13 septiembre,2024 9:49 pm

El Grito: un ritual de identidad nacional

 

Ciudad de México, 13 de septiembre de 2024.- Hasta donde ha podido investigar, el historiador y constitucionalista Fernando Serrano Migallón asegura que México podría ser el único país del mundo donde su Jefe de Estado, anualmente, se presenta ante los ciudadanos desde un balcón para arengarlos.

Un ritual cívico que la Constitución de 1917, según explica, consagró para dar fortaleza a la figura del Presidente de la República, pero que se ha constituido como algo mucho más grande y trascendente para la unidad nacional.

“En general, y yo lo veo con mis alumnos, uno tiene la idea de que el Grito es un desorden, de que es una muchedumbre amorfa, pero yo, que he asistido a muchísimos en mi vida, desde la primera vez me di cuenta de que no es eso; es todo lo contrario”, advierte en entrevista.

“Cuando uno está inmerso en el Zócalo, con esa cantidad de gente, habiendo presidentes populares o impopulares, queridos u odiados, en el momento en que sale al balcón y da el primer ‘¡Mexicanos!’, todo mundo se olvida de sus diferencias y corea lo que dice el Presidente”, afirma.

“Hay una identificación profunda de patriotismo, de identidad nacional, muy curiosa”.

Pocas voces tan autorizadas para afirmarlo como Serrano Migallón (CDMX, 1945) quien ha trazado el decurso, evolución y transformaciones de esta ceremonia en su ya clásico El Grito de Independencia: historia de una pasión.

Publicado por primera vez en 1981, con 15 ediciones subsecuentes, el libro comenzó como un estudio del presidencialismo en México, pero derivó en una cronología detallada desde el histórico Grito de Miguel Hidalgo, pasando por su institucionalización y hasta el sexenio de Felipe Calderón.

“Busqué tratar de saber si lo que dicen los presidentes, en esas palabras tan cortas, desde Don Porfirio hasta la fecha, significan o reflejan lo que es su Gobierno, si son palabras realmente simbólicas, o protocolarias, pero que en el fondo hay una profunda radiografía de lo que quieren que sea su Gobierno”, plantea.

Y es que, aunque hay periodos de relativa continuidad entre una arenga y otra, hay algunos con particularidades claras, como cuando el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) lanzó un ‘¡Viva!’ por la ‘revolución social de México’, o cuando Adolfo López Mateos (1958-1964) conmemoró a la Revolución Mexicana en su cincuentenario.

O, también, según reseña Serrano Migallón, cuando José López Portillo (1976-1982) incluyó a la primera mujer, Josefa Ortiz de Domínguez, en lo que ha llegado a leerse como una consideración del mandatario hacia Rosa Luz Alegría, primera mujer en ocupar la titularidad de una Secretaría de Estado.

“La conclusión a la que llego es que, a pesar de ser muy importantes y sí reflejan la manera de ser de un presidente, en el fondo no se puede sacar una conclusión del trasfondo político, del programa de Gobierno que tiene el presidente, al dar el Grito”, apunta.

No obstante, el investigador acude en el libro a diversas fuentes documentales para dar contexto a cada ceremonia, en lo que termina por convertirse en una rica monografía de la historia misma de México.

A través de sus páginas, el libro detalla cada grito, que casi se ha llevado a cabo sin interrupciones desde que Ignacio López Rayón lo replicara en 1812, a través de las intervenciones estadounidense y francesa, la Reforma, el porfiriato, la Revolución Mexicana y el cardenismo, hasta el México actual.

“Con una excepción, en 1847, cuando en el Palacio Nacional ondeaba la bandera de las barras y de las estrellas, la única, porque el día 13 habían tomado la Ciudad de México y el día 15 no se celebró”, apunta Serrano Migallón.

“Y luego un acto que a mí me pareció bochornoso, cuando Vicente Fox (2000-2006) no dio el grito y Alejandro Encinas lo dio en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento del Distrito Federal (2006); yo creo que un Presidente de la República no puede abdicar a eso, es la esencia de la figura presidencial”, critica.

Ante el encono social tras las elecciones de ese año, Fox se convirtió en el primer Presidente, después de 110 años –salvo por 1847– que no ofició el grito desde Palacio Nacional ni ocupó la campana de Dolores, sino que lo realizó desde el atrio de la parroquia guanajuatense.

Actualización en puerta
A la espera de que se agote en librerías la más reciente edición de El Grito de Independencia: historia de una pasión, Fernando Serrano Migallón ya tiene la intención de actualizarlo para incluir los sexenios de Felipe Calderón (2006-2012), Enrique Peña Nieto (2012-2018) y Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), que ha seguido de cerca.

“De Calderón me sorprendió mucho, porque lo preguntó a muchos historiadores, si convenía que gritara ‘¡Viva Iturbide!’, porque nunca había habido un grito de ‘¡Viva Iturbide!’, y él preguntó si valía la pena, porque Agustín de Iturbide es el prototipo del conservadurismo mexicano”, comenta.

Tras abandonar este idea, en Calderón recayó también la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, ceremonia que no dejó a Serrano Migallón buen sabor de boca.

“Al inicio se planteó un programa muy interesante en el Zócalo que era, con todos los medios modernos que hay, poner antes de que saliera el Presidente a dar su grito, poner en el balcón los gritos de todos los presidentes”, recuerda.

“Yo creo que por miedo a destacar a los presidentes priistas, se prefirió no hacerlo, porque hubiera tenido que destacar a Calles, a Obregón, a Carranza, a Cárdenas, entonces prefirieron pasar eso por una omisión y se redujo a un desfile absurdo que parecía una parada de un parque de diversiones norteamericano, más que un desfile patriótico”, critica.

El sexenio de Peña Nieto, por otro lado, tuvo gritos apegados al guión, pero sin conciencia histórica.

“En un Gobierno que fue muy formalista en todo, con una imagen que no correspondía a la realidad, ni personalmente, ni en su matrimonio, ni en sus actitudes, ni en su forma de comportamiento, el Grito fue muy tradicional, con muy poca innovación”, evalúa.

“Y, sobre todo, muy poca idea de lo que es. A mí lo que sí me preocupa de los políticos actuales, o de las últimas generaciones, es ese divorcio del sentimiento popular con lo que significa el País en manos de un formalismo poco emocional”, lamenta.

Un cambio de arenga
El Presidente Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como el único Mandatario que incluyó un “¡Muera!” en la ceremonia del Grito, dirigido a la corrupción, al clasismo y al racismo.

“De López Obrador no me gustó nunca cómo era. En una fiesta alegre, hay que gritar un ‘¡Viva!’ y hay muchísimas cosas muy agradables que ensalzar, en contra de algunas que hay que criticar, pero hay muchos momentos para hacerlo”, opina Serrano Migallón.

“El pueblo se desconcertó, porque después de cuatro, cinco, ‘¡Vivas!’, en un ‘¡Muera!’ no supieron qué había que contestar”, explica.

En su conferencia mañanera de este viernes, López Obrador afirmó lo contrario, asegurando que la gente siguió su pauta correctamente.

“El poder gritar ‘¡Viva la Independencia!’ ahora sí tiene sentido”, dijo un día antes.

Este 2024, no obstante, López Obrador dará su último grito tras la aprobación de la Reforma Judicial y en medio de la oleada de violencia en Sinaloa que obligó a cancelar el Grito a nivel estatal.

“Hay un encono en la sociedad mexicana, que lo que más coraje me da es que empezó como una encono artificial, sin razón real”, denuncia Serrano Migallón.

Especialista en derecho constitucional y derechos humanos, el académico se muestra también en contra de cómo se llevó a cabo la reforma.

“Evidentemente, el Poder Judicial tiene que ser reformado, como todos, pero si vemos, en el problema de administración de justicia, el último y el que menos culpa tiene es el Poder Judicial; más tienen las policías, los investigadores, las procuradurías y, por último, por muchos problemas y muchos defectos que tenga, el Poder Judicial; no había que empezar por ahí”, reflexiona.

“Se ha planteado de una manera que ha creado un problema profundo entre los mexicanos, que necesitamos todo menos tener diferencias entre nosotros”, lamenta.

En este contexto, si el espíritu original del Grito de Independencia se mantiene, este 15 de septiembre habría, al menos, un respiro ante el encono y el desconcierto.

 

Texto e imagen: Agencia Reforma