26 octubre,2024 4:33 am

Mi hijo me habla en sueños y me pide que le eche ganas, dice madre de marinero fallecido

 

Acapulco, Guerrero, 26 de octubre de 2024.- Lo último que le dijo Germán a su mamá Sonia antes de desaparecer en el mar por el huracán Otis en el Club de Yates y luego ser encontrado muerto en playa Manzanillo ocho días después, es que se iba a lanzar al mar.

Cuando pasó el huracán Otis, Germán Hernández Velázquez, capitán de un barco del cual su madre Sonia Velázquez no se acordó su nombre, tenía un año apenas trabajando en esa embarcación, pero fue marinero de otras.

Germán cumplió 26 años el 24 de octubre de 2023, pero desde la mañana de aquel martes salió de la casa en la que vivía con su madre y acudió al Club de Yates para cuidar la embarcación en la que laboraba, “no sé si le hablarían o le dijeran que tenía que estar en el barco”, comentó Sonia.

“Le dije, ‘vente, hijo’. No quiso. ‘Mamá, viene feo el huracán, pero pues mi trabajo, tengo que estar ahí, mamá’”. Germán estaba solo en la embarcación.

En la última comunicación que tuvieron madre e hijo alrededor de las 11:15 de la noche, el joven marinero le dijo: “me voy aventar al mar, está muy feo, tengo mucho frío”, precisó ayer su progenitora.

Desde las 5 de la mañana del 25 de octubre, cuando bajó la intensidad del huracán Otis, Sonia se puso a buscar a su hijo, un periodo “de desesperación” que empezó al salir de su casa rumbo al Club de Yates.

Ayer, las instalaciones del Club del Yates lucían recuperadas, todo el inmobiliario repuesto y las grandes embarcaciones de millones de pesos que quedaron hundidas ya fueron sacadas. Sólo los escombros de unas cuantas siguen expuestas cerca de la entrada.

Pero aquel día del huracán Otis, en el Club de Yates “no había ni por dónde pasar, nosotros pasamos por aquí, le gritábamos ‘Germán’, porque nos decían que a lo mejor estaba por ahí tirado”.

“Estaba todo destrozado, estaban todos los barcos, había muchas piedras, había muchos difuntos que estaban ya flotando, las personas que tuvieron valor sí pudieron ver que no era él”, cuenta la madre de Germán.

La señora de 54 años comentó que los primeros días tras Otis no recibió “mucho apoyo” del gobierno para buscar a Germán, “el apoyo fue como a la semana, los primeros días no porque dijeron que iban a mandar buzos para ayudarnos a encontrarlos, pero no”.

El cuerpo del joven marinero fue encontrado en la playa Manzanillo y fue hasta el octavo día de búsqueda que recibió información de que estaba en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo), el cual fue reconocido por otro familiar porque ella no tuvo el “valor”“ para reconocerlo.

La seña que ayudaron a identificar el cuerpo de su hijo fue un tatuaje en su pantorrilla, al igual que las llaves de su moto en la bolsa de su short, la cartera y las identificaciones que traía consigo y que le sirvieron “bastante” a para realizar los trámites posteriores.

Cuando vivía Germán, su madre vendía tacos, “pero ahorita ya no tengo esas fuerzas para seguir trabajando, ahorita nada más hago de comer para mi familia, me tengo que levantar y seguir adelante”.

Ayer acudió al homenaje convocado en el Club de Yates por el primer aniversario del paso del huracán Otis, donde lloró en distintas ocasiones, principalmente en los cantos religiosos que fueron entonados para armonizar la ceremonia encabezada por el arzobispo Leopoldo González González.

A un año de la pérdida de su hijo, Sonia dijo que no sabe si va a poder aguantar, “es muy doloroso y le pido a Dios mucha fuerza porque me siento muy mal. Tengo otro hijo, dos nietos, y de ahí me agarro, y mi esposo, pero sí me siento muy mal y estoy luchando y hasta donde Dios me deje”.

El jueves pasado Germán hubiera cumplido 27 años; él le ha pedido en sueños que “le eche ganas”, y le prometió ayudarla para reconfortarla durante su ausencia.

Sonia tiene otro hijo que está casado, pero Germán “es el que me apapachaba, me daba cariño y me daba todo”.

Reconoció el apoyo que le dio el dueño de la embarcación, originario de Puerto Vallarta, en la que trabajaba su hijo.

Texto y fotos: Ramón Gracida Gómez