5 junio,2019 4:26 pm

El Chilangos Lowbike Club de México pedalea contra los estigmas 

Pantalones sueltos, camisolas, cadenas plateadas, anillos gruesos en los dedos, bicicletas modificadas. Algunos con tatuajes hasta en la cabeza y la cara, como David Tavira, apodado El Pizarrón.
Ciudad de México, 5 de junio de 2019. Primero llegó Carlos Bermúdez en una bicicleta de 3,45 metros, con el manubrio hecho de cadenas. La apoyó en un árbol y ahí esperó a los otros miembros del Chilangos Lowbike Club de Ciudad de México. Al rato eran unos veinte.
Pantalones sueltos, camisolas, cadenas plateadas, anillos gruesos en los dedos, bicicletas modificadas. Algunos con tatuajes hasta en la cabeza y la cara, como David Tavira, apodado “El Pizarrón”.
La vestimenta recuerda el estilo de los “cholos”, jóvenes mexicanos de barrios de inmigrantes de Los Ángeles en la década de 1970 que buscaban reafirmar su identidad. Muchos viven en zonas con problemas de violencia. Aquí no quieren pleito.
“Algunos fueron de pandillas, pero ahora no quieren involucrarse en problemas, por eso vienen a rodar”, dijo a dpa Saúl Pérez Ramiro, un albañil de 30 años que armó su bicicleta pieza por pieza.
“Ya quieren dejar eso. Y viniendo aquí, en lugar de estar haciendo maldades, están representando una cultura. Acá es otra onda”, señaló.

Pizarrón es uno de los fundadores del Chilangos Lowbike Club de México. Tiene la mayor parte del cuerpo tatuada y sostiene en la foto una imagen suya con la cara todavía sin tatuar. El grupo usa bicicletas modificadas. Foto: Jair Cabrera Torres/dpa
Pizarrón es uno de los fundadores del Chilangos Lowbike Club de México. Tiene la mayor parte del cuerpo tatuada y sostiene en la foto una imagen suya con la cara todavía sin tatuar. El grupo usa bicicletas modificadas. Foto: Jair Cabrera Torres/dpa

En domingo la principal avenida de Ciudad de México se convierte en una pista para ciclistas y corredores. Los “lowriders” llaman la atención con sus bicis exóticas y posando con los dedos en lenguaje de señas, popular entre las pandillas centroamericanas.
Los une el placer de salir en sus bicicletas de manubrios anchos, asientos curvados, ruedas llenas de rayos y colores llamativos. El grupo se formó en 2014 y está integrado por unas 85 personas, también algunas esposas e hijos.
“Es un club como cualquier otro salvo por la apariencia”, dijo Juan Carlos Jasso, uno de los organizadores. “Acá hay personas trabajadoras, padres de familia, estudiantes”.
Se juntan el último domingo de mes en una esquina frente a la iglesia de San Hipólito, cerca de la estación del Metro Hidalgo, para iniciar la “rodada”.
“Somos como una familia”, dijo Héctor Hernández, de 30 años. “Hay ‘cuates’ que sí han sufrido, que están marcados, por eso los tatuajes, y que se unieron al club más que nada para dejar todo atrás, todo lo que han hecho”.
Fernando Brown, uno de los responsables del grupo, anota en un cuaderno nombre y teléfono de los participantes. Uno de ellos llega con su hijo de siete años montado en un triciclo adaptado.
“El fin de este grupo de ciclistas es quitar ese tabú de la gente, esa imagen que nos señala como ‘ahí van unos malvivientes, ahí van unos rateros, unos drogadictos’. Ya cuando conviven con nosotros, se dan cuenta de que no”, dijo.
Un joven con un tatuaje con la leyenda “Lowrider”, junto con los demás integrantes de los Chilangos Lowbike Club, toma un descanso después de transitar por varias horas por las calles de la Ciudad de México. Foto: Jair Cabrera Torres/dpa – ATENCIÓN: Sólo para uso editorial en relación con la cobertura actual de este tema y mencionando el crédito completo

Tienen reglas de asistencia y convivencia que se deben respetar para portar las insignias oficiales: una placa colgada al cuello y una camisola que dice “Chilangos” en letras amarillas en la espalda. Por la noche a veces se juntan a pasar el rato.
“Yo lo veo como un estilo de vida. Es algo que de verdad te desconecta de todo”, explicó Juan Carlos Martínez, de 21 años, que empezó a estudiar diseño industrial inspirado en las lowbikes.
La bicicleta de Ricardo, Robotín, Sánchez es cromada. El asiento tiene respaldo bajo y una llanta de refacción atrás, mientras que Uriel Solórzano anda en una azul de manubrio retorcido decorada con dados.
Solórzano, de 24 años, es abogado de profesión, pero en lugar de traje y corbata viste ahora pantalón de jeans con pechera y tirante caído. “Dicen que, de la moda, lo que te acomoda. La ropa no hace a las personas”, señaló.
“A muchos compañeros los puede ver uno de una forma que dice: ‘ay, me vas a robar’, pero realmente, si uno se pone a conversar, se lleva unas sorpresas… Algunos son licenciados, son maestros, chefs. Este es un proyecto precisamente para quitar esa imagen”.
Facebook de Chilangos Lowbike Club
Texto: Andrea Sosa Cabrios (DPA) / Foto: DPA