24 diciembre,2020 5:03 am

Acapulco en una canción

 

(Tercera de 10 partes)

 

Anituy Rebolledo Ayerdi

 

Téllez Oropeza

 

Roberto Téllez Oropeza (1909-2001) fue un compositor y director de orquesta nacido en Zacatlán, Puebla, con estudios en el Conservatorio Nacional de Música. Allí fueron sus maestros José Rolón y Silvestre Revueltas y recibirá cursos de dirección orquestal impartidos al maestro ruso Igor Markévich. Su posterior desempeño laboral incluirá la asesoría a la orquesta Típica de Miguel Lerdo de Tejada, y las direcciones de la Típica Mexicana y de la Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música.

Los primeros triunfos musicales de Téllez Oropeza se dieron en el concurso nacional de valses mexicanos y en el certamen Poema sinfónico de la Revolución. Obtiene el premio principal por la música para el espectáculo de luz y sonido en las pirámides de Chichén Itzá. Más tarde musicaliza las películas Medias de seda y Vendimia. La obra del músico poblano comprende 13 cuartetos de cuerdas, cinco sinfonías, conciertos, cantatas, obras corales y cuatro óperas.

 

Opera Acapulco

 

Hasta aquí es donde queríamos llegar para revelar asombrados, patidifusos, se diría, como seguramente estará el lector, al conocer la existencia de la Opera Acapulco. Nunca puesta en escena, por supuesto. Así lo revela Gabriel Pareyón en el Diccionario Enciclopédico de México, sin mayores datos. Será, pues, cuestión de que cada lector monte mentalmente la Opera Acapulco en los escenarios que mejor le plazcan y con los personajes que mejor le acomoden. Dudamos que el pudor y la estética puedan permitir la escenificación de un drama tan intenso, como es la ópera, con personajes en bikini. Máxime que los cantantes de ese género, ellas y ellos, son generalmente pasaditos de peso.

 

Entre hamacas

 

A la compositora neolonesa María Luisa Basurto Ríos se le conoció simplemente como María Alma (1914-1955). La delicada autora tuvo en el notable crooner Fernando Rosas, de San Jerónimo de Juárez, a su más fiel y vigoroso intérprete: Tuya (tuya soy y siempre lo seré) y Compréndeme (yo quiero que comprendas vida mía).

Pues bien, María Alma se entera entre poetas que el sol de Acapulco abre los poros de la inspiración y se deja venir corriendo los años 40. Y así fue. Aquí logra dos magníficos temas románticos: Es de noche en el mar y Entre hamacas. Pieza esta última que habla de redes de hamacas colgantes entre palmeras, visión ideal del hotel Las Hamacas, en Hornos, propiedad de la familia Córdova (destruido por un terremoto, pero levantado nuevamente y allí está) .

Entre hamacas será cantada en off por Amparo Montes en la película Hotel de Verano filmada aquí en 1944, con las actuaciones de la estadunidense Janice Logan y el cantante mexicano Ramón Armengol y dirigida por el cubano René Cardona. Aquí los versos:

 

Romántica ilusión

que en Acapulco acaricié

jamás olvidaré aquella tarde

cuando en el mar te encontré

 

Con el rumor de las olas

y arrullo de hamaca

te siento llegar

 

Entre los rayos de luna

junto a las hamacas

te daré mi amor

 

Entre las verdes palmeras

llega un perfume

embriagador

 

Quiero tenerte en mis brazos

cual redes de hamacas

que envuelvan tu ser.

 

Guatatitataritatao

 

Acapulqueño de coraza, como se definía Germán Valdez, Tin Tan, tuvo su primera aparición en el cine mexicano precisamente en la cinta Hotel de Verano. El pachuco Tin Tan, recién llegado de la frontera norte, canta el Guatatitataritatao, un rítmico trabalenguas, acompañado ya por su carnal Marcelo. En un Hotel de Verano es interpretada por el propio Ramón Armengol, bautizado como el chansonier de moda. Por cierto, el cantante veracruzano morirá al regresar de Acapulco a la Ciudad de México en 1978; el automóvil que tripulaba choca cerca de Chilpancingo.

 

Flor Tropical

 

Pedro Galindo (1906-1989) fue un compositor y trovador huasteco que incursionó en el cine como actor y productor. Dueño de un exaltado nacionalismo entrega a un tiempo las patrioteras sonoridades de ¡Viva México! ( soy puro mexicano, nacido en esta tierra, jay-jay-jay) y las amorosas de La Malagueña, en coautoría con Elpidio Ramírez (que bonito ojos tienes debajo de esas dos cejas) No dudará en llegar a la íntima imploración amorosa con Virgen de medianoche, entregando con ella himno y bandera al Jefe Daniel Santos y su fraseo sincronizado.

Acapulco ya le era familiar a Galindo cuando le solicitan una canción para una película que se filmará en el puerto. No deseando caer en lo obvio entrega Linda flor tropical, cuyos honores corresponderán a Raúl Martínez, magnífico tenor sin suerte.

 

Ven linda flor tropical

ven juntito a mí

a escuchar mi cantar

 

Ven en el fondo del mar

una perla encontré

y la pesqué para ti

 

Oye como cantan las olas

oye mi amorosa canción

linda flor tropical

eres reina del mar

eres mi inspiración

 

Caleta, playa coqueta

 

Acapulqueños de los primeros años del siglo XX murieron sin conocer Caleta por falta de comunicación terrestre. Habrá, no obstante, jóvenes que se atrevan a incursionarla por lancha rodeando la península de Las Playas. Contaban algunos de ellos que, antes de hacerlo, comulgaban por aquello de las cochinas dudas. Ellas, salvo las muy atrevidas, tuvieron la prohibición absoluta para tan peligrosa incursión (¡muchachillas locas!). Mucho más tarde vendrá el camino y será entonces cuando Caleta sea el sustento de un fenómeno llamado turismo.

José Agustín Ramírez, el compositor Non de Guerrero, le cantará a la entonces Caleta virginal y salvaje. Lo hará concediéndole la contradictoria dualidad de cómplice y rival de sus amoríos tan tempranos como furtivos. Se vivían tiempos musicales sin la presencia dominante de Agustín Lara.

 

Caleta playa coqueta,

playa risueña de manso oleaje

en las arenitas tuyas

pongo su nombre todas las tardes

 

Tus olitas rumorosas

que al irse yendo dejan un fino encaje,

le cantan a mi costeña

y le acompañan sus madrigales.

 

Caleta de mi Acapulco

siempre vestida de azul y verde;

pensando pensando en ella

deja Caleta que te recuerde

 

Tus aguas tan tibiecitas

me compitieron en mis caricias

en su cuerpo nazareno

que es mi ternura y es mi delicia

 

Caleta jardín marino

donde ella guarda

su cuerpo lindo;

Roqueta brillo del faro

las negras rutas iluminadas

 

Tus ojos como dos astros

mi pobre vida van alumbrando

tan llenitos de ternura

de la costeña que estoy amando

 

Tanto Caleta como Hornos eran las playas emblemática del viejo Acapulco. La primera era mañanera y la segunda vespertina, lo mismo para vacacionistas que para residentes. Ramírez Altamirano no hará menos a la segunda:

 

Playa de Hornos

 

Hermosa playa de Hornos

donde los dos juntitos

tejimos un romance

que nunca he de olvidar

 

Y entre verdes tumbos

y tu cantar sonoro

tu boca pequeñita

al fin pude besar

 

Playita, playita de Hornos

de Acapulco tropical

eres hermosa joyita

engarzada junto al mar

 

Ay, ay, ay, playita playita de Hornos

 

Las palmeras arrullan

nuestra ilusión profana

y el aire se engalana

con nuestro alegre cantar

 

Y sobre la arenita

que te acaricia ufana

tu cuerpo de sirena

al fin pude contemplar

 

Una canción casi desconocida de maestro Ramírez Altamirano es esta:

 

Cada noche acapulqueña

 

Cada noche acapulqueña

es como un diamante azul

donde se funde el ensueño

la luna, mi amor y tu

 

Cada noche acapulqueña

es como una copa de oro

donde se hacen más sonoros

tus suspiros y tu voz

 

Cada noche acapulqueña

es una concha de amor

donde cada beso tuyo

se hace en tus labios canción.

 

Vámonos a Caletilla

 

A Caletilla, la hermana arrimada y fea de Caleta no le faltará un enamorado como Francisco Pancho Padilla, que sabrá envolverla en los aires vibrantes de la chilena. La cantan Los Santos con alegre sabor costeño (Morlet, Ayala y Alcaraz, trío guerrerense fundado por el profesor Diego Alcaraz, de Chilapa. También chilapeño, Pancho Padilla es autor, entre sones y corridos, del emblemático : ¡Viva Guerrero! (¡señoras y señores, y quítense el sombrero cuando lo oigan nombrar!).

 

Caletilla

 

Vámonos a Caletilla

vámonos mi morenita

que el sol en lo alto brilla

y alegra la mañanita

 

Verás que encanto de playa

qué belleza se contempla

y el alma se nos divaga

y el cuerpo se nos calienta

 

Ay, la la la morena mía

 

Como está cerca la costa

nomás hay que ir a ver

por el rumbo de la Cuesta

por el rumbo del Marqués

 

Muchachas que van llegando

güeritas color de almendra

pónganse miel de coquito

pa´que el sol se entretenga

 

Mucho cuidado “manguitos”

si van para la Roqueta

puede darles un sustito

ese pescado maleta

 

Ay, la la la, morena mía

Costa llena de esplendor

si Caletilla es la novia

Acapulco es su trovador

 

Caletilla, Caletilla,

azulada y cristalina

tus playas son maravilla

tu brisa de agua marina

 

Nota: Acuciado por la moralina de su tiempo, Pancho Padilla pretenderá sin conseguirlo esconder en el quinto verso de la chilena al chelero burro de la Roqueta. Lo identifica como “un pescado maleta” a sabiendas de que ni un cuaresma un pez podría asustar a las turistas como el burro cervecero

 

Los amigos del Mayor

 

El zacatecano Tomás Méndez, de cuyo acapulqueñismo ya dimos cuenta líneas atrás, se refiere al puerto en su corrido Los Amigos del Mayor:

 

Los amigos del mayor andamos tomando

porque anoche por la noche lo mataron

tres descargas por la espalda le pegaron

tres descargas que ni Villa hubiera aguantado

 

Los amigos del Mayor seguimos tomando

y la causante de esta pena muy contenta

en Acapulco con su amante se anda paseando

Acapulco tu no sabes que en Jalisco ha muerto el Mayor.

 

 

 

 

 

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