14 diciembre,2019 4:58 am

Historias imprescindibles para esta Navidad

AMERIZAJE

Ana Cecilia Terrazas

Historias del pasado que son presente. Relatos de mujeres es una lectura absolutamente fortificante en estos momentos, en el contexto actual.

Pocas obras como ésta nos catapultan así hacia la ilusión de emprender la escritura de nuestros propios recuerdos como acontece en sus 14 relatos, todos altamente disfrutables, excelsamente escritos e inmejorablemente narrados.

Es decir, muchos libros nos dejan legados magníficos. Éste nos invita y empuja con gran fuerza a la acción individual, colectiva y familiar de hacer comunidad mediante el recuerdo personal.

Historias del pasado que son presente… lanza a sus lectores inevitablemente a querer, lo antes posible, leer más historias, leerlas completas, concluirlas, reposarlas y buscar pronto, ganándole al olvido, los relatos familiares.

El texto es producto de un compromiso personal y gozoso que la historiadora Lucrecia Infante Vargas hizo con su madre, quien le hizo “valorar la importancia de no abandonar a quien ya no está sino, mediante el traslado de la memoria oral a la escrita, soportar esos recuerdos en algo menos efímero: la escritura”.

Las 13 autoras invitadas al proyecto hallaron mil otras rutas en el camino y una vida casi autónoma al escribir esas historias suyas, a su vez de sus antecesoras, siempre tan sabrosamente rescatadas.

La construcción involuntaria de identidad por el camino de la experiencia escritural, de la memoria asentada en lo que nos contaron madres, tías, abuelas, no requiere habilidades académicas, intelectuales ni literarias o las piruetas asociadas a las plumas profesionales.

La narración de “lo que me dijo mi mamá que le pasó, según le contó su mamá”, por ejemplo, solamente amerita la emoción, paciencia, corrección de estilo y reflexión ante el ejercicio de escribirla, el cual azora porque motiva un diálogo interior ante una historia que constituye –haciendo del pasado, como las escritoras lo dicen– un perpetuo presente.

Este ejercicio colectivo se tornó una infranqueable red de generosidad, serenidad y camaradería, como celebra Adriana Maza –una de las autoras y amiga entrañable–. Ella añade: “Surgieron personajes de mujeres que comparten afablemente enseñanzas; mujeres no sumisas, mandonas pero no tiranas, ingeniosas y cotidianas, pero nunca ordinarias”.

Si en términos psicoanalíticos todo recuerdo es falso, porque ahí en el inexpugnable lugar de la memoria ocurren diversas operaciones para poder vivir la vida sin solamente reparar en el pasado –dicho de manera burda–, en términos de las Historias del pasado que son presente… todo recuerdo es una relectura de fuerza y mirada vital. El ejercicio de leer estos recuentos memoriosos impulsa y reconecta de inmediato con todas esas otras personas que a su vez nos han obsequiado sus recuerdos.

Quizá porque rescatan con eficacia la magia de la oralidad, los relatos están bien orientados para atravesar del detalle anecdótico que toca hasta esa energía narrativa que se contagia.

Resumo con algunas de sus palabras parte de los agradecimientos de Verónica Vázquez-Cangas –también autora y muy querida amiga–, quien me embarcó en esta travesía de lucidez lucreciana:

“Los viajes en el tiempo nos hacen revisitar, encontrar recovecos, toparnos con sucesos inesperados, lanzarnos a travesías personales que no terminan”.

Los relatos liberan a su paso hospitalidad entre las amigas que los escribieron, entre quienes los van leyendo y entre los personajes que conforman pasados memorables. Tan generoso derrame, que las autoras quisieron colocar el sello mío de Editoraslosmiércoles en su obra, así como el de Gerardo Gally, de Editorial Pax.

Las Historias del pasado que son presente. Relatos de mujeres nos reflejan a todas y desde siempre. Aparecen, entre otras, una abuela jorobada de amor en favor de un esposo chaparrito; la primera mujer en México que obtuvo licencia para conducir; un mono araña que murió de tristeza; una Guadalupe hiper creativa e incansable que sacó adelante a sus hijos.

Junto con las tres ya mencionadas, las demás constructoras del libro son Leticia Aragón Mijangos, Milada Bazant Sánchez, Alejandra Buggs Lomelí, Leticia Cárdenas Aparicio, Gloria Verónica Chalé Góngora, Mariana Fernández Martínez, María Beatriz García, Cristina P. Kalb, Cynthia Presman Berman, Martha Santillán Esqueda y Matilde Souto Mantecón.

Estos relatos de mujeres, como indica Lucrecia Infante Vargas, expanden la etimología de la palabra recordar, re-cordis, volver a pasar por el corazón. Por eso, precisamente, su lectura me parece imprescindible para este cierre y apertura 2019-2020.

@anterrazas