11 abril,2020 11:12 am

“A uno lo levantan la Semana Santa y las propinas… ahora qué hacemos”

A partir del 30 de marzo ninguna de las embarcaciones de paseo puede salir por órdenes de Capitanía de Puerto, cuenta David a unos metros del yate Pelangochito en el que trabaja

Acapulco, Guerrero, 11 de abril de 2020. “¿Y ahora qué hacemos? Son varios días”, dice David Marmolejo, uno de los trabajadores de yates del malecón de Acapulco que pasan los días de la pandemia del Covid-19 cuidando las embarcaciones que no pueden ser utilizadas. La mayoría sufre porque gana por paseo y muy pocos sobreviven actualmente con el salario fijo que tienen.

El padre de dos hijos se congratula de tener un sueldo semanal de unos mil pesos semanales, pero “a uno lo levanta económicamente en Acapulco el turismo, las propinas”, que pueden ser desde 30 hasta seis mil pesos, “depende del tipo de cliente”, los que más son los europeos, estadunidenses y canadienses. En un fin de semana realiza hasta de cuatro a cinco salidas, paseos de seis horas por la bahía y pesca deportiva. Sus costos varían de ocho mil hasta 10 mil pesos.

Varias de las aproximadamente 30 embarcaciones que hay en el malecón inusualmente están en sus boyas porque a los trabajadores no les pagan “y otros vienen, le dan su vuelta y se van”, detalló.

A partir del 30 de marzo ninguna de las embarcaciones de paseo puede salir por órdenes de Capitanía de Puerto, contó a unos metros del yate Pelangochito en el que trabaja junto con un joven marinero que jugaba con su celular en el babor en la tarde de este miércoles.

Su horario es de 9 de la mañana a 4 de la tarde, “a veces, cuando está la marea fuerte como ahorita, me quedo a dormir porque se puede reventar un cabo, la embarcación puede varar. En ese momento, lo que hace uno es prender el barco, desamarrarte y llevarlo a una boya segura donde puedes meter el ancla”.

Las jornadas durante la pandemia son tediosas “porque al final es como si no estuvieras trabajando, al final estamos dándole mantenimiento al barco, pero hay veces que dices. ‘¿y ahora qué hacemos?’. Son varios días”, lamentó el hombre de 39 años.

Mario Sevilla indicó que la situación “está dura”. Todos los trabajadores de yates esperaban la Semana Santa” porque podíamos hacer un colchoncito para sobrevivir a la temporada de lluvias que empieza en mayo”.

Él es uno de los muchos que ganan comisión por paseo. En una buena jornada como capitán hasta 500 pesos, pero ahora busca “a los amigos que tienen forma de vivir, pidiendo prestado y todo lo que se puede hacer, batallando con los que te están ayudando”. 

Desde los 8 años trabaja en la playa, pero a sus 56 “no había vivido esto, es la primera vez que me está pasando y no lo puedo creer, tenía esperanza que la gente se siguiera moviendo, pero sí es cierto que está detenido, no se puede dar un paso”, dijo bajo la sombra de uno de los árboles, donde otros 20 prestadores de servicios también se cubrían del sol de las 3 de la tarde mientras comían un plato de arroz y frijoles regalado por la señora encargada de los baños públicos de la zona.

Contó que elementos de la Guardia Nacional les explicaron del cierre de playas, “pero nosotros también les dimos una explicación que el barco hace agua, tenemos que estar al pendiente, se puede golpear. Es el trabajo que hacemos”.

Otra familia de acapulqueños discutió con tres elementos de este cuerpo de seguridad que informaron con un perifoneo de la prohibición por el Covid-19. “¿Me van a multar?”, dijo el padre, que se lanzó un clavado en la playa Tlacopanocha retando a que lo sacaran, lo cual no hicieron los uniformados y sólo hablaron entre ellos.

Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Jesús Trigo