24 diciembre,2019 5:06 am

Verdades y mentiras

Florencio Salazar Adame

Martin Luther King dice que para tener enemigos basta con ser francos. O sea, la mentira cumple una importante función social. Pues ¿cómo sería una sociedad en la que todos dijéramos siempre la verdad, que fuésemos francos?

Siempre hemos sabido que hay mentiras piadosas, suponiendo que existen mentiras exculpadas de inmoralidad o pecado.

La verdad existe por sí misma, en tanto que la mentira es una invención inmoralmente entrometida; la verdad se sostiene en hechos que se explican racionalmente, mientras que  la mentira siempre será artificial.

La verdad y la mentira son conceptos que se comprueban una con otra. Una no existiría sin la otra. Es una de las manifestaciones de la lucha entre el bien y el mal.

La verdad y la mentira deben usarse de manera diestra y responsable por razones de tiempo, circunstancia y pertinencia.

Para que la verdad no destruya ni la mentira cree falsas expectativas ambas deben ser dosificadas. Todo exceso mata.

La verdad abrupta puede ser consecuencia de la mala fe; la mentira también. Por ello la verdad exige ética y la mentira tacto.

Por verdades duras y maduras seríamos cocinados a fuego lento.

Si las mentiras fueran nuestra salvación todos tendríamos ganado el cielo.

Invento estas definiciones usando lo que podría ser argot anglo-español: la palabra mentira tiene el sufijo men, vocablo inglés que en español quiere decir hombres; y el  sufijo español tiras, que son pedazos largos y angostos que pueden ser de diversos materiales. Mentira, entonces, significa pedazo de hombre.

De la misma manera, la palabra verdad tiene el sufijo ver y el prefijo dad, verbo transitivo que significa pasar algo. Es decir, verdad es igual a ver para dar algo.

Se desprende de lo anterior que la verdad es iluminada y generosa, propia de gente íntegra. Y la mentira oscura y mezquina, de  personas incompletas, hechas tiras.

Según el Diccionario de filosofías occidentales “Una definición de verdad como correspondencia entre la cosa y la mente”,  en tanto que  “La mentira es un acto discursivo que hace un uso voluntario de lo falso”. (Siglo XXI Ed., Bárbara Cassin, dirección. 2018)

Se miente por un acto de voluntad deliberada. En cambio la verdad tiene vida propia porque depende de hechos comprobados, ya sea por su carácter natural o como consecuencia de las decisiones de las personas.

En la antigüedad los mensajeros que llevaban malas noticias a sus reyes eran sacrificados para evitar la divulgación de una derrota militar. El mensajero desconocía el mensaje pero conocía los hechos.

Los consejeros del monarca, aunque ignoraran pormenores, sabían el significado del sacrificio del mensajero, pues el triunfo  sería objeto de júbilo y no habría motivo para ocultar la verdad.

Hay muchas verdades y mentiras. La suma de palabras en un vocablo y el vocablo que suma palabras iguales diciendo lo mismo tienen diferentes acepciones.

Los significados de las palabras verdad y mentira dependen más de su oralidad que de su escritura. De cómo se diga y del gesto que lo acompañe se puede entender lo que verdaderamente se diga, pues hay verdades que son mentiras y mentiras que son verdades.

Pongamos atención en que se puede mentir verdaderamente. Al descubrir una falsedad suele decirse: “es una verdadera mentira”. De la misma manera, se puede engañar con la verdad.

La verdad exagerada puede transformarse en  mentira. Entonces, la verdad tiene diferentes dimensiones. Cuando se tergiversa un hecho  la mentira se apoya en algo de verdad.

Un director de orquesta dijo al primer violín: digan al de los tambores que afine ligeramente su nota. El primer violín al contrabajista: digan al de los tambores que está desafinado. El contrabajista al trompetista: digan al de los tambores que el director está molesto porque está tocando mal. El trompetista al de los tambores: dice el director que llames a tu remplazo porque estás echando a perder el concierto.

Alguien escribió que la verdad es como la cebolla, oculta bajo 17 capas. Y al final deja llorando.

Decir mil veces una mentira hasta convertirla en verdad es una antigualla. Ahora basta con decir: tengo otros datos.

Las fake news son mentiras que se dicen como mentiras y que muchos aceptan como verdades.

La credibilidad de la verdad y la mentira depende de quien y cómo lo diga.

Hay algunas verdades que si se cuestionan son blasfemias. Algunos (políticos, economistas), quieren que las suyas sean verdades reveladas, es decir, dogmas.

En una de las crisis económicas sexenales que hemos padecido, después de escuchar por qué había que apretarse el cinturón, un campesino gritó: “Díganos mentiras, ya no queremos más realidades”.

Los únicos que siempre hablarán con verdad son los números. Se les puede esconder, manipular, mas no perderán certeza. Se puede mentir con los números, pero los números no mienten.

Cada pregunta tiene solo una respuesta, dicen los filósofos. Y puesto que una y otra deben ser categóricas en su correspondencia existe la verdad. La filosofía tiene ese fin superior: encontrar respuestas que en sus preposiciones respondan con verdad.

“La verdad nos hará libres”, frase de José Martí. Siguiendo literalmente el pensamiento del Dr. Luther King, la verdad nos hará libres pero de amigos.

Sin embargo, José Martí se expresó con verdad. La verdad nos hará libres en tanto la realidad armonice la vida en su diversidad y haya en el ser humano una capacidad superior de entendimiento.

Las verdades duelen pero las mentiras matan. Hay que acogerse a la sabiduría popular: “Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”.