5 julio,2018 5:11 am

Nicaragua, de país de vigoroso a pueblo fantasma 

Los nicaragüenses se van a la cama muy temprano ante el temor de toparse con hombres armados y encapuchados que, a bordo de camionetas Hilux-Toyota, disparan a mansalva y sin que nadie los controle.

Texto: Xinhua / Foto: EFE
Managua, Nicaragua, 5 de julio de 2018. La ola de protestas que vive Nicaragua desde mediados de abril ha hecho que el país, otrora considerado uno de los más seguros de la región y del continente, esté sufriendo una rápida transformación, con protestas callejeras que han dejado en menos de tres meses varios cientos de muertos y miles de heridos.
Los nicaragüenses se van a la cama muy temprano ante el temor de toparse con hombres armados y encapuchados que, a bordo de camionetas Hilux-Toyota, disparan a mansalva y sin que nadie los controle. La muerte viaja en Hilux y, según el Banco Central de Nicaragua, la economía se va a pique.
La semana pasada, la institución redujo del 4.5 al 1 por ciento su previsión de crecimiento para este año debido a la crisis sociopolítica que vive el país.
Su presidente, Ovidio Reyes, explicó a la prensa que el país registra pérdidas superiores a los 430 millones de dólares por las protestas ciudadanas que arrancaron el pasado 19 de abril, luego de que se anunciara un paquete de reformas al sistema de pensiones que administra el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
“El sector turístico ha sido el más afectado, con una pérdida de 231 millones de dólares. Los ingresos por turismo estaban siendo proyectados en 924 millones de dólares, y bajarán a 693 millones”, estimó Reyes.
A finales del año pasado, el banco central estimó la tasa de crecimiento en el año en curso en un 4.9 por ciento, el mayor índice de crecimiento de la región centroamericana y una de la tasa más altas del continente.
“Como la situación se prolongó, esta afectación que tenemos es mayor. Por tanto el crecimiento del PIB lo estamos estimando en 1 por ciento; y un rango entre el 0.5 y el 1.5 por ciento de crecimiento”, puntualizó. Añadió que se espera la pérdida de 85 mil empleos, lo que haría pasar la tasa de desempleo del 3.7 por ciento de diciembre de 2017 a alrededor de un 6 por ciento en este año.
Según detalló Reyes, la inflación también va a sufrir el impacto de la crisis y será este año de entre el 6.5 y el 7 por ciento, frente al 5 por ciento del pasado.
En cuanto a la inversión extranjera, se espera una reducción de 238 millones de dólares, así como 440 millones de dólares de pérdidas en las exportaciones y de 465 millones de dólares en las importaciones.
Reyes estimó que, pese a todo, las remesas van a aumentar unos 48 millones de dólares y el país podría finalizar el 2018 con unos mil 530 millones de dólares en este ámbito.
La inestabilidad política y social de Nicaragua surgió el pasado 19 de abril luego de que el gobierno del presidente Daniel Ortega anunciara un paquete de reformas al sistema de pensiones que incrementaban en más de un 20 por ciento las contribuciones mensuales de los afiliados y reducía en un 5 por ciento el monto que perciben los jubilados.
El anuncio de las reformas, que fueron posteriormente revocadas, provocó protestas y manifestaciones que, tras ser reprimidas por la Policía, han dejado un saldo de más de 300 muertos y más de mil heridos, además de un número no precisado de desaparecidos y encarcelados.
El sector opositor, agrupado en la autollamada Alianza Cívica, e integrada por universitarios, campesinos, profesionales e intelectuales, entre otros sectores, ha confirmado que continuará buscando salidas pacíficas a la crisis a través de la mesa de diálogo nacional, en la que actúan como mediadores y testigos obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Pero también ha dicho que la principal demanda gira en torno a los procedimientos constitucionales que tendrían que observarse para la separación del poder presidencial de Ortega y el de su esposa, Rosario Murillo, vocera y vicepresidenta de Nicaragua.
Ortega no ha respondido hasta el momento a una carta de los mediadores del diálogo nacional, quienes le han dicho que adelantar las elecciones presidenciales podría ser una salida pacífica y negociada a la actual crisis.
Se especula con que la posibilidad de adelantar las elecciones para el primer trimestre de próximo año está en la mesa de conversaciones sostenidas por Ortega con senadores estadunidenses que han visitado recientemente el país.
Según informaciones de la prensa, el mandatario acepta adelantar las elecciones para finales de marzo del próximo año, pero manteniéndose en el poder en el período de transición, hecho que, aparentemente, no es aceptado por la oposición.