15 junio,2018 3:05 pm

Aficionados mexicanos invaden Moscú, hasta en autobús desde México 

Texto: DPA/ Foto: Facebook

Los aficionados mexicanos, fieles a la tradición que se cumple cada cuatro años, se trasladaron en masa al Mundial de futbol, algunos incluso viajando en autobús desde el país norteamericano, en esta ocasión a Rusia, donde son de los más numerosos.
Ya sea en los alrededores del estadio de Luzhniki o en los lugares más turísticos de Moscú, e incluso en algunas zonas más allá del primer círculo de la ciudad, una camiseta del “Tri” o una bandera del país adorna las calles de la capital rusa.
“Nosotros estamos en todas partes, vamos a donde sea, y cuando eligieron a Rusia, dijimos ‘pues a Rusia, entonces'”, contó a dpa Santiago de la Vega, que viajó a Moscú para ver el partido inaugural con uno de sus hermanos mayores.
Omnipresentes y puntualmente ruidosos, cantan “Mé-xi-co, Mé-xi-co”, cada vez que se encuentran entre ellos. Este lunes, un grupo de seis seguidores del conjunto azteca llegaron a Moscú en el menos esperado de los transportes: un autobús escolar acondicionado para este viaje.
Los mexicanos viajaron desde Durango, estado ubicado en el noroeste de México, y salieron el 16 de mayo. Embarcaron el camión en un buque que atravesó el oceáno Atlántico y recorrieron ciudades como Berlín, Praga, Cracovia y San Petersburgo.
“Nuestro reto es llegar desde México hasta Rusia en un autobús que modificamos con dibujos y caricaturas de los que somos y vivimos los mexicanos en nuestra cultura”, escribieron en la página de Facebook que crearon para registrar su aventura.
El nombre de la página es “Ingue su matrushka”, un juego de palabras con “Chingue su madre”, un insulto mexicano, donde sustituyen “ingue” para no decir una palabra vulgar y “matrushka” para indicar la conocida muñeca rusa “matrioshka” en lugar de madre.
“Dejaremos todo –algunos hasta su trabajo– y gastaremos nuestros ahorros de los últimos cuatro años para que el camión a quien ahora llamamos ‘La Bendición’ nos lleve a nuestro destino”, agregaron en su blog, donde suman ya más de 18.000 seguidores.
El rediseño del vehículo fue realizado por ellos mismos, que le quitaron los banquillos y le soldaron literas, además de turnarse al volante para atravesar media Europa.
En Moscú, el lunes fueron recibidos por decenas de compatriotas que seguían de cerca sus relatos. Uno de los que en principio viajaría con ellos no obtuvo el permiso de su novia, pero sus amigos no lo olvidan: llevan un cartón con su imagen a cuerpo completo.
De acuerdo con los números oficiales de la FIFA hasta el 7 de junio, de los 2 millones 400 mil boletos que fueron asignados, los mexicanos adquirieron unos 60 mil 300, el quinto país que más compró sin contar al anfitrión Rusia.
Los mexicanos se ubicaron por debajo de Estados Unidos (88 mil 825), Brasil (72 mil 512), Colombia (65 mil 234) y Alemania (62 mil 541), y por encima de Argentina (54 mil) y Perú (43 mil 234).
La afición rusa también se muestra atraída por los típicos sombreros mexicanos, de punta alta y ala ancha, que usualmente les ceden para tomarse fotos a quienes se los piden, y con los bigotes falsos, que les causan gracia.
Sin ser tan coordinados para los cánticos como los argentinos, y tampoco sin la emotividad del principiante con la que los peruanos ven el Mundial, al que tenían 36 años sin asistir, los mexicanos tienen una respuesta para defenderse.
“Ellos serán un chingo (muchos), pero nosotros somos más, no es de una vez, es de siempre”, señala otro hincha a dpa, que no quiere dar su nombre porque pidió días libres en el trabajo poniendo de pretexto la supuesta muerte de un familiar. “Yo siempre que puedo voy al Mundial. En Corea y Japón (2002) siempre te encontrabas un paisano (compatriota)”.
México debutará el próximo domingo ante nada menos que Alemania, la actual campeona, en un grupo que algunos fanáticos dicen que es “el de la muerte”. “Yo creo que a México le va mejor si nadie espera nada, luego cuando dicen que vamos a ganar ni pasa”, le dice a dpa Esteban Arenas, que no tiene tickets pero viajó con una visa de turista. “Vengo por el ambiente”, dice, y sigue bebiendo de su cerveza.