2 agosto,2018 4:39 am

Democracia y nuevo sistema de partidos en México

Marcial Rodríguez Saldaña
 
Los resultados electorales del pasado primero de julio están propiciado afortunadamente un debate teórico-académico que es muy positivo en el estudio de la nueva realidad política en nuestro país, en el contexto de la cuarta transformación de México que encabeza el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
1.- Uno de los temas se refiere a la organización y funcionamiento de los poderes federales –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– y a sus contrapesos, esto en razón de que hay quienes sostienen que los resultados electorales le dan al virtual presidente electo mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión y por lo tanto un poder político que anularía la separación de poderes. Es verdad que en las repúblicas opuestas a las monarquías se diseñó correctamente un sistema constitucional de separación-división de poderes desde Aristóteles hasta Montesquieu, de balances y contrapesos. En el caso mexicano postrevolucionario después de la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, se instauró un sistema de partido de Estado primero único y luego hegemónico que aniquiló la separación formal de poderes establecida en las constituciones federales de 1824, 1857 y 1917.
2.- Así evolucionó nuestro sistema político, con un partido de Estado PNR-PRM y PRI en donde el presidente de la República –titular del Poder Ejecutivo– designaba la inmensa mayoría de cargos de elección popular, lo cual le daba un control pleno del Congreso de la Unión, de los gobernadores de los Estados y nombraba a los ministros de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, lo cual le otorgaba un dominio hacia los poderes Legislativo y Judicial y anulaba la separación de poderes. En la elección federal de 1997, por primera vez el presidente de la República perdió el control de la mayoría en la Cámara de Diputados y a partir de ahí comenzó un incipiente sistema de contrapesos entre el Ejecutivo y el Legislativo, sin embargo la inmensa mayoría de reformas constitucionales y legales promovidas por los presidentes en turno del 2000 hasta el 2018, fueron aprobadas en el Congreso entre ellas la referida a las mal denominadas reformas estructurales que incluyó el Pacto por México.
3.- El problema fundamental de la configuración de los poderes Ejecutivo y Legislativo ha consistido en su falta de legitimidad, toda vez que en general las elecciones posrevolucionarias no fueron libres y autéenticas en razón de que eran elecciones de Estado y no había las mínimas garantías institucionales para la democracia, las cuales se fueron construyendo paulatinamente con la fuerza de la organización popular desde la apertura de la reforma política de 1977, pasando por la elección presidencial de 1988 hasta llegar al momento político en que nos encontramos en donde a pesar de muchos controles del poder público y de la injerencia de poderes fácticos, la movilización popular electoral del pasado primero de julio fue capaz de superar esas adversidades e instaurar un nuevo gobierno, un nuevo poder Legislativo federal, nuevos poderes legislativos locales que prefiguran un cambio de régimen político.
4.- Es verdad que Morena se ha constituido en el partido mayoritario en México por decisión libre de los ciudadanos. La diferencia con el régimen que está por concluir consiste en que el PRI era un partido de Estado que funcionaba y operaba esencialmente desde el poder público para ganar elecciones, en cambio Morena asume una mayoría política en el país desde la oposición, desde abajo, con una fuerte legitimidad que proviene directamente del electorado. Por ello se confunden quienes exponen que la nueva realidad política de nuestro país es un regreso al pasado, en razón de que el antiguo sistema político se fundaba en el control del poder público y de los procesos electorales, en cambio, el presente de Morena se ha construido con plena legitimidad y es natural que los nuevos legisladores federales compartan con el nuevo presidente AMLO la misma plataforma electoral que se convertirá en leyes que reflejen un nuevo proyecto de nación.
5.- La identidad de proyectos entre la mayoría de los legisladores federales y el próximo titular del poder Ejecutivo no anula la separación de poderes. Las iniciativas legislativas tendrán que debatirse con argumentos entre todos los integrantes del Poder Legislativo y a diferencia de las formas parlamentarias del pasado en donde había una imposición casi automática, un mayoriteo sin atender el debate razonado, ahora tendrá que practicarse en el Congreso un alto método argumentativo de todas las leyes, de tal forma que haya mucha claridad de qué normas se aprueban, cuál es el objetivo que se persigue con ellas y a quién benefician, si es a grupos pequeños de interés o a la mayoría de la población. En las democracias consolidadas, sean bajo regímenes parlamentarios o presidenciales, lo que cuenta en esencia es que los poderes públicos sean legítimos, que las elecciones auténticas y libres constituyan las mayorías independientemente de que éstas coincidan en los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo como en el caso de nuestro régimen presidencial. Los que hoy cuestionan la mayoría parlamentaria de Morena coincidente con el titular del poder Ejecutivo, han sido partidarios de los gobiernos de coalición que le aseguren al presidente de la República la gobernabilidad, es decir la aprobación de sus iniciativas de ley.
6.- En el devenir de nuestro sistema de partidos, el tránsito del partido de Estado y luego hegemónico, a partir de 1988 se configuró un sistema pluripartidista en general de dos partidos nacionales PRI y PAN y uno o dos seminacionales PRD y PVEM y algunos regionales MC, Panal, PT y PES. El sistema electoral de mayoría relativa preponderante con representación proporcional que tenemos hasta ahora favorece este multipartidismo. La nueva realidad política indica la existencia de un partido mayoritario –Morena– con aliados PT y PES –con presencia regional–, dos partidos seminacionales de oposición PAN y PRI y el PVEM que ya sin la fuerza del poder público del PAN ni del PRI de quienes ha sido aliado, se vislumbra como un partido que se acomodará al nuevo contexto político y partidos regionales como el PRD y MC que corren el riesgo de perder su registro en el 2021. La iniciativa de disminuir al cincuenta por ciento las prerrogativas de los partidos y el debate necesario sobre el sistema electoral de mayoría y de representación proporcional puede ser el inicio de la formación de un nuevo sistema de partidos políticos en México que consolide y arraigue la democracia.
 
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