31 octubre,2017 8:37 am

Viko Ndii, la fiesta de los muertos de la mixteca

Gaudencio Mejía Morales *

  

“Una civilización que niega a la muerte,

acaba por negar la vida. La perfección

de los criminales modernos no es nada

más una consecuencia del progreso de

la técnica moderna, sino del desprecio

a la vida inexorablemente implícito en

todo voluntario escamoteo de la muerte”

 

Octavio Paz, El laberinto de la soledad

La muerte (zi´i ya´a)

La mujer de las tinieblas. La mujer de las sombras. La mujer blanca.

La que acaba con el miedo. Quien te lleva a los brazos de la tierra sin horizonte, al lugar remoto donde no existe un fin ni principio.

Esa muerte que aterroriza, que impone el mudo silencio hecho piedra.

Esa intimidad pétrea, al descanso eterno a la oscura sombra. Enigma de los siglos, misterio y palabra de los poetas, y terror de los cobardes. La que te corta los amaneceres y las tardes, pero que, según dicen, te abre el cielo para renacer.

La muerte, esa vida sin fin, porque vida y muerte van de la mano, según los ancestros mixtecas, porque no hay muerte sin vida, ni vida sin muerte. Dualidad, en devenir constante, entre el inframundo y la vida.

Desde la cosmovisión de los na savi, vivimos entre dos mundos, dos tiempos, por un lado está  ñu´u ndivi (pueblo de día / luz) y un ñu´u ndi´i (pueblo, mundo de muertos, de sombras).

Entre los nahuas, el Mictlán, que es considerado la otra vida después de la muerte. Todos llegamos al Mictlán, con la ayuda del  Ixcuinte porque se hace una gran travesía, donde el perro es de gran ayuda. El perro es el acompañante en nuestra muerte. Existe la versión que los ancianos primero dan de comer al perro, antes que el dueño.

Por otro lado está el nivel que es el Tlaltipac, “el reino terrenal”. Para los indígenas no infierno ni cielo.

En la cultura mixteca el ñu´u ndi´í es el tiempo apagado, extinguido, el silencio absoluto, la noche.  ñu´u ndivi, el mundo de la claridad y la luz. El primero es la noche, el segundo el día. El día es para los vivos, la noche para los muertos. Uno es la negación del otro, contrarios y lucha de contrarios al mismo tiempo.

Morir es volver al corazón de la tierra y caminar entre grandes ríos y travesías. Ríos profundos oscuros y desolados que sólo el perro puede encaminar. De ahí que al morir llevamos –los mixtecas–, agua y tlaxcalis, monedas y ropas, incienso y flores; para no perder el camino, para que el perro apague su sed y su hambre.

 

Viko Ndiii, La fiesta de los muertos

A esa mujer blanca, mujer muda y huesuda que acaba con el aliento y el camino andado, el sollozo, el llanto y la alegría de un día; se le canta y se le  reza, se le ofrendan flores y las mejores viandas del paladar de la persona que fue en vida; se le recordará por sus gustos y sus sabores, con la convivencia y la degustación familiar, con el reencuentro. Vivos y muertos mezclados como en los sueños de Juan.

El 24 de octubre comenzó la fiesta de los muertos que culminará el 2 de noviembre.

La fiesta única en el mundo, inicia con su encaminamiento y la velación en el lugar de su eterna morada.  La gente se acercará para limpiar los panteones y para hacerles la invitación formal a su fiesta grande del 1 y 2 de noviembre.

Se encienden los cirios en la velación en el panteón donde se encuentran sus restos. Allí mismo se ofrece un réquiem, unas palabras, un cántico o una oración, para ayudarles a despertar de su letargo.

Se ofrece al inanimado que venga a la fiesta del 1 de noviembre. Se le espera con su comida, sus canciones, lo mismo que su bebida. Las miles de bandas musicales encienden el fuego de la música que se dispersa por todas las comunidades y pueblos. Se vela y se reza.

La fiesta de los muertos es un día de festividad y duelo. Viko Ndii es un día de reencuentro con la memoria, para revalorar la vida y el amor. Momento oportuno para la reflexión de nosotros mismos, nuestra vida frente al espejo de la muerte, esa sombra inerte que hasta los perros más temerarios le guardan respeto, miedo, pavor y terror, pero no entre los mixtecos, que por siempre la llevamos en nuestros sueños

Así, muerte y vida que vienen de las entrañas de la tierra, desde los tiernos cabellos y las viejas canas.

A la adversaria de la vida, al abismo de la tierra, se le hace fiesta. Luto y fiesta, esa contradicción dialéctica que nos tiene sometidos en el tiempo, quizá a la gran mayoría de los mexicanos. Día para recapacitar y repensar el futuro, partiendo de los errores y equivocaciones de nuestros muertos, pero a su vez, para valorar y revalorar sus aciertos y virtudes, y no caer sus mismos tropiezos. El primer día de noviembre es un pretexto para reencontrarnos con la familia que viene y vive lejos de su tierra, volver a ella para dialogar e intercambiar experiencias, para convidarse.

Honramos a nuestros muertos, con rezos y petardos, con incienso y flores, cánticos y música. Ceremonias familiares por doquier,  para dialogar con la muerte y la divinidad, al lado de los parientes y amigos. Se lloran las penas y reímos de felicidad por los gratos recuerdos. Las campanas repican todo el día y toda la noche.  El panteón y las casas se llenan de luces. Caminos de flores de cempaxúchitl por todas las calles para que los muertos reconozcan su camino. Todos embriagados de color y el olor que desprende el sahumerio con el copal que esparce sus olores por todas las comunidades y pueblos.

Estas son las tres etapas de ese ritual mixteco.

 

Bienvenida a los muertos la noche del 24 de octubre

Aquí vinimos por ti,

vinimos a darte la bienvenida

para que llegues a donde fue tu casa

Donde están tus hijos, tu mujer

tu madre, tus abuelos, tu familia.

Ven, llega a tu casa nima nda´avi

reconoce tu casa, tu lugar, tu espacio

Aquí donde naciste,

Aquí donde creciste,

Aquí donde jugaste,

Aquí donde viviste

Aquí donde derramaste lágrimas y alegrías

Aquí donde compartiste con tu familia

Aquí te honramos con respeto

Aquí te compartimos lo poco que tenemos

No tenemos gran cosa

pero lo compartimos contigo de corazón

Tú que estás en el otro mundo,

en el mundo de los muertos ñu´u ndi´í

Encendido de vela y ofrecimiento de la fiesta, 1º de noviembre

Grande sea su corazón

Ustedes los muertos, na´a ndi´í

Ven con alegría

Pero no traigas enfermedades,

No traigas problemas.

Aquí te damos lo que te gustó en la vida

Algo dulce, lo que un día te gustó

lo que un día disfrutaste.

Grande sea su corazón nima ndavi

Palabras de despedida de muertos, 2 de noviembre

Si se van llévense los problemas, las enfermedades

Llévense todo porque no queremos que nos pase nada

No dejen enfermedades

No nos dejen problemas

No nos dejen conflictos

Vinieron con bien, con bien váyanse

Recojan su fuego,

no es grande lo ofrecido

pero fue de corazón.

Con bien vinieron con bien retírense.

En el otro año te esperamos.

* El autor es académico del CBTIS 178 con sede en Tlapa.