21 septiembre,2024 6:16 am

A Morena no le gusta la transparencia

DE NORTE A SUR

 

 

Silber Meza

 

 

 

No es exagerado decir que durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador hemos vivido en México un proceso de desgaste institucional no sucedido en décadas. Nos lo adelantó en 2006, cuando dijo “al diablo con sus instituciones”. Después aseguraron que gritó “al diablo las instituciones”, pero no. Se refería, más bien, a las que se construyeron sin él y sin su partido, Morena. Instituciones que el presidente no considera del “pueblo”, sino de una élite política neoliberal que gobernó a México durante más de 30 años.

Una de esos organismos es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), que creó en 2002 el gobierno de Vicente Fox como Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) a petición de académicos, sociedad civil, periodistas y políticos que creían que era importante abrir los archivos en poder del gobierno y asumir que los documentos no eran del gobierno, sino de los ciudadanos.

Pero López Obrador no cree en el Inai, considera que sólo sirve para los propósitos de sus adversarios. Tampoco cree en el Sistema Nacional Anticorrupción, un modelo imperfecto pero positivo que se formó tras los escándalos de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el reportaje de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto.

Para AMLO la transparencia como la conocemos no es significativa; para él transparencia son sus conferencias mañaneras y lo que él decide informar en dos o tres horas de “diálogo circular”. Y como Morena obedece a las declaraciones y gestos de López Obrador, entonces el partido ha asumido la misma visión en torno a la transparencia y las instituciones fundadas antes de la llegada del tabasqueño.

Morena es el partido más opaco de México, incluso peor que el PRI, el PRD y el PAN. Esto lo revela el periodista Ernesto Aroche Aguilar en un texto en El Universal que tuve el gusto de editar. Los números de la opacidad de Morena no necesitan adjetivos: ha recibido 110 denuncias desde 2018 por incumplir su obligación de transparentar información en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT); el INE lo ha sancionado 36 veces, de un universo de 50 a todos los partidos, por no transparentar información; y el dato más claro de todos es que la gente ha interpuesto 622 recursos de revisión ante la mala calidad de los datos que entregó el partido. La cifra representa 40.6 por ciento de las mil 531 quejas totales.

El instituto político ha sido especialmente renuente a entregar información sobre arrendamiento de oficinas, compra de inmuebles, gastos en hoteles, vuelos y viáticos en general.

El Movimiento de Regeneración Nacional tiene frente a sí la renovación de su dirigencia. Este domingo, mañana, realizará su Consejo Nacional, y allí se prevé ungir a Luisa María Alcalde como dirigenta nacional y a Andrés Manuel López Beltrán, Andy, con una cartera de importancia, sea secretario general o secretario de organización. La coyuntura sería un buen momento para cambiar su mirada respecto de la transparencia.

Morena, en 10 días más, ya no tendrá el horcón del medio que representa al presidente López Obrador, un animal político que es capaz de hacer y responder de formas que muchos creíamos imposibles en los políticos mexicanos. Es un “pejelargarto” escurridizo e impermeable. Pase lo que pase, su popularidad no cae de manera significativa.

Sin demeritar a ninguno, ni Claudia Sheinbaum ni Andy, el hijo de AMLO, tienen la historia, personalidad o el carisma del aún presidente, por lo que es de esperarse que los errores tendrán costos en la popularidad de ambos.

A López Obrador ya no le alcanzará el tiempo para desaparecer al Inai, una de sus metas. Si Morena continúa con el plan, tendrá que ser durante la presidencia de Sheinbaum. Si lo hace, entonces será la primera factura propia que Claudia tendrá que pagar ante la opinión pública.

El Inai es, con todo y sus defectos y excesos, uno de los organismos más importantes de la democracia mexicana. No se dedica a entregar información como primera fuente, sino a garantizar que los “sujetos obligados” lo hagan cuando la ley lo determina.

Viene el momento más difícil para Morena, ya sin el líder que le dio vida. Sería buena idea que corrijan su opacidad crónica.