió Guerrero gran número de oficiales y soldados, viéndose forzado a abandonar sus posiciones, prosiguiendo sus correrías a través de riscos y selvas espesas, sin desmayar ante tantos peligros y dificultades. Armijo se detuvo algunos días en San Gregorio fusilando a todos los prisioneros independientes que cayeron en sus manos, y en seguida se movió con dirección a Zacatula para atacar a los oficiales de Guerrero que se habían hecho fuertes en aquella parte de la costa”.

En Zacatula resistían Galeana, Montesdeoca, Mongoy, Álvarez y otros, con menos de medio millar de efectivos, pero no tuvieron condiciones de resistir el ataque militar de los realistas comandados por Armijo. La solución entonces quedó claramente cantada por las propias circunstancias de la guerra: retirarse hacia el oriente –justo en la ruta que en 1811 había tomado Morelos cuando recibió el mandato de Hidalgo de “tomar el Sur”–, con el objetivo básico de reagrupar sus fuerzas con Guerrero y sus contingentes.

La geografía y la población que había sido la base del resguardo y la fuente más potente de la “conquista del Sur” lograda por el ejército encabezado por Morelos a partir de 1811 volvió a convertirse entonces en el espacio natural para el proceso de rearticulación de las fuerzas insurgentes, ahora, en 1818, encabezadas por Guerrero.

Operando desde ese terreno popular, indígena, negro, mestizo, con sus aguas, valles y montañas escabrosas que se convertían en verdaderos laberintos y en espacios propios para el andar de campesinos, jornaleros y arrieros, se volvía un verdadero martirio para la marcha de una milicia en gran parte urbana y “pagada” que era conducida desde mandos despóticos y verticales. Sobre esta línea continuaremos en la siguiente entrega.