Ciudad de México, 9 de enero de 2025. El uso de redes sociales de manera compulsiva y masiva ha transformado para siempre la forma en la que nuestros cerebros se relacionan con los contenidos que vemos todos los días en la televisión o en nuestros dispositivos móviles.
Aunque no hay consenso absoluto sobre la magnitud del impacto, la mayoría de los estudios coinciden en que el uso excesivo y descontrolado de dispositivos digitales y redes sociales puede contribuir a una disminución de la capacidad de atención.
Los mexicanos, por ejemplo, pasan alrededor de seis horas diarias en el uso de redes sociales, según reveló un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 2023, titulado Cómo utilizan los mexicanos las redes sociales.
Sin embargo, este efecto no es irreversible y puede contrarrestarse con hábitos conscientes y límites saludables en el uso de la tecnología.
Problema que se reconoce
El término “podredumbre cerebral” fue la palabra del año 2024 elegida por el diccionario Oxford. Describe un “deterioro del estado mental o intelectual de una persona como resultado del consumo excesivo de material (particularmente contenido en línea) considerado trivial o poco desafiante”.
La definición fue elegida como la palabra del año gracias a los votos de 37 mil personas. La frecuencia de uso del término aumentó un 230 por ciento entre 2023 y 2024 según revela la Universidad.
Hablando sobre el proceso de selección de este año y el ganador de 2024, Casper Grathwohl, presidente de Oxford Languages, dijo que en las palabras del año de Oxford durante las dos últimas décadas se puede ver la creciente preocupación de la sociedad por cómo están evolucionando las vidas virtuales y la manera en que la cultura de Internet está permeando tanto en lo que somos con en lo que hablamos.
“Me resulta fascinante que el término ‘brain rot’ haya sido adoptado por la Generación Z y la Generación Alfa, esas comunidades en gran parte responsables del uso y la creación del contenido digital al que se refiere el término. Estas comunidades han amplificado la expresión a través de los canales de redes sociales, el mismo lugar que se dice provoca la ‘putrefacción cerebral’. Esto demuestra una especie de descarada autoconciencia en las generaciones más jóvenes sobre el impacto dañino de las redes sociales que han heredado”, dijo el especialista.
Esta sensación de podredumbre cerebral podría ser más que un sentido figurado. Algunos estudios científicos indican que esta sobreexposición digital puede de hecho reducir la materia gris en el cerebro, acortar la capacidad de atención, debilitar la memoria y distorsionar procesos cognitivos.
Menos atención
El tiempo promedio que las personas pasan viendo un solo video ha disminuido significativamente en los últimos cuatro años con el auge de plataformas como Tik Tok, Instagram Reels y YouTube Shorts.
Estas plataformas están diseñadas para ofrecer contenido breve, dinámico y de rápido consumo: la mayoría de los videos en TikTok duran entre 15 segundos y 3 minutos, y según las métricas del gigante del contenido instantáneo los usuarios suelen interactuar con ellos durante 10 y 30 segundos antes de pasar al siguiente.
De manera similar, los Reels de Instagram tienen una duración típica de 15 a 60 segundos, con un tiempo promedio de visualización de 15-20 segundos. Por su parte, los Shorts de YouTube están limitados a 60 segundos, aunque el compromiso promedio de los usuarios suele ser de 20 a 30 segundos.
El fenómeno del doomscrolling, o desplazamiento compulsivo por contenido negativo, crea un ciclo adictivo que perjudica las funciones ejecutivas y la atención sostenida. Cada nuevo estímulo visual en un video genera endorfinas y serotonina en el cerebro de manera inmediata a tal punto que el cerebro necesita cada vez más el contenido para acceder a estos estímulos.
El estudio titulado El impacto de la revolución digital en el cerebro humano y su conducta. ¿Dónde estamos parados? realizado por el profesor Martin Korte del Departamento de Neurobiología Celular en la a Universidad Técnica de Braunschweig, Alemania, señala que el uso intensivo de estos medios afecta la memoria, la salud mental y las habilidades sociales.
El estudio, realizado en 2020, señala seis consecuencias del uso compulsivo de dispositivos. Por un lado señala la disminución de la capacidad de memoria de trabajo, afectando el rendimiento cognitivo así como el desarrollo de problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad y trastornos del sueño especialmente en adolescentes y jóvenes adultos.
Analizando varios estudios sobre todo en el Reino Unido el especialista también concluye que la exposición temprana y extensa a pantallas en niños pequeños puede afectar negativamente las redes cerebrales relacionadas con el lenguaje; encontró una correlación entre el uso intensivo de medios digitales y una menor integridad microestructural en áreas del cerebro cruciales para la comprensión del lenguaje, lo que puede comprometer habilidades lingüísticas y de lectura.
Según el estudio, el tiempo dedicado a los medios digitales se ha asociado también con una disminución en la empatía cognitiva, lo que implica dificultades para entender las emociones y pensamientos de los demás. El multitasking, o estar haciendo varias cosas al mismo tiempo en los dispositivos, también puede contribuir a una disminución del tiempo de atención y un aumento en los diagnósticos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Finalmente también señala que el contenido digital puede influir en cómo se desarrolla el sistema visual. Por ejemplo, se ha observado que los jugadores intensivos de videojuegos pueden tener respuestas corticales únicas al reconocer figuras específicas, lo que sugiere una representación cerebral alterada debido al uso excesivo de estos.
Intolerancia al aburrimiento
Factores como la saturación de contenido, el diseño de los algoritmos y el multitasking han reducido la capacidad de los usuarios para la atención hacia videos individuales y la posibilidad de sentirse satisfechos en el uso de su atención. Cuando no estamos bombardeados de contenido, con un video tras otro en las plataformas, nos aburrimos.
Un estudio realizado por Katy Y. Y. Tam y Michael Inzlicht, profesores de psicología de la Universidad de Toronto a finales de este año revela, por ejemplo, que el tiempo que las personas pasan sintiéndose aburridas ha aumentado significativamente en los últimos 15 años en lo que llaman una ola global de aburrimiento.
“La tecnología nos ha impulsado a una era de constante interacción digital. Con un sinfín de estímulos gratificantes al alcance de un dedo, uno podría suponer que el aburrimiento se ha convertido en una experiencia rara”, escribieron los autores en la revista Communications Psychology.
“Las personas están significativamente más aburridas en nuestra era digital”, como se titula el estudio, analiza el aumento de los niveles de aburrimiento en la era digital, vinculándolo al uso de medios digitales y sus efectos en la atención, el sentido de significado y las estrategias ineficaces para lidiar con el aburrimiento.
Un experimento citado en el estudio siguió a más de 100 mil adolescentes estadunidenses durante casi una década. Se les pidió que evaluaran en qué medida estaban de acuerdo con la afirmación: “A menudo estoy aburrido”, utilizando una escala de cinco puntos, donde un puntaje de cero indicaba una vida libre de aburrimiento y cinco reflejaba una existencia de tedio constante. Los resultados mostraron un aumento moderado pero significativo que comenzó en 2011, siendo la tendencia más pronunciada en las mujeres que en los hombres.
Aburrirse está bien
Esto no tendría que ser necesariamente malo. Está científicamente probado que el aburrimiento es parte esencial del desarrollo del cerebro de niños y adolescentes porque les obliga a buscar maneras de sentirse ocupados o en control y les lleva a realizar tareas creativas y de exploración por ellos mismos.
Eliminar esta posibilidad del desarrollo personal no es opción aunque, según señalan varias investigaciones, las personas cambian de tareas digitales aproximadamente cada 47 segundos en promedio.
Esto sumado a las notificaciones frecuentes, son conductas que interrumpen los ciclos de atención, dificultando la inmersión en actividades que requieren concentración prolongada.
Los estudios indican que el cerebro tiene una capacidad limitada para manejar la sobrecarga de información que generan las redes sociales, lo que incrementa la distracción y disminuye el rendimiento cognitivo en tareas que requieren atención plena.
Un estudio publicado en JAMA Pediatrics en 2018 identificó una asociación entre el uso intensivo de redes sociales y síntomas de trastorno de déficit de atención en adolescentes.
Otra investigación en Frontiers in Psychology en 2020 encontró que los niños expuestos a más tiempo de pantalla mostraban mayores dificultades para mantener la atención en tareas escolares simples.
Texto: Agencia Reforma