Arturo Martínez Núñez
La semana pasada advertimos en este mismo espacio de la necesidad de no bajar la guardia ante la pandemia. La realidad nos alcanzó mucho antes de lo deseado. La intempestiva aparición de la variante denominada Ómicron, clasificada como variante de preocupación por la Organización Mundial de la Salud, hace que el mundo vuelva a plantearse el estado real de la pandemia, cuando parecía que por fin estábamos llegando a vislumbrar el fin.
Y es que más allá de los alcances y la efectividad de la variante Ómicron, la realidad es que difícilmente alcanzaremos la inmunidad de rebaño y el fin de la pandemia hasta que no existan vacunas suficientes en todo el mundo y no solo en los países desarrollados.
Hay grandes extensiones del mundo (África particularmente pero también Centroamérica y algunos países asiáticos) que no han recibido una sola dosis de vacunación. La variante Ómicron vuelve a poner en el centro de la discusión, el tema de las vacunas, de nada sirve vacunarme yo, si mi vecino no está vacunado. Esto aplica tanto en una casa en una familia en una comunidad como a nivel países. Los países desarrollados pensaron o creyeron que podían detener un virus que viaja a través de los aerosoles con restricciones fronterizas o aeroportuarias. Hoy sabemos que esto es absurdo e insuficiente. Al momento de escribir esto, se han confirmado la aparición de la variante Ómicron en varios países de Europa, Canadá y Australia. Esto significa que el virus ha logrado atravesar los controles fronterizos y las barreras políticas y económicas, que a él le tienen sin cuidado.
México debe de seguir con su política de vacunación hasta alcanzar el cien por ciento de la población con al menos una dosis. Es la única manera de tratar de contener el número de muertos y que la pandemia no vuelva a significar la parálisis de la vida como la conocemos. La inflación, la crisis económica que atraviesa el mundo, es el resultado en gran parte de las consecuencias económicas de la pandemia, por lo tanto, sería muy peligroso volver a los niveles de confinamiento de abril del año 2020. La única manera que tenemos de continuar con el retorno a una cierta normalidad, será insistiendo en la vacunación, haciendo pruebas rápidas de manera masiva, evitando aglomeraciones, utilizando adecuadamente el cubrebocas y ventilando los espacios cerrados.
Por lo pronto Ómicron ya tumbó a la mayoría de los indicadores bursátiles de las empresas turísticas ante una posible cancelación masiva de viajes en Año Nuevo; esto debería de llamar particularmente la atención de las autoridades guerrerenses en virtud de lo que representa el turismo para nuestra economía.
Las autoridades deben estar muy atentas; no hay que actuar antes de tiempo, pero tampoco ser irresponsables. Podemos vivir con el virus, podemos coexistir con el virus, siempre y cuando sigamos lineamientos adecuados.
La batalla está lejos de concluir, no estamos en el principio del fin sino en el fin del principio.