24 julio,2022 8:42 am

Abre Elisa Carrillo Danzatlán con #The_Wall

 

Ciudad de México, 24 de julio de 2022. Los muros fronterizos, como el cuerpo humano, pueden adoptar muchas formas distintas. Catorce bailarines sobre el escenario del Teatro de las Artes del Cenart, en la apertura del Festival Internacional de la Danza. Danzatlán, así lo demostraron.

Con la mexicana Elisa Carrillo, primera bailarina del Ballet Estatal de Berlín, al frente, los intérpretes de la pieza coreográfica #The_Wall (#El_Muro) se convirtieron, ellos mismos, a través de la danza, en los muros que dividen a la humanidad.

También, en figuras emblemáticas de las millones de vidas que, a cada segundo, se ven atrapadas, o impedidas a continuar su camino, en su cualidad de migrantes y desplazados.

La coreógrafa Yeri Anarika, quien realizó la pieza como una comisión de la Fundación Elisa Carrillo, plantea un mundo que, bajo la falsa promesa de la libertad, vive una proliferación extraordinaria de muros fronterizos en el mundo, con 70 erigidos actualmente.

En su estreno mundial, el público del Cenart fue recibido por un muro contemporáneo: una gigantesca pared de código de programación, proyectada como fondo del escenario, con fríos comandos que ordenan algunos de los horrores de nuestro tiempo: la separación de familias, la discriminación por el color de la piel, o el simple rechazo a todo aquello que difiere de la norma.

Es decir, una red de código para construir #El_Muro.

Compuesta por una sucesión de cuadros escénicos, que van de lo más descarnado, a lo abiertamente satírico, hasta lo esperanzador, #The_Wall se mostró como una plataforma para que la fundadora de Danzatlán y el cuerpo de baile desplegaran sus destrezas dancísticas.

En la primera de las escenas, los bailarines, algunos de ellos integrantes de la joven Compañía de Danza del Estado de México, interpretaron, a través de distintas formaciones y sus ritmos acompasados por la música tecno del dúo alemán Gebrüder Teichmann, a los distintos tipos de muros que pueblan el mundo.

Están los que aprisionan a una persona dentro de su propia casa, los que repelen con crueldad al diferente, los que engatusan con promesas y luego se cierran, y los que se logran destruir a fuerza de voluntad, todos construidos por los bailarines con sus cuerpos.

Los bailarines también encarnaron al rostro humano de este problema, como en el cuadro escénico en el que interpretan, dolientes y exhaustos, las travesías comunes de los migrantes a través de los desiertos y océanos, donde el simple hecho de pasar un bidón de agua, de mano en mano, se convierte en un símbolo de ternura y solidaridad.

La pieza más celebrada entre el público del Cenart, no obstante, fue el solo que Anarika diseñó para Elisa Carrillo, en el que interpreta a una madre, separada de su hija, en una de las jaulas fronterizas como las que impuso el presidente estadounidense Donald Trump en su gobierno.

Los detallados visuales del artista Josué Abraham Palma, proyectados en la pantalla gigante, mostraron a Carrillo multiplicada, y bailando consigo misma, en una pieza de gran dolor por la ruptura de los vínculos familiares.

También a través del video, Carrillo pudo hacer una suerte de dueto con la joven bailarina Abril Quezada, quien interactuó con la estrella internacional de la danza, como su hija perdida, separada por un enrejado inmenso e impenetrable.

En uno de los momentos donde la coreografía brinda algo de esperanza, Quezada interactúa con diversas pintas y grafitis que se encuentran en muros fronterizos, como la icónica obra de Banksy de una niña que suelta al cielo un globo en forma de corazón.

Otros cuadros, como uno dedicado a lo absurdo de los controles fronterizos, u otro que muestra un siniestro concurso entre empresas constructoras para erigir muros por todo el mundo, dieron una nota satírica con ritmos como el son jarocho o la música tropical.

En su primera jornada, el Festival Internacional de la Danza. Danzatlán, que se llevará a cabo hasta el 1 de agosto, en diversas sedes de la Ciudad de México y el Estado de México, arrancó con una poderosa reflexión actual.

Con ello, Elisa Carrillo y el resto de los bailarines abogaron por un mundo abierto, sin muros.

Texto y foto: Agencia Reforma