2 enero,2024 2:08 pm

Acampan en playa Tamarindos turistas de la Cdmx; querían vivir esa “aventura”, dicen

Dicen que la decisión también tuvo que ver con la “economía, fue un viaje exprés que encontramos, entonces decidimos vivir la aventura de recibir el año nuevo aquí en la playa y obviamente con la casa de campaña”

Acapulco, Guerrero, 2 de enero de 2024. Turistas provenientes de la Ciudad de México acamparon en la céntrica playa Tamarindos para “vivir la aventura de recibir el año nuevo en la playa”, dijo al mediodía de ayer Édgar Ramírez, al lado de su pequeña casa de campaña instalada sobre la arena, que sirvió de refugio para sus cuatro familiares.

También fue por una cuestión económica, debido a que llegaron en un autobús junto con otras familias capitalinas y acamparon en esta playa, en la que había decenas de turistas debajo de sombrillas y enramadas reconstruidas y nadando en el mar, pero que no estaba repleta en el primer día del año.

Édgar Ramírez y su familia llegaron en la mañana del domingo y estuvieron todo ese día disfrutando del mar y la arena; aunque ya habían visitado Acapulco en años anteriores, ésta fue su primera vez en recibir el año nuevo en una casa de campaña.

Comentó que la decisión también tuvo que ver con la “economía, fue un viaje exprés que encontramos, entonces decidimos vivir la aventura de recibir el año nuevo aquí en la playa y obviamente con la casa de campaña”.

El show pirotécnico comenzó en los primeros segundos de 2024 y los capitalinos los recibieron en esta parte de la playa, a un costado de la plaza Japón.

“Los fuegos artificiales nos gustaron todos, a toda la familia, estuvo muy bonito y sí la verdad es que la pasamos bien, un poco incómodos al final, al último por la arena, pero nada del otro mundo”, relató Édgar Ramírez, mientras que un joven familiar, a su lado, cerraba la casa de campaña color gris y naranja.

Alrededor de su refugio temporal, otras seis casas de campaña estaban instaladas, casi todas del mismo tamaño, mediano, con una capacidad de dos a cuatro personas, lo que dio la impresión de un pequeño campamento informal en medio de los establecimientos turísticos.

“Algunos sí vienen con nosotros porque vinimos en un camión de la Ciudad de México, incluso algunos ya se fueron porque decidieron irse a otra playa, pero nosotros decidimos quedarnos aquí y al rato nos vamos a reunir en el zócalo para regresar a la ciudad”, comentó el señor Édgar.

El turista señaló que fue una decisión del organizador de la excursión camionera de la capital del país a este municipio guerrerense, e indicó que el único problema que enfrentaron en su breve estancia de dos días, fueron los baños, “pero caminando, encontramos”.

Alrededor de este punto de la bahía casi no hay vestigios del paso del huracán categoría cinco, a excepción del condominio El Costero, que se ubica en la esquina de las avenidas Capitán Malespina y Costera, y cuya fachada consistía en ventanales, y todos estos reventaron por los fuertes vientos de la madrugada del 25 de octubre.

“Después de las noticias que uno se entera, pensé que todavía estaba muy mal, pero bueno, parece que poco a poco se va restableciendo”, opinó el señor Édgar Ramírez, mirando a los costados para encontrar una referencia de la devastación de la ciudad, que le dio la vuelta al mundo.

Era la una de tarde de ayer, a unos metros estaban más turistas tomando unas cervezas para continuar la fiesta, y el habitante de la Ciudad de México añadió: “obviamente yo no vivo aquí, pero parece… ayer sí había mucha gente”, en referencia a los tumultos que se aglomeraron para apreciar los fuegos artificiales.

“Aquí sí se ve muy deteriorado, pero parece que ya se está restableciendo”, señaló al condominio El Costero que estaba frente a él, del otro de la avenida Costera, y luego Édgar Ramírez continuó su camino para disfrutar las pocas horas que le quedaban, a él y a su familia, en Acapulco.

En un recorrido del Parque de la Reina a la Plaza Japón sólo se vieron otras cuatro casas de campaña, ninguna instalada junto con otra, y vacías porque sus usuarios estaban en las enramadas a metros de distancia, con sus cervezas algunos y otros con sus grandes bocinas.

Texto: Ramón Gracida Gómez