26 octubre,2024 10:46 am

¿Puede un rayo caer dos veces en el mismo lugar? Testimonios de Otis y John

 

I

6:47 de la mañana del 25 de octubre de 2024 en el anfiteatro y aún se siente un soplo de aire fresco desde el mar. Hay poco que disfrutar a esa hora que no sea la calma y el silencio de las calles polvosas y el olor a mierda de un Acapulco que desde hace un año ya no es el mismo de antes. O quizás sí.

Padre, Madre e Hija viajan desde la avenida Cuauhtémoc rumbo a la Farallón, a la escuela, y en el trayecto recuerdan que justo a esa hora, un año antes, sobrevivían al impacto del huracán Otis sobre el puerto, sobre la zona Diamante, sobre Rinconada del mar, sobre su casa. Su casa.

¡Pérdida total!, ¡Pérdida total!, gritó entonces Padre mientras repartía bolsas de plástico para echar cada quien lo más importante de cada uno y salir corriendo en la oscuridad, en medio de la lluvia, hacia cualquier lado tratando de zafarse del lodo, mucho lodo, y agua, mucha agua hasta la cintura.

Siempre es posible lo peor, pensó entonces Padre, y lo peor pasó: John, otro huracán, volvió a inundar con sus lluvias lo que fuera su hogar por once años.

¿Un rayo puede caer dos veces sobre el mismo lugar? Carajo, sí.

Madre aún no se entera pero Hija le reveló a Padre que cuando regresaron por primera vez a su casa lloró a escondidas. Porqué lloras, le preguntó, pero Hija guardó silencio. Sabe, como lo sabe la Mastretta, que las lágrimas no piden explicación, se explican solas.

 

II

8:05 de la mañana y luego de recorrer la avenida Costera, una arruinada Escénica y el bulevar de Las Naciones –rumbos andados a diario hace apenas un año– Rinconada está ahí enfrente, melancólica, y apenas habitada por quienes en algún momento fueron personas pero que de un día para el otro se volvieron parias abandonados a su suerte y que tras la rapiña debieron entender que los robos, las inundaciones y la muerte hacen a todos iguales.

“Los de la comida nos dijeron que el miércoles fue su último día de ayuda”, “Ya avisaron que no habrá más volteos para recoger escombros” o “Seguimos sin agua y se va seguido la luz”, “Vinieron los de los censos pero pidieron más requisitos, bien mamones que se portaron”, son algunas de las voces que Padre recoge mientras camina una vez más –no es la primera vez que va- sobre polvo y lodo y charcos y escombro movido por el morbo entre andadores y casas vacías. Muchas casas vacías.

No hay ya muchas familias que compartan con otras familias su historia; Reportero, decía Padre; empleada, decía Madre, yo sólo tengo once años, decía Hija, ahora de doce, y que ha dejado a Ana Frank y El Principito por Sherlock Holmes y Machado de Assis quien dijo: olvidar es una necesidad. La vida es una pizarra en la que el destino, para escribir un nuevo caso, necesita apagar el caso escrito. Pero Hija aún no olvida, y llora de vez en cuando al saber que aquellos rumbos andados a diario, aquellos andadores y casas, ya no se recorrerán.

 

III

“Ninguna autoridad se acerca para ayudarlos, se quejan vecinos de Rinconada del Mar” (El Sur, edición del 2 de noviembre, 2023); “En la Colosio y Rinconada, los vecinos manifiestan aún su temor al porvenir” (El Sur, edición del 28 de noviembre, 2023); “Se inundan colonias de la zona Diamante por lluvias y arroyos que se desbordaron” (El Sur, edición del 123 de marzo, 2024); “De rodillas piden vecinos de la Colosio y Rinconada drenaje, pavimentación y alumbrado” (El Sur, del 29 de agosto, 2024); “Padecen de falta de agua los vecinos de Rinconada del Mar y de la unidad Colosio (El Sur, edición del 31 de agosto, 2024); “Se inundan las calles de Rinconada del Mar y la unidad Colosio por las lluvias” (El Sur, edición del 25 de septiembre, 2024); “Acapulco, inundado por John; caen casas, puentes y muros y mueren un niño y un hombre (El Sur, edición del 27 de septiembre, 2024); “Se acumulan toneladas de desechos en la unidad Rinconada del Mar (El Sur, edición del 4 de octubre, 2024); “Dejan fuera del censo a vecinos de la zona Diamante, queja en unidades habitacionales” (El Sur, edición del 9 de octubre, 2024)…

 

IV

Son las 9 de la mañana y Padre se encuentra de frente con su casa, una de diez en torno a un jardín inexistente, al fondo de la calle, donde el agua subió más de dos metros tanto con Otis como con John, y deja que aquella melancolía del ambiente suspire hacia adentro tratando de sacudir los recuerdos pegados a las paredes llenas de lodo seco y hasta moho.

“No tengo a dónde ir, es mi casa, qué más puedo hacer”, escucha Padre antes de cerrar la puerta, salir de ahí de prisa y hablarle a Madre por teléfono para ponerse de acuerdo con la única vecina que aún vive en el lugar y que por lo menos alcanzó a censarse, resignada a vivir en el mismo lugar y todavía sacando lodo y escombro y basura y despojos y…

 

V

Padre emprende el regreso para compartir sus impresiones a un año del impacto de aquel huracán y cuando pretende volver a escribir que más allá de los hoteles, los bares y la Costera, Acapulco somos quienes vivimos precisamente del otro lado de la tal Costera, se da cuenta de que en la cancha deportiva comienzan a reunirse algunos niños para jugar basquetbol.

“Ah, eso, hay un basquetbolista extranjero (el francés Johan Passave-Ducteil) que los entusiasmó, viene por las tardes, viera cómo se divierten”.

Olvidar es una necesidad. La vida es una pizarra en la que el destino, para escribir un nuevo caso, necesita apagar el caso escrito. Machado de Assis. Sí.

Texto: Óscar Ricardo Muñoz Cano