18 mayo,2020 11:54 am

Se ha ido relajando la vigilancia en la Bonfil, reconocen vendedores de playa

La mayoría de los vehículos que se ven en la zona tienen placas de otros estados y son de los vecinos de condominios y fraccionamientos

Acapulco, Guerrero, 18 de mayo de 2020. Los señores Melchor y Jesús todos los días se levantan a trabajar con la esperanza de que haya un poco de venta; uno vende cocos y comida, el otro collares y caracoles, ambos en la zona de playa Bonfil donde la mayoría de los vehículos que se ven tienen placas de otros estados.

En la playa la actividad ha incrementado, se ven más turistas en los restaurantes, bañistas e incluso han vuelto las cuatrimotos a la zona de arena a rodar bajo los rayos del sol.

En ambos lados de la carretera de la Bonfil se ven los letreros de restaurantes y venta de cocos. Además de la farmacia, de los pocos negocios abiertos no esenciales se encuentra uno de bicicletas en renta que estaba a punto de cerrar; apenas iban a ser las 2 de la tarde, atienden a su último cliente originario de Morelos que está dejando dos bicicletas para niñas para que les reparen la cadena. El cliente comentó que está llevando la cuarentena en Acapulco desde hace semanas, porque tiene casa de segunda residencia, lo que se le ha complicado son “los negocios”.

Melchor ofrece cocos fríos y al tiempo junto a su cocina económica, aunque se acercan personas a consumir la mayoría es por la bebida natural. Con pesar comentó que no hay ventas de comida.

“A pausas pero sí vendemos, estamos muy limitados pero poco a poco va saliendo algo”, dijo Melchor esperanzado que pronto le llamen para el préstamos del gobierno federal porque el año pasado lo registraron en el censo del programa Bienestar.

Desde hace 12 años vende cocos y con su esposa tienen una cocina económica. De las ventas mantiene a sus tres hijos que aún estudian. Llegó a Acapulco proveniente de Ciudad Altamirano en la Tierra Caliente y se quedó a residir en el puerto.

Jesús es originario de un pueblo cercano a Chilpancingo, llegó al puerto a los 12 años en 1982. Recuerda que no quiso seguir estudiando y siguió los pasos de su padre que vendía caracoles en la playa, ayer se acomodaba en una mano los collares hechos de distintos materiales para ir a ofrecerlos.

“A veces vendemos uno o dos, a veces nada pero si uno se queda en casa pues menos se vende, nos dicen quédate en casa pero no nos dan ninguna ayuda”, reprochó. Los collares los hace su esposa y va de Llano Largo a la Bonfil a venderlos, también traía caracoles de distintos tamaños y estrellas de mar.

En una mesa colocada en la playa están sentados seis vendedores informales de distintos productos, collares, pulpas, ropa, recuerdos y joyería de fantasía, están descansando después de recorrer durante horas la playa de un lado a otro, no han tenido muchas ventas, están animándose unos a otros para volver a salir en un rato, cuando baje el sol y salgan más bañistas.

Un joven se encamina hacia el mar con su tabla de surf, mientras tres salvavidas voluntarios pasan, y junto a ellos un grupo de visitantes en cuatrimotos.

Los salvavidas comentaron que recorren la playa todos los días pidiendo cooperación, otros días bajan con instrumentos de pesca, así es como han ido sobreviviendo a la emergencia sanitaria y al cierre de playas.

Dijeron que desde hace dos semanas se ve más gente en la playa, principalmente por la tarde antes de que se ponga el sol, porque los vecinos de los condominios que están en esa zona bajan a ver cómo se desvanecen en el horizonte los últimos rayos de luz del día.

En los restaurantes que están funcionando se ven entre dos y tres mesas con familias, con cierta distancia entre ellos respetando la recomendación de las autoridades sanitarias.

En la playa los niños juegan en las olas, hay parejas caminando con mascotas y otros juegan con cuatrimotos carreras de un lado a otro, aunque están cerradas las playas en la Bonfil no lo parece, pues nadie les impide a los visitantes estar en la zona de arena.

Los prestadores de servicios turísticos comentaron que durante los días que correspondieron al periodo vacacional de Semana Santa la vigilancia fue constante, pero poco a poco se ha ido relajando y a veces pasan los de la Guardia Nacional a supervisar el cierre de playas y otros días nadie hace recorrido por esa zona.

Texto y foto: Mariana Labastida

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