2 diciembre,2024 6:04 am

A 50 años, seguir el legado de Lucio Cabañas

Arturo García Jiménez

 

La mejor manera de honrar la memoria de personajes como el luchador social que fue Lucio Cabañas es continuar su ejemplo y empeñarse día con día en servir al pueblo e impulsar una verdadera transformación de nuestro país; en esto se concreta el ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo, que era su lema.
Desde mi infancia acelerada fui asiduo admirador de Lucio, mi formación primaria en un internado semi militarizado constituyó la primera base de mi formación, luego mi participación en el movimiento del 68 al lado de mis hermanos mayores cuando aún no cumplía los 10 años. La masacre de estudiantes el 10 de junio de 1971 me marcó aún más ya que ahí cayó muerto el hermano de uno de mis mejores amigos; a partir de aquí me empeñé en leer más y participar activamente en los movimientos sociales, formar círculos de estudio con los adolescentes secundarianos, repartir propaganda sobre Vietnam, el Che Guevara y los comunicados del Partido de los Pobres. En 1973 me expulsaron de la secundaria y me vine a Atoyac a buscar a Lucio Cabañas, obviamente no lo encontré; pero un día sin saberlo me tocó cuidarlo en una casa de seguridad en la Ciudad de México cuando él acudía a curarse; estaba yo en vísperas de entrar a La Universidad Autónoma Chapingo y recuerdo cómo me aconsejó que tenía que estudiar para ayudar a los campesinos; luego participé en una reunión clandestina en un monte entre los límites de Guerrero y Morelos, y ahí estaba él. Supe de su muerte acaecida el 2 de diciembre de 1974 porque siempre estuve atento a las noticias que se generaban en la sierra de Guerrero.
Durante mi estancia chapinguera milité en algunas organizaciones de corte maoísta que me inspiraron. Trabajé con sindicatos del Valle de México y conocí a personajes ejemplares que me siguieron inspirando. Al salir de Chapingo, decidí represar a Guerrero, a la Costa Grande, al ejido Santa Lucía en donde me quedé a vivir en Los Pinos, un lugar muy cercano a El Otatal, lugar donde cayó Lucio Cabañas. Mi objetivo era rescatar la experiencia del guerrillero, impulsar la organización campesina en la sierra y, según yo, modificar el plano de coordenadas donde la X y la Y eran violencia y pobreza, y la idea era convertirlos en organización y desarrollo. Obviamente a estas alturas parece una utopía.
Santa Lucía es un ejido bastante grande, tenía muchos problemas económicos y sobre todo una grave situación de enfrentamiento interno que ya llevaba de por medio decenas de campesinos muertos. El problema central entonces consistía en cómo modificar ese clima de violencia interna y desorganización. Analizando esta situación con los representantes ejidales y algunos campesinos jóvenes, surgió la orientación de impulsar una serie de proyectos económicos que metieran a las diferentes fuerzas en pugna en otra dinámica. Fue así que se formaron seis unidades de producción ganadera, una de fruticultura y un beneficio húmedo de café. Asimismo, se le dio más énfasis a la gestión de los servicios públicos como el arreglo de caminos rurales, la electrificación, la construcción de aulas escolares y de centros de salud.
Durante seis meses de trabajo intensivo se logró prácticamente modificar las relaciones internas y sentar las bases para la reorganización del ejido. Para ello se empleó como instrumento la discusión en todas las comunidades de un Reglamento de Organización Interna que definía las funciones de los representantes, la realización de asambleas, la creación de instancias de discusión y, sobre todo, mecanismos que garantizaran la participación democrática de todos los campesinos. A partir de aquí, y acompañado de comisiones campesinas, comenzamos a visitar a las comunidades de Atoyac donde el café era la actividad principal.
Una vez integrados en la región, fuimos creando equipo y trazamos la estrategia. Se trataba de una región cafetalera y como la problemática era común, había que unificar a los productores utilizando la lucha por los precios injustos del Instituto Mexicano del Café (INMECAFE) como pretexto para generar organización. Para septiembre de 1980 ya teníamos una estrategia definida que se basaba en los siguientes elementos: 1.- Que, en la región cafetalera, los problemas son comunes y existe disposición de los campesinos para luchar y organizarse; 2.- Que ni la CNC ni los partidos políticos que se dicen progresistas (PSUM, PRT, PST) han podido dar una alternativa a los problemas; 3.- Que los campesinos han pasado por importantes experiencias de organización y lucha, que hay que aprovecharlas, como el movimiento cabañista. Y que, partiendo de estas, la lucha se tendrá que dar paso a paso, por etapas y 4.- Que solo una organización campesina con profundas raíces en cada ejido, que abandere los problemas más sentidos y que adopte nuevas formas de organización en donde la mayoría sea la que mande, será la única que dará una solución a los problemas.
Comenzamos a recorrer las distintas comunidades de la sierra, no sin el acoso de los “perros de oreja” del Ejército que había en cada pueblo. Ubicamos de entrada a los campesinos mayores, al menos uno de cada pueblo, ya que ellos vivieron en carne propia tanto las actividades de Lucio y eran los enlaces confiables para con el resto de la gente. Recuerdo con vehemencia a nuestro equipo de entonces: Patricio Barrientos (El Camarón), Domingo Romero (San Juan de las Flores), Maximino Acosta (Agua Fría), Gonzalo Jaime (San Francisco del Tibor), Alejandro Arroyo (San Vicente de Benítez), Lucio Navarrete (Río Santiago), Malaquías Celis (El Paraíso), Carmelo Mata (San Andrés de la Cruz), Rodrigo Flores (El Quemado), Alejandro Galindo (Los Valles), Donaciano Mesino (El Cacao). Desgraciadamente, a excepción de Don Carmelo, todos ya fallecieron.
Hacia noviembre de 1980 comenzamos a realizar reuniones en Atoyac que tenían que ser clandestinas. Contacté en ese tiempo al compañero Octaviano Santiago Dionicio quien me enlazó con Francisco Fierro Loza; por cierto, nos reuníamos precisamente en el espacio donde nació Lucio Cabañas; con ellos acordábamos realizar acciones de organización pero la cuestión era que no estaban con frecuencia en la región. El enemigo solo nos observaba, veía con malos ojos este movimiento y nos tachaban de comunistas, extranjeros y agitadores. El Ejército y los grupos de poder encabezados por Pascual Cabañas y Epifanio Hernández siempre estaban al acecho. Seguimos así realizando reuniones, primero de pocos hasta que reunimos comisiones de 22 ejidos y ahí armamos el plan de acciones, mismas que tenían como base presionar al INMECAFE mediante la firma de un convenio donde les impongamos nuestras condiciones.
Acordamos construir una organización de todos los cafetaleros y nombramos una comisión coordinadora provisional para buscar una entrevista con el director de INMECAFE.
Aún cuando fuimos avanzando y asesorándonos con los compañeros cafetaleros de Chiapas, teníamos en todo momento el acoso gubernamental y de los grupos de poder, además del temor de la gente a organizarse en razón de la huella represiva que aún seguía latente. Planeamos así una estrategia para romper el cerco y poder actuar de manera más abierta.
En primer lugar, con el propósito de tener una fachada legal, tomamos como cascarón la figura de la Unión de Ejidos “Alfredo V. Bonfil” que años atrás la CNC había creado pero que no funcionaba. En paralelo, realizamos asambleas en todas las comunidades cafetaleras del estado y en las actas de las mismas se plasmaban las demandas; a partir de allí elaboramos el Programa de Desarrollo Integral de las Zonas Cafetaleras y, mediante funcionarios amigos (Álvaro Urreta y Héctor Popoca) logramos acercarnos al gobernador don Alejandro Cervantes Delgado a quien invitamos a Atoyac para entregarle dicho documento. Rompimos el miedo con una marcha de casi tres mil campesinos y campesinas y logramos todas nuestras demandas, incluida la destitución del delegado de Inmecafé por corrupto.
Fue así que la Unión de Ejidos se fortaleció y comenzamos a exportar la experiencia a otras regiones en las que se formaron diversas uniones y cooperativas, después de constituir la Coordinadora de Uniones de Ejidos el 10 de abril de 1987 formamos la Alianza de Organizaciones Campesinas Autónomas de Guerrero, mediante la cual participamos activamente en la UNORCA mientras que trabajábamos para integrar la Coordinadora nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC).
Fue así que la Unión de Ejidos se consolidó como una fuerza social y económica que comenzó a causar miedo a los gobernantes, a los grupos de poder y al PRI-CNC de entonces. Por ello, la CNC, una vez que tomó posesión el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu, la unión fue usurpada; aunque de inmediato surgió la Coalición de Ejidos y Comunidades de la Costa Grande, con la cual seguimos coordinándonos con organizaciones nacionales e internacionales.
Para no hacer larga la historia, una vez que el gobierno de AMLO ganó la elección, comenzamos a trabajar en la coordinación de los Comisariados. Comenzando por Atoyac, luego la Costa Grande y también el resto de regiones hasta que se integró la Coordinadora de Comisariados de Guerrero, misma que comenzó a exportar su experiencia y ha logrado establecerse hasta ahora en 18 estados del país pro medio de la cual firmamos el pasado 10 de abril en Chinameca el Acuerdo Nacional para una República Rural Justa y Soberana con la entonces candidata presidencial Claudia Sheinbaum, el cual vigilaremos que se cumpla.
Con estas notas telegráficas queremos dejar constancia que el legado de Lucio Cabañas permanece vivo y continuará irradiando propuestas y acciones para transformar la hoy descompuesta realidad en nuestro estado. A propósito de esto, un grupo de jóvenes periodistas me preguntaba en días pasados el qué significaba hoy ser de izquierda; mi respuesta inmediata fue que quien tenga ideas de progreso, impulse la verdadera democracia, promueva una cultura de paz y respeto a los derechos humanos, impulse la organización autogestiva de la sociedad, gestione los servicios que requieren las comunidades, impulse el desarrollo productivo y que sirva al pueblo de todo corazón sin depender de una curul o un cargo público, apenas si podrá ser un candidato para decirse de izquierda.

* Asesor de la Coordinadora de Comisariados de Guerrero