24 mayo,2018 7:47 am

Philip Roth fue un escritor comprometido con su tiempo y su sociedad: Leonardo Padura

Texto: EFE / DPA/ Foto: Twitter
Madrid / Nueva York, 24 de mayo de 2018. El fallecimiento en Nueva York del escritor estadunidense Philip Roth tiñó ayer de luto la reunión del jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018, un galardón que recibió en 2012, según ha señalado al inicio de sus deliberaciones el autor cubano Leonardo Padura, a unas horas de anunciar al ganador de este año.
“Me siento un poco de luto, Roth es para mí un ejemplo de lo que puede ser un escritor comprometido con su tiempo y su sociedad” apuntó el novelista caribeño, Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2016, tras calificarlo como un “gran maestro como escritor y como persona”.
Dos noticias abrazan hoy la primera reunión del jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018. Y otra, la ausencia en el calendario internacional del Nobel de Literatura.
Ambas quedaron unidas en la voz de otro Premio de las Letras, Leonardo Padura, que se estrena aportando voz y voto a las deliberaciones que un día lo favorecieron a él.
A la amargura por la desaparición del autor de La conjura contra América’ Padura añadía la desesperanza porque “haya muerto sin lograr el Nobel, algo que pondera aún más el capricho que fue habérselo dado a Bod Dylan” en 2016.
Pero lo que para el escritor cubano, que tachó la no proclamación del mayor premio de las letras universales como un hecho de mucha “importancia”, es un mal suceso, para otros jurados, como el periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán, es ahora una oportunidad para encumbrar el Princesa de Asturias a la “gran noticia literaria del mundo”. Así lo advertía minutos antes de iniciar a puerta cerrada el debate –en el que participa el mexicano Juan Villoro– del que saldrá hoy el nuevo ganador o ganadora de entre los 35 candidatos que llegaron a la mesa.
Para todos la noticia de la muerte de Roth, como uno de los grandes narradores del siglo XX, en palabras de Rodríguez Lafuente, ha sido un varapalo que nadie esperaba y que quiebra la gran terna de autores estadunidenses, integrada por Don DeLillo y otro Príncipe de las Letras, Paul Auster (2006).
“La alegría pura y la seriedad mortal son mis mejores amigos”. Si uno mide la obra literaria de Philip Roth con esta frase, se da cuenta de que el escritor cuidó de estas profundas y largas amistades en sus libros. Roth engrosó su carrera de cinco décadas con numerosos títulos y se convirtió para muchos en el mejor autor estadunidense de nuestro tiempo. Murió el martes a los 85 años, de una insuficiencia cardiaca.
Publicó 27 novelas, a veces una por año, además de libros de divulgación, decenas de relatos cortos, ensayos y entrevistas. Nemesis, que salió a la luz en 2010 en Estados Unidos, fue su última obra, pero ya hacía tiempo que se le consideraba uno de los grandes: cuando el New York Times encuestó a sus lectores en 2006 sobre las mejores novelas estadunidenses de los últimos 25 años, seis títulos de Roth entraron en una lista de 29.
Por eso fue tal la conmoción cuando en 2012 anunció su retirada del oficio de escritor. “La lucha con la escritura ha terminado”, escribió en aquel momento en un trozo de papel amarillo que pegó en su computadora. “Cada mañana miro este papel, lo que me da mucha fuerza”, afirmaba posteriormente. Pese a su jubilación, sus fans no se podían quejar de no tener algo suyo que leer, dada su prolífica obra.
Con cada una de sus novelas, que parecían brotar del autor, precisaba más su voz, llenaba las páginas de sarcasmo, humor y melancolía. Aunque cambiara de temas, siempre era reconocible en sus páginas.
Entre las obras más vendidas y celebradas figuran la trilogía Pastoral americana, distinguida con el Pulitzer; Me casé con un comunista y La mancha humana, pero también El escritor fantasma, Zuckerman encadenado, que compila tres novelas y una novela corta del autor, así como La lección de anatomía, El teatro de Sabbath, Elegía, El lamento de Portnoy, El animal moribundo o La humillación.
Echando la vista atrás, queda patente que Roth fue uno de los mejores, si se tiene en cuenta la suma de sus sobresalientes obras. Varias de ellas fueron llevadas a la gran pantalla. La directora española Isabel Coixet rodó en 2008 Elegy, con Penélope Cruz y Ben Kingsley, basada en El animal moribundo.
La humillación fue llevada a la gran pantalla en 2014 por el director Barry Levinson en The Humbling, protagonizada por Al Pacino. Y el actor escocés Ewan Mcgregor debutó en la dirección adaptando Pastoral americana en la película homónima que también protagonizó en 2016.
“Roth es el mayor escritor de nuestra era”, escribió The Guardian ya en 2009, dejando de lado a grandes contemporáneos estadounidenses de Roth como Cormac McCarthy, John Updike y Don DeLillo.
El escritor, que recibió numerosos reconocimientos y premios y que para muchos era el eterno candidato al Nobel de Literatura, nació en 1933 en Newark, desde donde se ve Nueva York, al otro lado del río Hudson. Hijo de una familia humilde de inmigrantes judíos, creció en el barrio obrero de Weequahic. Muchos de sus libros están ambientados en el Newark de su juventud.
Cuando anunció que se retiraba dijo al New York Times: “Tengo 83 años y no tengo herederos”. De modo que donó en 2016 los alrededor de 4 mil libros que llenaban sus estanterías en su granja de Connecticut a la biblioteca de Newark.
Roth estuvo siempre al tanto de la actualidad política, también durante su jubilación. “Nadie que conozca pronosticó un Estados Unidos como en el que hoy estamos viviendo”, dijo recientemente en la entrevista que concedió por email al New York Times.
El presidente estadunidense, Donald Trump, era en su opinión “la catástrofe del siglo XXI, la catástrofe más humillante de Estados Unidos”, dijo. “(Es un) gran farsante, la desgraciada suma de todas sus insuficiencias, que no tiene más que la vacía ideología de un megalómano”.
El autor pasó su últimos meses disfrutando de la vida, consciente de la muerte acechaba. “Por el momento lo único que me sorprende es que al final del día sigo estando aquí. Me duermo sonriendo y me despierto sonriendo. Estoy contento de seguir con vida”, contó al New York Times en enero.