24 agosto,2024 6:02 am

El neonazi, Donald Trump

Héctor Manuel Popoca Boone

 

Cuatro de sus principales consignas de campaña electoral que, públicamente, el expresidente, Donald Trump, ha enarbolado en su irresistible afán de obtener, de nueva cuenta, el poder político vía la presidencia de la república de los Estados Unidos de Norteamérica y que conciernen a México, son: 1) Terminar la construcción del muro de la ignominia, fronterizo con México. 2) La inhumana deportación en gran escala hacia México, de indocumentados que laboran en ese país. 3) El combate frontal y transfronterizo del trasiego de fentanilo, droga popular, letal y de bajo precio en Estados Unidos, que es internada entre otras vías por la frontera con México y 4) El traslado de los centros fabriles automotrices de origen norteamericano ubicados en territorio mexicano a Estados Unidos, para provocar el retorno de los puestos de trabajo de dicha rama industrial a efecto de incrementar la oferta de empleos a la raza blanca anglosajona desempleada.

Un parangón histórico de esas erradas decisiones políticas desfavorables tanto a las economías fronterizas de Estados Unidos como a la de México es el tristemente célebre “Muro de Berlín”, construido por la otrora, Unión Soviética, para detener el flujo humano entre Alemania del Este y los habitantes de Alemania occidental en la época de la Guerra Fría. Décadas después, El Muro fue estruendosamente derrumbado por el propio pueblo alemán de ambos lados; por su inoperancia social, económica y política.

Otra medida nefasta es la pretendida deportación masiva, con carácter forzado, de trabajadores indocumentados mexicanos y de otros países del mundo. Pero a Washington le representará fuertes costos económicos poder detener lo que llama “la invasión de los indeseados”, su identificación y localización geográfica, para después trasladarlos a centros de concentración para su ulterior deportación masiva. Esa deportación masiva le provocará fuertes problemas económicos por encarecer la mano de obra barata para las labores rudas que rechazan hacer otros ciudadanos norteamericanos, sobre todo en el sector agrícola, en la industria de la construcción y en otros giros de servicios de limpieza urbana y doméstica.

Los impactos socialmente negativos de esa posible migración forzada también serán importantes en México por su poco potencial en la generación de empleos formales. Buena parte de nuestra economía está sostenida por el trabajo informal y el subempleo. Hay escasa oferta laboral.

La erradicación del comercio de fentanilo en Estados Unidos es un problema económico de distribución y mercadeo más que de producción, además del aspecto judicial y de persecución punitiva. Es un problema de consumo del producto. El dinero, poder motriz que mueve toda la cadena de esta delincuencia organizada internacional, se encuentra en los grandes centros de consumo de la droga, en donde Estados Unidos descuella, juntamente con su hampa organizada, en la financiación de toda la cadena producción-consumo y cuyos grandes capos gozan de impunidad en las principales ciudades estadunidenses de consumo del estupefaciente.

El mercado pervive por la demanda efectiva de la droga y se expande por el nivel de poder adquisitivo acumulado que realmente disponen los consumidores finales y no así los productores iniciales o intermedios. De tal suerte que, si el consumidor final disminuye o no quiere comprar la droga, el comercio del estupefaciente languidece irremediablemente.

Esto es lo que está pasando con la heroína obtenida del procesamiento de la flor de la amapola guerrerense; al ser el fentanilo más barato, baja la demanda de la pasta de amapola allende el bravo y, por ende, su consumo. Si no hay demanda, no habrá a la larga, producto que ofrecer. Esto lo entiende el gobierno de Biden pero se hace de la vista gorda y prefiere afirmar que el problema radica en la producción y no en el enorme consumo que tiene entre su numerosa población distribuida en sus extendidos territorios urbanos.

Estas consignas electorales que Trump amenaza en convertirlas en políticas públicas –de triunfar en los comicios presidenciales–, no solamente le provocarán daño económico y social a México, sino más temprano que tarde, se revertirán en serio perjuicio a la economía de ese pueblo norteamericano por no ser viables desde ningún punto de vista.

PD1. Adivinen quien adquirió la franquicia del partido Movimiento Ciudadano en el estado de Guerrero. ¡Qué bárbaros! Acertaron a la primera.

PD2. Por el bien de México, dadas las turbulencias políticas y económicas generadas, es prudente y conveniente aplazar la reforma del Poder Judicial y de los organismos autónomos para el próximo año. ¿O no?

 

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