10 septiembre,2020 5:27 am

El centenario de Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Compartimos con Blanquita Villalva y sus dos muchachos el dolor profundo por la partida del licenciado Luis Uruñuela Fey, un hombre de excepción, amigo entrañable. Descanse en paz

La creación

Luego de muchos avatares, el presidente José Joaquín de Herrera expide el decreto que crea el estado de Guerrero, fechado el 27 de octubre de 1849. Entidad integrada originalmente con los distritos de Acapulco, Chilapa, Taxco, Tlapa y la municipalidad de Coyuca, pertenecientes a los estados de México, Puebla y Michoacán. Limitado este último por el río Balsas. Firman el documento los legisladores federales el presidente de la Cámara de Diputados, Tomás López Pimentel; secretario, Joaquín R. Malo; presidente del Senado, Tirso Vejo, y el senador secretario, Manuel Robledo.

Los cien años

Cuando se cumplen 100 años de aquél decreto, el 27 de octubre de 1949, gobierna la entidad el general Baltazar R. Leyva Mancilla (1945-1951), primer gobernador electo para un período de seis años (antes cuatro). Chilpancingueño, como lo habían sido sus cinco antecesores inmediatos, hombre probo a carta cabal.

Un mes antes se habían descubierto en Ixcateopan los restos del emperador Cuauhtémoc, un hito histórico alentado por el mandatario que dará realce a la conmemoración. El descubrimiento concitará severos cuestionamientos históricos y al mismo tiempo una fiebre de bautizos con el nombre del tlatoani. Desde recién nacidos hasta ciudades, taquerías, misceláneas, colonias, calles y avenidas. Una de estas últimas, la Álvaro Obregón de Acapulco,   será rebautizada con el nombre del último emperador azteca. Al gobernador Leyva no le será difícil congeniar con el primer presidente mexicano ajeno a la milicia, licenciado Miguel Alemán  Valdez. Secundará con entusiasmo su proyecto de hacer de Acapulco el primer centro turístico de México. Tuvo suerte el mandatario que la legislatura local designaran a su cuñado José Ventura Neri, como presidente del Consejo Municipal de Acapulco, en relevo de un Cabildo desaforado. Este, suertudo también, ganará la elección constitucional para continuar en el mando municipal hasta 1948. Otro cuñado, Ismael Valverde, lo había sustituido como titular del Consejo y lo acompañará como regidor de su cabildo. Cuñi este de Alejandro Gómez Maganda, gobernador siguiente (1951-1954).

Durante el gobierno alemanista se entregarán aquí, entre otras obras, la calzada Costera llamada primero Nicolás Bravo, rebautizada más tarde Miguel Alemán y el malecón fiscal. Se dará nueva imagen a la plaza Álvarez, creándose los fraccionamientos Hornos y Costa Azul, para no asalariados.

Las fiestas

Las fiestas del Centenario alcanzaron un esplendor inusitado, incluso en el último rincón de la geografía guerrerense. Además de las ferias tradicionales con la recreación de la cultura y las costumbres de cada región, se produjeron muestras agrícolas, ganaderas y artesanales, exhibición de danzas regionales y muestras gastronómicas. Ceremonias cívicas exaltando la figura del creador de la entidad, general Juan Álvarez, desfiles cívicos y coronación de reinas del evento. No faltará los regocijantes castillos y toritos pirotécnicos y desde luego la alegría de la música del chile frito.

En Chilpancingo se echó la capital por la ventana. Durante dos semanas se instaló en el jardín central una alegre y luminosa feria con la presencia de los 72 municipios de la entidad. Los festejos culminarán con el baile de coronación de la reina del Centenario, ello dentro de un rumboso baile en el Palacio de Gobierno. La cena ofrecida por el gobernador Leyva y su esposa Fermina Ventura, revivirá, por lo granado de su asistencia, al banquete servido al presidente Porfirio Díaz, allí mismo, cuando vino a inaugurar la vía Iguala Chilpancingo. Era gobernador el tetipaqueño Damián Flores, profesor de matemáticas y cosmografía de la Escuela Nacional Preparatoria.

Cuando vino don Porfirio

Sólo por la concurrencia, como se advierte, pues por lo que hace al banquete nada que ver con la comida regional. El chef francés de la casa presidencial Sylvain Doumont, ofreció entonces el siguiente menú: sopa de pescado, consomé, ensalada de legumbres, asados de tortuga y ternera, truchas fritas y de postres frutas almibaradas y natillas. En materia de caldos finos se descorcharon vinos de Burdeos y de Borgoña, champaña Cordon rouge y coñac Martell. No pocos asistentes se preguntaron: ¿y estas chingaderas qué son? Otros, esperaron inútilmente el jarro de mezcal de Zumpango.

El hermano del gobernador

Matías Flores, hermano menor del gobernador porfirista, construye en Acapulco un teatro sin permisos oficiales al que denomina Teatro Flores, (doble pero por supuesto) localizado en la calle de Independencia. La estructura de madera del inmueble lo hace alimento voraz del fuego hasta ser consumido totalmente, esto la misma noche de la inauguración. El corte del listón lo había hecho el mandatario quien se retira inmediatamente por no gustar de las películas mudas. El siniestro se inicia en la caseta de proyección donde las cintas de celuloide arden como yesca. El número de víctimas se calculará en 300.

 Canto a Guerrero

 El triunfador de los juegos florales del Centenario, el poeta de Cuautepec, Costa Chica, Rubén Mora Gutiérrez, era maestro de literatura del Colegio del Estado. Participó con el poema Canto a Guerrero para todos los tiempos, declamado por él mismo en la cena de gala. Un fragmento:

Formará la Costa Grande su desfile de palmeras, y verá la Costa Chica sus haciendas ganaderas que, partiendo de Acapulco, llegarán a Ometepec Habrá tibias primaveras con albor de algodoncillos y en los días de los muertos, los claveles amarillos en las tumbas olvidadas de mi tierra Cuauutepec.

La reina del Centenario

Con ayuda del cronista chilpancingueño J. Félix Romero, llegamos al día de la elección de la soberana de las fiestas del Centenario, en el jardín central capitalino. Presentes las hermosas representantes de cada uno de los 72 municipios de la entidad, algunas casi niñas, vistiendo coloridos trajes y atuendos tradicionales de sus lugares de origen. La acateca, la amuzga, la calentana, la costeña, etcétera. Un jurado de notables se encargará de votar por la reina, la princesa y la duquesa.

Algunas participantes: Cira Castro Astorga, de Acapulco; Adalilia López Espino, de La Unión; Yolanda Ludwig, de Atoyac; Florita Montaño Olea, de Chilpancingo; Celina Reyna Noriega, de Ometepec; Rosa María Nájera, de Iguala; Elvia Velasco, de Tepecoacuilco; Lilia Figueroa, de Huitzuco; Odila Ocampo, de Buenavista de Cuéllar; Edelmira Hernández Alcaraz, de Tixtla; Guadalupe Silva, de Chilapa; Virginia Villela, de Pungarabato y Rosita Salgado, de Teloloapan.

El jurado, luego de intensas deliberaciones, dará a conocer su fallo no sin advertir que cada una de las participantes habría merecido el triunfo. Resultó electa reina la chilpancingueña Florita Montaño; princesa la acapulqueña Cira Castro Astorga y duquesa la taxqueña Alma Castañeda.

El baile de coronación

El baile de coronación, evento culminante de la celebración, tuvo como escenario el patio central del Palacio de Gobierno, dispuesto para unos 2 mil invitados. Descrito por López Romero en Los días de ayer, así lució aquél escenario:

“ Al centro se dejó la fuente en cuyo fondo se colocaron flores multicolores; la columnas del inmueble fueron rodeadas con enormes boas de hojas de ocote, mientras que exquisitos arreglos florales lucieron discretamente en los cuatro ángulos del patio. El trono se instaló en el lado sur adornado ricamente con gasas, terciopelos y finas alfombras. Tres orquestas amenizaron el baile y entre ellas la capitalina del maestro Rafael de Paz, acompañante de varios famosos cantantes como Lupita Palomera, Benny Moré y Fernando Fernández.

Exactamente, a las 10 de la noche y a los acordes de la verdiana marcha Aida, SGM Florita hizo su entrada triunfal para ser coronada por el gobernador Leyva Mancilla, como reina del Centenario de Guerrero. La ceremonia fue imponente.

Se sirvieron bocadillos de la región y en materia de líquidos los hubo desde aguas frescas hasta guísquis y coñaques de las marcas del momento y para no ofender los paladares de la mayoría no faltó mezcal zumpangueño. Los festejos del Centenario concluirán alrededor de las 5 de la mañana cuando los presentes entonen Las Mañanitas por los venideros cien años de Guerrero, haciendo votos esperanzadores porque   fueran de paz y progreso.

Las fiestas en Acapulco

Los festejos del Centenario en Acapulco alcanzaron igualmente gran esplendor gracias a una entusiasta participación ciudadana. La feria popular ocupó toda la plaza Álvarez, sin faltar los juegos mecánicos, la lotería cantada con picardía, los puestos de fritangas, la venta de artesanías del mar y toda la parafernalia afín a las celebraciones populares.

Durante la ceremonia cívica, el alcalde Antonio del Valle Garzón, aludió al papel  fundamental que jugó Acapulco en la creación de la entidad, cuyo nombre fue sugerido por su gestor Juan Álvarez. Y era que el hombre veneraba auténticamente la memoria del general Vicente Guerrero. Tanto que cuando pronunciaba o escuchaba su nombre se descubría poniéndose invariablemente de pie. Acapulco, Chilapa y Taxco pertenecían al Estado de México, fueron las primeras poblaciones segregadas para formar la nueva entidad. Ello gracias a la cesión generosa de su gobernador, Vicente Riva Palacio, nieto del general Guerrero, hijo de Guadalupe, su hija mayor.

Esther, la reina

La convocatoria para el reinado del Centenario será amplia y a ella concurrirán un buen número de hermosas acapulqueñas. Un jurado formado por personalidades de la vida social se encargará de seleccionar a la reina y su corte. Resulta ganadora la señorita Esther Villalvazo y forman su corte la princesa Cira Castro Astorga y la duquesa Adelita Trani. La señorita Castro llevará la representación de Acapulco al certamen estatal, donde, como ya se anotó, resultó también princesa.

La coronación de la soberana del Centenario tendrá lugar en la plaza Álvarez, frente al malecón, y correrá a cargo del alcalde Del Valle Garzón, amenizando el festejo la orquesta de don Alberto Escobar y el clásico chile frito. Al día siguiente, el carro alegórico de las soberanas hará un breve recorrido por la Costera para instalarse en el Zócalo, donde seguirá la fiesta hasta el aguante de los cuerpos.

Los fondos públicos para el festejo se agotaron rápidamente, de ahí que no pocos acreedores se quedarán chiflando en la loma. Estará entre ellos don Víctor Rodríguez, batuta del chile frito de Santa Cruz, quien un día cansado de tantas vueltas inútiles a la tesorería lanzará, bajando las escalinatas del Palacio Municipal, esta sentencia:

–¡Han de querer que les toquemos el otro Centenario, pinches rateros!