24 octubre,2024 7:58 am

Fueron 68 los muertos en el huracán Otis según la última cifra de la FGE

Familiares de marineros desaparecidos, aún en la incertidumbre y sin apoyo oficial. Todavía no aprueba el Cabildo los nuevos lineamientos de construcción anti huracanes. Los contratistas hacen los cálculos con las “velocidades anteriores”, alerta especialista. En la zona Diamante siguen abandonados grandes condominios; tuvieron daños 25 mil de 40 mil departamentos. Continúa cerrada la plaza comercial La Isla

Acapulco, Guerrero, 24 de octubre de 2024. El total de muertos por el huracán Otis es 68 personas, de los cuales 29 son marineros, es decir el 43 por ciento de las víctimas del meteoro del 25 de octubre de 2023 murieron en el mar, de acuerdo con la Fiscalía General del Estado (FGE) que respondió a una solicitud de información de este periódico.

A un año del paso del huracán categoría 5 que dejó a la ciudad devastada, la lista oficial precisa que los lugares en los que más hubo muertos son la Base Naval, la Marina Acapulco y las playas Tlacopanocha y La Angosta. Además, fallecieron 11 mujeres, tres extranjeros, y los restos de seis personas aún siguen en resguardo del Servicio Médico Forense (Semefo). El total de fallecidos reportados por la FGE es 30 por ciento mayor a los 52 muertos dados a conocer por los gobiernos federal y estatal.

Los fallecidos documentados

De los primeros muertos documentados por El Sur se encuentra el cuerpo de un hombre en el camellón de la avenida Costera, en la zona del Malecón, donde quedó tirado al menos 48 horas después del paso del meteoro.

Se escribió sobre el derrumbe de la colonia 20 de Noviembre, donde murieron Karla Galeana García, y sus tres hijos, Dana de 21 años, Victoria de 12 e Ian Tadeo de 2 años, y sigue desaparecido el esposo y papá, Víctor Bautista Romero.

Un alud en la colonia Nueva Era, de la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo, mató a Arely, una joven de 16 años, pareja de Ángel Trinidad Ortega, quien sigue desaparecido junto con su hermana Camila de Jesús y su mamá Yanet Ortega González. Semanas después se encontró en el mar el cuerpo de Estefanía Baez, amiga de Yanet.

En la colonia Revolución del Sur, ubicada en la parte alta de la Francisco Villa, murieron nueve personas, seis de una familia, dos de otra, Cirila Santos y su hijo Francisco Chinito Santos, y un trabajador de la segunda familia, Sergio Rivera Alarcón, alias William.

En Pie de la Cuesta murió ahogado dentro de su negocio de pizzas Isidro Infante Núñez, y en Luces del Mar, la caída de una pared mató al soldado activo de la Base Aérea, Jesús Nabor, igual razón por la que murieron Lucía de 70 años y Roque de 45 años en la colonia Icacos.

La FGE informó de la muerte de una niña en Xaltianguis, que fue arrastrada por el río y este periódico dio a conocer el 31 de mayo el testimonio de las enfermeras del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Vicente Guerrero, donde murieron seis personas que estaban conectadas para recibir apoyo ventilatorio para respirar; una solicitud de información al Instituto enlistó 9 muertes registradas el 25 de octubre.

Los marineros

Numerosos marineros murieron en el Club de Yates y en zonas aledañas, y algunos cuerpos fueron hallados en los días posteriores, como el capitán de la embarcación La Orca, Alejandro Marcelino Herrera Ramírez, el 28 de octubre.

El último hallazgo fue el capitán de la embarcación Vida, Mauricio Adrián Bibiano Ochoa, el 3 de diciembre en Punta Bruja, a partir de esa fecha la cifra oficial de desaparecidos se estancó en 32 y la de los fallecidos en 52, aunque en algunas conferencias matutinas la cantidad de personas no localizadas descendió a 31.

De la Secretaría de Marina (Semar), murieron el primer maestre del cuerpo general, técnico en maquinaria naval, Daniel Juárez Juárez; el segundo maestre del servicio de ingeniero de la armada tornero Víctor Hugo Rivera Guzmán y el  tercer maestre del servicio de administración e intendencia naval, oficinista Adelfo González López.

Otras historias

En los primeros días se escucharon varias historias de muertes que no pudieron ser corroboradas, por ejemplo, los fallecimientos durante los saqueos, pero sólo se pudo obtener el testimonio del encargado de despacho de la dirección de Bomberos de Acapulco, Raúl Noyola Rocha, quien precisó dos muertes en una sucursal de MerzaPack.

El Sur realizó solicitudes de información a distintas instituciones para conocer el número de muertes a causa del huracán Otis y distintas características que pudieran dar la perspectiva de quiénes fueron las víctimas, como el sexo, la edad, la colonia o comunidad donde ocurrió la muerte y la causa de muerte.

El Ayuntamiento de Acapulco respondió: “falta de competencia para atender su solicitud de información derivado que el Sujeto Obligado podría ser la Fiscalía General del Estado de Guerrero, ya que es la que se encarga en la investigación de personas desaparecidas”.

La Secretaría de Salud (Ssa) estatal reportó cero muertes dentro de los hospitales de Renacimiento y El Quemado.

La lista de la FGE

La FGE contestó la solicitud de información con una lista de 68 muertes, todas son por asfixia por sumersión o por traumatismo craneoencefálico, a excepción de un músico de 68 años que murió el 9 de noviembre de 2023 tras un infarto en el acceso del hotel Holiday Inn del bulevar de las Naciones.

Son 56 hombres y 11 mujeres, de esta última cifra una es la estudiante de 16 años de la colonia Nueva Era y otras tres son la familia de la 20 de Noviembre junto con el varón de dos años; el otro bebé fallecido por Otis es la niña de dos años de Kilómetro 30.

Una adulta mayor de 85 años murió en el asilo de ancianos de la colonia La Poza, otra de 89 en la villa de los ancianos Coloso y una más de 74 en la colonia La Fábrica por traumatismo craneoencefálico.

Una joven de 29 años murió en el fraccionamiento Las Playas, otra mujer de 52 años en el mismo asentamiento urbano y otra de 61 por “conjunto de traumatismos” en la colonia Renacimiento.

Una persona es reportada sin sexo y otras seis la FGE reporta con datos ausentes que se encuentran en resguardo del Semefo, uno de ellos es un hombre que murió por asfixia por sumersión “bajo el puente de Costera a la altura de El Zorrito”.

De otro varón sólo se informa que falleció por traumatismo craneoencefálico “a un costado de la Farmacia del Ahorro” de la colonia Colosio, uno más por politraumatismo en la avenida Costera, otro en Parque de la Reina, uno más en playa Tlacopanocha y del sexto sólo se sabe que es un hombre.

Son tres extranjeros, uno de ellos es un hombre de 59 años del que la FGE sólo informa que es “extranjero”, es empleado, murió por asfixia de sumersión y su lugar de muerte es por la zona de la estatua de Tin Tan; el otro caso es un canadiense de 78 años, empleado que murió el 27 de octubre en el condominio Villamar en el fraccionamiento Las Playas por “traumatismo profundo en cuello”; y el tercero caso es otra víctima con la misma nacionalidad, sexo, edad y profesión, murió por traumatismo craneoencefálico severo en la playa La Angosta.

Resalta que algunos puntos de la ciudad concentran varios muertos, uno fue la Base Naval, donde fallecieron siete personas, tres de ellos son elementos de la Semar, dos empleados de 27 y 39 años, un marinero de 43 años, un capitán de yate de 67 años.

La FGE reporta siete muertes en Walmart Caleta, que se ubica frente la Marina Acapulco, a un costado del condominio Los Cocos, en la avenida Costera, todos hombres de profesión marinero, capitán o empleado, de 23, dos de 52, dos de 56 y dos de 62 años.

En la Marina Acapulco son reportadas dos muertes, el capitán del yate Side by Side de 23 años, quien falleció el 27 de octubre, y un militar retirado de 50 años.

En la playa Angosta, además del canadiense de 78 años, murieron cinco hombres: un ayudante de yate de 48 años, un capitán de barco de 26 años, dos marineros de 26 y 31 años, y dos empleados de 20 y 78 años.

En el fraccionamiento Las Playas, además de las dos mujeres y el canadiense, murieron cuatro personas más: un capitán de yate de 67 años, un empleado del yate Acarey de 29 años, un empleado de 28 años por traumatismo craneoencefálico; el capitán del Acarey de 58 años fallecido el 26 de octubre; y en la playa Caleta pereció un marinero de 22 años.

En la playa Tlacopanocha, además del individuo sin datos, murieron cinco personas, dos capitanes de barco de 72 años, dos capitanes de yate de 31 y 47 años, un marinero de 26 años el 27 de octubre,

En la playa Manzanillo murió un capitán de barco de 26 años y en el Paseo del Pescador un empleado del yate Hendrix de 20 años.

En la calle 13 de la colonia Icacos murió un hombre de 45 años, otro varón de la misma edad también falleció en esta colonia y uno más de 72 años.

En Pie de la Cuesta, “a la altura del muelle pasando el restaurante El Paraíso”, murió un comerciante de 62 años, y dos hombres más, un capitán de yates de 59 años y un comerciante de 62 años “no identificado”.

Frente a la terminal marítima, murió un empleado de la Marina de 25 años y en el Club de Yates, murió un capitán de yates de 67 años.

Los demás lugares son el Zócalo de Acapulco, donde murió un hombre de 71 años a causa de sumersión; el fraccionamiento Las Palmas, donde falleció un empleado de 27 años; la colonia La Libertad, donde falleció un químico biólogo de 55 años; y La Varadero, laguna de Tres Palos, donde murió el capitán del Acarey de 43 años, aunque existe el registro con la misma profesión del hombre que falleció en el fraccionamiento Las Playas.

Familiares de marineros desaparecidos durante Otis, aún en la incertidumbre y sin apoyo oficial

En la incertidumbre y sin apoyo se encuentran familiares de marineros desaparecidos durante el paso del huracán Otis. A un año del fenómeno que les cambió la  vida, no se han encontrado restos de alguno de ellos y no avanza el proceso legal que les permita obtener una pensión económica.

Los familiares de los marineros extraviados en el mar de Acapulco no son reconocidos como víctimas y no reciben ningún tipo de apoyo psicológico, jurídico y económico porque la legislación no incluye los casos por fenómenos naturales.

Imágenes de los daños ocasionados por el huracán Otis el 25 de octubre del 2023 en el fraccionamiento Las Playas. Foto: Jesús Trigo

Representantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se comprometieron a agilizar los trámites legales, pero casi ningún familiar ha obtenido el acta de ausencia.

Es el caso de Cristina Sánchez Camacho, esposa de Fernando Esteban Parra Morales, uno de los cuatro tripulantes del yate Litos, que desapareció en el mar al salir de la marina Majahua, de Puerto Marqués. La lista oficial de desaparecidos es de 32 personas, de las cuales 27 eran marineros.

Fernando tenía 39 años cuando pasó el huracán categoría 5, su caso resonó internacionalmente porque grabó un video en el que muestra el inicio de la calamidad en el mar.

Cristina vio ese video tres días después porque no había señal telefónica, “Acapulco era un caos, no había información, las autoridades se vieron sobrepasadas”, contó a El Sur este martes afuera de la Base Naval, donde se llevó a cabo una más de las reuniones semanales con la Secretaría de Marina (Semar).

Su preocupación comenzó cuando pasaron las horas y Fernando no llegaba a la casa, un sobrino fue a Puerto Marqués a buscarlo, pero le dijeron que la embarcación se hundió, sólo el capitán de máquinas, o sea Fernando, llegó a Caleta.

Cristina acudió a la Capitanía del Puerto, la Base Naval y los refugios, pero en ningún lado le dieron información y nunca obtuvo una lista oficial de desaparecidos.

“A un año no ha habido mucho avance”

Desde el 25 de octubre de 2023, la vida de Cristina está “detenida, lo que una persona normal hace es tratar de seguir con su vida normal y hacer lo que se puede, pero realmente en una situación así, lo que sientes es que no avanzas realmente porque a un año no ha habido mucho avance”.

Fernando era el sustento de la familia conformada por dos hijos, Cristina ha intentado buscar un trabajo, “pero la situación económica no está en su mejor punto” y por la falta del acta de ausencia no ha podido desbloquear las cuentas bancarias de su esposo.

“De los 24 juicios que supuestamente están pendientes para obtener el acta de ausencia, nada más han salido cuatro y algunos, creo dos, tres, todavía no han iniciado ni el juicio. Está todo detenido”.

En meses pasados, representantes del gobierno federal acudieron a las reuniones de los martes y “se hicieron compromisos que ahorita pues ya nos dimos cuenta que no se van a poder llevar a cabo y que no se están cumpliendo; o sea, dijeron que en un máximo de dos meses iban a salir todas las sentencias y eso no fue verdad”.

Los funcionarios federales dijeron que todos iban a tener pensiones y que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se iba a encargar de hacer los requerimientos y las actualizaciones y las multas.

Pero hace dos meses fue otra representante que “nos comentó que no, que así no es, que nosotros tenemos que hacer un juicio contra los patrones y ya ganando el juicio, entonces nosotros vamos a ir al Seguro Social y ellos se van a encargar de hacer todo”, lamentó Cristina entre risas al recordar las contradicciones gubernamentales.

“Nosotros ya hubiéramos a lo mejor iniciado el juicio y ya lleváramos algo avanzado, no que todos nos detuvimos y todos nos confiamos en que ellos nos iban a llevar los procedimientos como prometieron”; desafortunadamente no hay ningún documento firmado que evidencie los compromisos no cumplidos.

La situación es más complicada para los jóvenes marineros que no contaban con seguro social, por lo que necesitan empezar una demanda contra los dueños de los yates, pero para llevarla a cabo necesitan primero el acta de ausencia.

Fernando sí estaba asegurado, por lo que su esposa confía en obtener una pensión para sus dos hijos.

La ayuda “sesgada”

En marzo pasado, el entonces titular de la Semar, José Rafael Ojeda Durán, ofreció contratar a familiares de marineros desaparecidos como una forma de apoyarlos, pero la condición de ser menor de 30 años anuló la posibilidad para la mayoría, entre ellos, Cristina, de 40 años, quien consideró que esta ayuda fue “sesgada”.

Asimismo, en su periodo como titular de la Fiscalía Estatal del Estado (FGE), Sandra Luz Valdovinos refirió a los familiares con la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEAAV) para que recibieran apoyos sicológico, jurídico, médico y económico, pero de todo ello sólo recibieron algunas terapias en el estacionamiento de la dependencia o en oficinas prestadas.

“No nos han reconocido como víctimas porque ellos dicen que nosotros somos víctimas de desaparición forzada y que no hay nada que legisle una desaparición de un desastre natural”, criticó Cristina y planteó actualizar la ley.

Como informó El Sur al día siguiente, Cristina y Enrique Andrade Rodríguez, hermano de Abigail Andrade Rodríguez, la desaparecida anfitriona del yate Litos, acudieron el 14 de agosto al Palacio de Gobierno en Chilpancingo para entregar una solicitud de ingreso al padrón de víctimas, pero tampoco obtuvieron una respuesta positiva.

“Nunca hemos tenido un acercamiento directamente ni con la presidenta municipal (Abelina López Rodríguez ni con la gobernadora (Evelyn Salgado Pineda)”.

Reconoció la ayuda que han recibido de buscar a sus familiares en el mar, las jornadas sólo han sido suspendidas por el huracán John, pero consideró que éste es el único apoyo que han recibido y las reuniones semanales.

–¿A ti qué te motiva a seguir viniendo?

–Pues el amor, quiero hacer lo que está en mis manos para encontrarlo, obviamente mi mente me dice las probabilidades, en la Marina nos manejan cifras y la información de acuerdo con los instrumentos que ellos tienen de las corrientes, de lo que se va alejando.

“Es lógico, si al inicio no encontraron nada, pues ahorita ya es casi imposible, pero no sé, creo que no es fácil simplemente dar por hecho de que ya y ahí se quedó; el día de mañana yo quiero que mis hijos tengan un lugar donde dejar flores o algo, mi motivación más fuerte es él, porque yo sé que él movería cielo, mar y tierra por mí”, dijo la joven madre con una voz entrecortada y los ojos llorosos.

En nueve horas Otis pasó de tormenta tropical a convertirse en un destructor huracán categoría 5

Hace un año, a las 9 de la mañana Otis era una tormenta tropical, que en 9 horas pasó de categoría 1 a un poderoso y destructor huracán categoría 5, que afectó todas las edificaciones y servicios públicos en Acapulco y en Coyuca de Benítez.

De acuerdo con la información histórica disponible en la página de internet del Servicio Meteorológico Nacional, el ciclón comenzó a ser vigilado el 14 de octubre, cuando era una zona de inestabilidad localizada al sureste de las costas de Chiapas, y tres días después se convirtió en una zona de baja presión a 700 kilómetros al este-sureste de la desembocadura del río Suchiate, en la frontera de México y Guatemala.

Fue hasta el 22 de octubre a las 9 de la mañana que formó la depresión tropical Dieciocho-E a 850 kilómetros al sur-sureste de Acapulco, y seis horas después recibió la tipificación de tormenta tropical, 50 kilómetros más cerca de la ciudad.

Ese día a las 9 de la noche se ajustó su trayectoria con desplazamiento al noroeste y que podría impactar como tormenta en la costa de Guerrero.

Para las 3 de la madrugada del siguiente día, la tormenta presentaba desplazamiento al norte y 12 horas después cambió hacia el nor-noroeste, aproximándose al estado, a 490 kilómetros al sur-sureste de Acapulco y con una mejor organización ciclónica.

A las 3 de la madrugada del 23 de octubre ya presentaba rachas de viento de 120 kilómetros por hora y a las 6 de la mañana su centro estaba a 280 kilómetros al sur-sureste de Acapulco.

Al llegar los primeros minutos del 24 de octubre Otis continuaba como tormenta, pero a mediodía se intensificó a huracán de categoría 1 a 235 kilómetros al sur-sureste de Acapulco, con rachas de 155 kilómetros por hora.

El informe añade que el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos envió un vuelo de reconocimiento y a la 1 de la tarde determinó que los vientos máximos sostenidos habían incrementado aproximadamente hasta 175 kilómetros por hora, porque el sistema permaneció en un ambiente propicio para su fortalecimiento “con débil cizalladura vertical del viento y temperatura superficial del mar cercano a los 30 grados”.

A la una de la tarde Otis ya era huracán categoría 2, a 220 kilómetros al sur-sureste de Acapulco, dos horas después alcanzó la categoría 3 a 185 km al sur-sureste del puerto, y a las 6 de la tarde ya era categoría 4, a 135 kilómetros de distancia, vientos máximos sostenidos de 230 kilómetros por hora y rachas de 280.

A las 9 de la noche el SMN ya lo había reclasificado a categoría 5, a 90 kilómetros al sur-sureste de Acapulco, con rachas de 315 kilómetros por hora, a las 12 de la noche estaba a sólo 25 kilómetros de distancia, y 25 minutos después de la medianoche se registró que tocó tierra e incrementó “ligeramente su velocidad de desplazamiento al aproximarse a Acapulco, debido al impulso recibido en el flujo medio al desplazarse sobre la periferia del anticiclón que se localizaba sobre el sureste de México”.

Para las 3 de la madrugada del 25 de octubre el huracán ya había disminuido a categoría 4, a 40 kilómetros al nor-noroeste de Acapulco. El mismo día, a las 6 de la mañana pasó a huracán 2 y tres horas después se degradó a categoría 1, para finalmente disminuir a tormenta tropical a las 12 del día y a baja presión remanente 3 horas después, pero el ciclón ya había dejado graves daños que un año después aún pueden observarse en colonias populares, las áreas urbana y suburbana, así como las zonas turísticas de la Costera y Diamante.

Otis se llevó sus casas y les dejó miedo y ansiedad, dicen damnificados de la colonia 20 de Noviembre

Temor o ansiedad sufren cada vez que llueve los vecinos de la calle Juan N. Álvarez y el andador Cuauhtémoc de la colonia 20 de Noviembre, quienes cuentan que hace un año sobrevivieron “de milagro” o “porque Dios lo quiso así” a un alud de toneladas de tierra y rocas que entraron a sus casas y causaron la muerte de una mujer y sus tres hijos, cuyo padre sigue desaparecido. A un año del huracán Otis, la casa de dicha familia continúa en ruinas, en medio de escombros y avisos pintados por las autoridades con la leyenda “Precaución, zona de alto riesgo, inhabitable”.

El señor Fernando Serrano muestra su casa que continúa enterrada por tierra y rocas en la colonia 20 de Noviembre, a un año de Otis. Foto: Yee Trujillo

La casa del andador Cuauhtémoc donde desapareció el señor Víctor Bautista Romero, de 41 años, y fallecieron su esposa, Karla Galeana García, y sus tres hijos: Ian Tadeo, de 2 años, Victoria, de 12, y Dana, de 21 años, a simple vista tiene huecos en las paredes, que rompieron las rocas, en dos de los tres niveles de la propiedad. Desde el andador aún se observan adentro piedras de hasta más de un metro y algunas pertenencias.

El primo del señor Víctor, Fredy Martínez, quien vive en contraesquina de la propiedad, urge a los tres órdenes de gobierno que consideren una prioridad la demolición porque quedó muy afectada, agrietada, y está inclinándose hacia atrás. Dijo que tiene temor de que caiga un pedazo de losa o pared porque “no vaya siendo la de malas o la desgracia de que vayan pasando personas o niños y llegase a pasar a otro incidente, a parte del que ya sucedió”.

Contó que el gobierno municipal es el único que ha apoyado, que se acercó para el desazolve, demolió una piedra que quedó en la parte trasera de la casa, y que en mayo puso los señalamientos, acudieron trabajadores de Protección Civil y bomberos con la alcaldesa Abelina López Rodríguez para hablar de la demolición y posteriormente topógrafos y otras personas.

Dijo que el gobierno estatal no se ha acercado para tratar de contribuir y dar una solución al problema, y el Ayuntamiento afirma que se requieren muros de contención para demoler la casa y rescatar el andador, pero “como dice el dicho: nos dijeron que lo harían, pero no dijeron cuándo”.

En diciembre del año pasado, la Fiscalía General del Estado suspendió las labores de búsqueda de su primo e informó que lo buscarían en el mar. “Si no lo encontraron aquí en todo este tiempo, en el mar mucho menos lo van a encontrar, yo siento que fue carpetazo”, recriminó, y añadió que nunca hubo una investigación con tecnología o cámaras térmicas. Consideró que para descartar que se encuentra ahí se debería levantar el escombro y tierra –que tiene unos 3 metros de profundidad, a decir a los vecinos–, pero que se necesitaba maquinaria pesada y “hasta ahí quedó”.

Horas antes del huracán, esa trágica noche las víctimas habían celebrado el cumpleaños de Dana, estudiante de Odontología, en una casa con alberca de la misma calle. Los vecinos cuentan que regresaron alrededor de las 10 de la noche y el novio de la joven volvió a la colonia en medio de la lluvia cuando recibió un mensaje de ella diciendo que tenía miedo, pero ya no pudo verla, y él mismo tuvo que ser auxiliado por otro vecino en medio de la corriente, el viento y la oscuridad.

En memoria de las víctimas, hay misas por el novenario de cabo de año en la iglesia de La Garita y el viernes será la última en la colonia.

A unos metros de esta casa, otros vecinos recuerdan los momentos que vivieron con el temor de no sobrevivir, porque algunos quedaron momentáneamente atrapados por el lodo, y otros fueron rescatados semienterrados al siguiente día. Dan gracias por haber sobrevivido, a pesar de las pérdidas materiales. En la calle Juan N. Álvarez, casi de frente al andador Cuauhtémoc, al menos dos casas se inundaron completamente en la planta baja con piedras y tierra.

“De milagro sobreviví”, cuenta con voz temblorosa la adulta mayor María Peñaloza Esparza, quien sufre ansiedad y miedo con el ruido de la lluvia, ya acudió al médico y a “curarse de espanto” en su pueblo, porque durante Otis escuchaba los retumbidos de piedras que bajaron por el andador. Una roca derrumbó un muro de tabicón y bloqueó la puerta principal de su casa.

Sentada en su cama sintió como quedó enterrada de un brazo y un pie y, como pudo, logró zafarse, recordó dónde estaban las llaves de la puerta trasera, y un sobrino que vivía a un costado se refugió con ella.

Ha perdido casi 20 de los 73 kilos que pesaba antes del desastre, todos sus muebles se dañaron, no ha podido terminar de limpiar la planta baja de la casa, con el apoyo federal construyó un muro de piedra frente a su fachada y se mudó al primer piso.

A un costado de la propiedad de doña María pareciera que hay una casa sin daños, pero debajo del patio -que en realidad es una losa- está la vivienda de una señora de unos 75 años y su hijo una veintena de años menor, quienes quedaron semienterrados con la tierra hasta el pecho y fueron rescatados al día siguiente también por una puerta trasera.

En la esquina del andador y la calle, frente a la casa de doña María, la del señor Fernando Serrano Medel quedó inhabitable y dos camionetas que estaban en la cochera quedaron cubiertas de tierra, mientras que unas motos acuáticas con las que trabaja en la playa logró moverlas para evitar que se las llevara la corriente. Él estaba solo con sus perros porque su hermano Aníbal y su cuñada se fueron a cuidar a su padre ante la llegada del huracán. El andador divide su propiedad y la de la familia del señor Víctor.

El hombre, quien padece diabetes, sintió que la mitad de la casa se llenó de piedras y como pudo fue saliendo, herido, con una lámpara y con ayuda de los vecinos. Escuchó “un fuerte tronido nada más, ya cuando vi ya estaba todo aquí, a mí me quedó a un metro, tal vez, la piedra, y pues me salvé pues porque Dios lo quiso así; yo ya estaba vencido”, dice con tristeza parado en la tierra que rodea su casa hasta el techo.

Una de las rocas que cayó en su casa pesa unas 50 toneladas y con el apoyo federal apenas le alcanzó para limpiar la cochera, quebrar piedras y poner rejas. Ahora vive con sus padres, porque se requiere mucha inversión para reparar su casa y la de su hermano, y “no hay manera” por la falta de turismo en las playas.

“La verdad ya queda uno mal porque cada vez que hace un poco de aire ya presiente uno que viene otra vez”, dijo sobre su estado emocional, y ejemplificó que durante el huracán John se fue con otros familiares a la Llave de Agua porque temían que cayeran rocas en casa de su padre.

En la siguiente casa, la joven Noemí cuenta que durante Otis fue a la planta baja de la casa, se quedó “impactada” y en un primer momento no quiso decirle a sus padres, su abuelita y su hermano de la magnitud de los daños, que inclusive el portón y la puerta principal estaban abiertos por el fuerte viento, la tierra, piedras, y el automóvil de su mamá que habían comprado con esfuerzo no se veía, porque fue aplastado y arrastrado a un canal.

Contó que escucharon gritos y con su padre salieron, pero el viento los arrastraba, y como pudieron, con ayuda de su hermano, ayudaron a un vecino al que le había caído una piedra en el pie y cuyos perros murieron.

Con voz entrecortada, recordó que, al lado de la casa donde falleció la familia del señor Víctor, sus abuelos paternos quedaron prácticamente encerrados por las piedras y se cayó una barda, pero no les pasó nada, y “estamos muy agradecidos con Dios por eso, por la vida de ellos porque sabemos, realmente comprobamos, que Dios los cuidó”.

Expuso que fue “una situación muy crítica”, que estuvieron gritando los nombres de sus vecinos “y nada, y nada”, tenían la esperanza de que esa noche se hubieran ido de la casa, pero después se recuperaron los cuerpos.

Destacó que hubo mucho apoyo y unidad entre los habitantes de la calle, además del gobierno municipal para limpiar con maquinaria pesada, las despensas que entregó el ex presidente Andrés Manuel López Obrador porque “estábamos muy mal” y otras veces entre vecinos compartían alimentos, aunque falta un muro de contención en la zona.

Aún no aprueba el Cabildo los nuevos lineamientos de construcción anti huracanes

A un año de la catástrofe ocasionada por el huracán Otis, el Cabildo de Acapulco no ha aprobado el nuevo reglamento de construcción que debe establecer la velocidad máxima de vientos para las estructuras, el reforzamiento de las fachadas para soportar esa velocidad y la integración de normas de sustentabilidad.

El proceso de modificación del reglamento se estancó en la aprobación de medidas emergentes que han sido cumplidas “de manera muy esporádica”, los contratistas foráneos hacen cálculos estructurales, pero tomando en cuenta “las velocidades anteriores” a las nuevas medidas, advirtió el coordinador técnico del Comité Técnico de Desarrollo Urbano, Humberto Díaz Díaz.

Los lineamientos de construcción del gobierno estatal “no dicen absolutamente nada”, por lo que urge aterrizarlos en el reglamento de construcción y homologarlo con la aún pendiente actualización del Plan Director Urbano, planteó el arquitecto. El Plan Director va a incluir proyectos para reforzar la infraestructura que le hace falta a Acapulco ante los problemas de huracanes, comentó.

Edificios en la avenida Costera en imagen del 25 de octubre tras el paso del destructor huracán Otis de categoría 5. Foto: Jesús Eduardo Guerrero / Archivo

Los lineamientos de construcción del estado

A raíz del desastre ocasionado por Otis, el gobierno estatal emitió el 14 de diciembre de 2023 el Decreto de los Nuevos Lineamientos para la Construcción en la Franja Costera del Estado de Guerrero, que establece, entre otros puntos, que las edificaciones deberán ser diseñadas para soportar vientos de hasta 300 kilómetros por hora, la cancelería de material ligero deberá ser reforzada y los ventanales tendrán protección anticiclónica; también prohíbe el uso de espectaculares.

El decreto causó controversia entre algunos gremios, por ejemplo, el Colegio de Ingenieros Arquitectos del Estado de Guerrero, porque consideraron que el gobierno del estado no tenía las facultades para emitir lineamientos de construcción.

La secretaria de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Ordenamiento Territorial, Irene Jiménez Montiel, replicó que sí se justificaba por el “estado de emergencia”, además de que el decreto fue “consensado” con los Ayuntamientos de los municipios costeros de Guerrero.

El 6 de abril del 2024, los diputados locales integrantes de la Comisión de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, presentaron a la plenaria el decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley Número 790 de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del Estado de Guerrero, decreto que fue publicado el 14 de mayo del mismo año.

El segundo artículo transitorio establece que “a partir de la entrada en vigor de este Decreto, las autoridades estatales y municipales deberán crear o armonizar los reglamentos de construcción, fraccionamiento de terrenos y servicios públicos municipales, así como, las demás disposiciones legales y reglamentarias relacionadas con esta Ley, en un plazo no mayor a ciento ochenta días hábiles”.

El 18 de junio, el Congreso local también aprobó la Ley de Atención a Desastres, Reconstrucción y Recuperación del Estado y el 22 de agosto la Ley de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil,

La “ambigüedad” en la construcción en Acapulco

Unas semanas después del paso del huracán, los colegios de profesionistas se reunieron con funcionarios municipales, “atendiendo al llamado del gobierno del estado de los lineamientos que expusieron, que son de orden muy general, no dicen absolutamente nada esos lineamientos, y habría que aterrizarlos en el reglamento de construcción”, relató el coordinador técnico del Comité Técnico de Desarrollo Urbano, Humberto Díaz Díaz.

Sólo se aprobaron en febrero pasado medidas emergentes de construcción en la Comisión de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Ayuntamiento de Acapulco, pero “no se difundieron correctamente en la población, en los cuerpos colegiados, porque todo mundo estaba esperando la actualización del reglamento de construcción”.

“Mientras sigamos así, con medidas emergentes, no establecidas perfectamente como reglas claras para diseñar y construir, pues seguiremos en esa ambigüedad”, dijo ayer por teléfono.

El arquitecto planteó que el nuevo reglamento de construcción debe establecer la velocidad máxima de vientos para las estructuras; cómo reforzar las fachadas para soportar las rachas de viento a esas velocidades; y cómo integrar algunas normas de sustentabilidad, de eficiencia de energía eléctrica en las construcciones, “estamos consumiendo muchísima energía en los proyectos, las obras, y necesitamos eficientar el consumo de energía buscando soluciones a través de energías limpias, sobre todo”.

Pese a la ambigüedad por la falta de aprobación de un nuevo reglamento, Díaz Díaz comentó que “la autoridad está restringiendo la autorización de los anuncios espectaculares, eso ha sido positivo, aunque hay algunos todavía presentes, los vemos sobre todo ahí en la Costera, en los mercados como El Pueblito”.

“Y por otro lado, pues de manera muy esporádica, sí se están cumpliendo los otros lineamientos en cuestión de reforzamiento de fachadas y los calculistas ya están tomando en cuenta para el cálculo de sus estructuras, la velocidad del viento”.

Sin embargo, aún falta el nuevo reglamento de construcción porque muchos profesionistas que son de fuera de Acapulco llegan a la ciudad, hacen cálculos estructurales y “toman en cuenta las velocidades anteriores porque no conocen las medidas emergentes”.

Señaló que la autoridad responsable de vigilar que se cumplan las medidas emergentes es la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas.

La pendiente actualización del Plan Director Urbano

Además de la aprobación de un reglamento de construcción, puntualizó Díaz Díaz, hace falta la actualización del Plan Director Urbano “que lleva aproximadamente más de dos años, increíblemente más de dos años, y que no hay interés por terminar esa actualización, más ahora que lo necesitamos después del segundo huracán”.

El Plan Director Urbano fue aprobado en 2020 con “muchas observaciones” en sustitución del que se tenía desde 1998 después del huracán Paulina, y su actualización pudo haber sido aprobada en 2023, pero se pausó por Otis, comentó en una entrevista en febrero pasado el presidente del Colegio de Arquitectos de Guerrero, Ricardo Muñoz León.

El arquitecto Díaz Díaz dijo que el Plan Director Urbano “tiene que estar homologado con el reglamento de construcción, entonces si no se termina el proceso de actualización del Plan Director, tampoco se termina el proceso de actualización del reglamento”.

El documento tiene que ser revisado primero por el Comité Técnico de Desarrollo Urbano que Díaz Díaz coordina, luego ser expuesto a consulta pública y finalmente entraría a la fase de aprobación.

Pero el Ayuntamiento de Acapulco no convoca al Comité Técnico desde hace cinco meses, “entonces desde ahí estamos hablando de esa falta de interés”, denunció el arquitecto.

Comentó que se sabe que la actualización del Plan Director Urbano contiene “la cartera de proyectos para reforzar la infraestructura que le hace falta a Acapulco ante los problemas de huracanes, de lluvias, de inundaciones, de todo este tipo de situaciones que vamos a tener prácticamente año con año”.

Por ejemplo, la construcción de canales fluviales para evitar futuras inundaciones en la zona de Llano Largo y El Cayaco, como la que acaba de ocurrir por el paso del huracán John porque las unidades habitacionales taparon el flujo natural del agua, proyectos presentados por Díaz Díaz en la sesión del Colegio de Arquitectos de Guerrero del 11 de octubre.

Y otros proyectos como presas gavión y el freno de las invasiones en las partes altas del municipio porque la policía estatal ya no vigila y el huracán John “demostró la cantidad de asentamientos irregulares que hay en las partes altas que provocaron esas grandes avenidas de tierra a la parte baja”, señaló el arquitecto.

En la zona Diamante la vida cotidiana y turística no se restablece a un año de Otis

A un año del impacto y la devastación del huracán Otis categoría cinco, en la zona Diamante de Acapulco el tiempo se detuvo, y los edificios con departamentos que llegaron a costar casi 50 millones de pesos continúan como estructuras de una obra negra, y aún tardarán al menos dos años en su reconstrucción.

Condominios de la avenida Las Palmas, en la zona Diamante, tras el embate de Otis en las dos primeras horas del miércoles 25 de octubre del año pasado. Foto: Jesús Eduardo Guerrero / Archivo

En la Costera Las Palmas, en donde antes del 25 de octubre, día del impacto del huracán, quienes vivían en los exclusivos y lujosos condominios de departamentos y salían a correr por las mañanas, o a pasear a sus perros por las tardes, son un ir y venir de camiones de volteo con escombros.

Según datos de la Asociación de Empresarios y Propietarios Riviera Diamante, que la integran 60 condominios de la zona Diamante, de 40 mil departamentos, en 25 mil hubo daños. En la administración y mantenimiento laboran 12 mil personas, y sumado a los de los hoteles de esa área suman en total 20 mil puestos de trabajo.

A lo largo de la vía, y en frente de los edificios de condominios hay decenas de automóviles  y motocicletas estacionados propiedad de los trabajadores. En los accesos de cada uno de los edificios hay guardias privados de seguridad, que cuidan y controlan el acceso. Algunos pocos hombres y mujeres limpian los jardines, y podan los árboles.

El ruido de la maquinaria pesada es fuerte pero no ensordecedor al acercarse a los edificios donde hay trabajos de reconstrucción. Pero hay algunos tramos de la Costera Las Palmas donde el silencio, da la impresión de estar en una zona totalmente abandonada como en los alrededores de la plaza comercial La Isla.

Uno de los pocos condominios que está rehabilitado, casi en su totalidad, es el Playamar Residencial, que consta de seis torres de 24 departamentos cada una, con un total de 144 departamentos y con precios desde los 8 millones de pesos. Los principales se presentaron en las ventanas, sin afectar la estructura del edificio de cemento.

A un costado está la Torre Marena de 27 pisos con 42 departamentos con un precio de 29 millones de pesos. El edificio se ha quedado solo con las estructuras metálicas, como si estuviera en construcción. Desde la playa solo se observa una grúa colocada en la parte superior del edificio.

Al lado está el condominio Costa Bambú de 14 pisos, en cada uno con cuatro departamentos con precios desde los 5 millones de pesos, que está en proceso de reconstrucción. Uno de los trabajadores comentó que los ingenieros han comentado que los trabajos tardarán al menos dos años más.

Dijo que la mayoría de sus compañeros vienen del Estado y la Ciudad de México, quienes han levantado ahora paredes de block en algunas zonas del edificio, donde antes había tablaroca. El  inmueble desde la playa se ve totalmente desmantelado. El mar debido al huracán John subió su nivel y sigue golpeando al pie de las albercas de los edificios, algunas palmeras de los jardines han caído. La imagen es dos o tres meses después del impacto de Otis.

Unos metros más adelante está la torre Mare desde el exterior no se ve movimiento alguno de los trabajos de reconstrucción. Las ventanas del edificio en forma de ovalada de  20 pisos y 107 habitaciones, siguen cubiertas de tablaroca. Según los precios de algunas inmobiliarias los departamentos tienen costos de 15 a 18 millones de pesos, pero el más lujoso llega a los 46 millones 900 mil pesos.

Pero no sólo los condominios a pie de la playa siguen desolados desde el impacto del huracán Otis. Los edificios ubicados en las áreas aledañas a la cancha de Golf del Club Vidanta siguen abandonados. El condominio la Laguna, se ve sin un solo trabajador. El complejo es de cuatro edificios con 12 pisos, en cada uno con 25 departamentos, dando un total de cien, y con costos desde los 6 millones de pesos.

Condominios de la Zona Diamante siguen inhabitados a un año de que los poderosos vientos del huracán Otis les causaran grandes daños. Foto: Carlos Carbajal

A la salida de la Costera Las Palmas está el complejo de los condominios de La Isla Residencial que es otro de los que está rehabilitado en una tercera parte y con pocos daños a la vista, debido a que su construcción es de cemento.

El restaurante Shu Acapulco reabrió el pasado 11 de octubre, aunque sólo servicio a domicilio o de pick up en un horario de 2 de la tarde a 9 de la noche.

En su portal web, de los diez complejos, tres están rehabilitados y con departamentos en venta  y renta, como el complejo Capri, un edificio de 11 niveles, cada departamento tiene un costo a partir de los 13.4 millones de pesos. En la plataforma Airbnb la renta de un departamento para una estancia de cinco noches mínimo es de 24 mil 204 pesos, más 4 mil 046 pesos de la tarifa de servicio de la plataforma y 500 pesos de limpieza.

Una de la usuarias que rentó uno de los departamentos comentó en la plataforma, “excelente estancia, el único inconveniente fue el huracán (Jonh) que nos pegó a media noche, literal en apartamento se sentía que saldría volando todo, ya que todo el frente es de cristal, pero en cuanto al apartamento y sus zonas de estar todo muy a gusto, el anfitrión siempre estuvo atento en todo”.

El secretario de Turismo, Simón Quiñones Orozco, informó que están realizando un concentrado de los condominios y las habitaciones que hay en la zona Diamante para conocer con certeza cuántos ya están rehabilitados, cuántos están en proceso de reconstrucción y cuantos más hay sin iniciar los trabajos, “porque hay mucha especulación”

Aseguró que la mayoría de los retrasos en la reconstrucción son la falta de pago de las pólizas de seguros, otros porque aún no terminan de concretar cómo reconstruirán y qué materiales se usarán para evitar los mismos daños en caso de otro huracán.

La Isla Shopping Village, de la zona Diamante, sin visos de reabrir, a un año de daños por Otis

Un año después de la devastación del huracán Otis, y la rapiña, el exclusivo centro comercial La Isla Shopping Village, ubicado en la zona diamante de Acapulco sigue cerrado y no hay información de que vaya abrir en los próximos meses.

En enero el director de la Promotora Turística (Protur), José Luis  Gonzalez de la Vega Otero, había informado que el centro comercial  reabriría  en julio con el 90 por ciento de las marcas y empresas que han estado en el exclusivo complejo, lo que no ocurrió. La plaza sigue cerrada, y solo la tienda departamental Liverpool está abierta.

Un vacío centro comercial La Isla, ubicado en la Zona Diamante de Acapulco, un año después del paso del huracán Otis. Foto: Carlos Carbajal

El complejo está ubicado a la salida de la Costera Las Palmas con el bulevar de Las Naciones, enfocado a atender a todos los residentes de esa zona exclusiva. En un recorrido se observó a trabajadores desmontando algunas áreas de la plaza comercial, en la parte trasera.

Del lado frontal al bulevar, los trabajos se centraron en restaurar las paredes de los locales que dan al frente a la vía. Del interior no es posible observar, debido a que fueron colocadas mallas ciclónicas en los alrededores y el acceso está restringido.

El secretario de turismo del estado, Simón Quiñones Orozco, a mediados de septiembre, informó que los inversionistas de la plaza habían planteado modificaciones, y convertir parte del centro comercial en un hotel o edificios de condominios.

El exclusivo complejo inaugurado en noviembre de 2008, durante el impacto del huracán, tuvo afectaciones no tan graves, pero el robo y los saqueos que se registraron en la plaza comercial fue lo que provocó las mayores pérdidas.

Las marcas de restaurantes como Harry’s, o La Vicenta tenían seguros, pero no contra robo, que fue lo que más afectó al centro comercial. Ambas marcas no han abierto, y anunciaron que no regresarán a Acapulco, según lo indicó Gonzalez de la Vega Otero en enero.

El complejo tiene una superficie de 42 mil metros cuadrados,  con 117 locales comerciales, un canal navegable, y entre las marcas que se instalaron desde su inauguración estaban El Palacio de Hierro, Liverpool, Coach, Lacoste, Donna Karan, C&C, Carlos & Charlie’s.

Durante el impacto del huracán Otis el centro comercial tuvo daños en los locales con ventanales de vidrios, y las cortinas de aluminio que las protegían fueron abiertas por personas que se metieron a robar en los tres primeros días luego del impacto del huracán.

Texto: Ramón Gracida Gómez, Yee Trujillo y Jacob Morales Antonio/ Foto: Yee Trujillo