7 febrero,2022 5:26 am

Ajá ¿y el caciquismo?

Silvestre Pacheco León

 

En términos generales, el voto a favor de la 4T fue también contra el caciquismo que en Guerrero representa lo más nefasto de la herencia neoliberal porque ha sido el principal obstáculo para el desarrollo, pero a sabiendas de que constituye el principal reducto del decadente priísmo no encuentro en ninguna parte del plan de gobierno nada explícito para combatirlo.

Uno de los inspiradores de este modelo de militante priísta fue Gonzalo N. Santos, El Alazán Tostado cuya conducta pública alejada de todo principio ético para alcanzar sus propósitos la resumía en su dicho de que la moral es un árbol que da moras.

En Guerrero como en San Luis Potosí el modelo del cacique lo hemos tenido también como gobernador, señor de horca y cuchillo, como se decía de aquellos hacendados que disponían a conveniencia de la vida de sus peones. Su presencia ha sido atroz porque es responsable del atraso, la pobreza, el miedo y la muerte de muchas personas que se han revelado contra esa forma de dominación.

En el fondo fue el caciquismo el que estuvo presente en Atoyac en el desenlace  guerrillero que vivió la protesta de padres de familia contra la directora de la escuela primaria que imponía y controlaba las cuotas, sin dar cuenta a nadie de su manejo, hecho que indignó al sector encabezado por el profesor Lucio Cabañas. El poder regional confabulado con el estatal para controlar y reprimir al pueblo insumiso mediante la violencia.

En la época moderna el caciquismo creció aliado al poder político. Fue el responsable de desarrollar la relación clientelar entre el votante y el candidato, mediante dádivas procedentes del gobierno que los caciques repartían a cambio de votos para favorecer al candidato del partido oficial.

Por eso combatir el caciquismo es una tarea de hoy porque ese poder no está tocado ni desaparecerá por el triunfo electoral, pues se ha sofisticado a lo largo de la historia trasmutado como parte del PRI, ese partido que en el estado nunca aprendió a vivir fuera del presupuesto, y amañados como están no dejarán de buscar su vuelta al poder resistiendo o reciclándose en los partidos, por eso es importante desmontar ese poder extralegal que de su origen rural ha pasado al medio urbano inoculándose en todas las organizaciones de trabajadores.

En esa época de los sesenta y de la misma manera que en Atoyac en mi pueblo se organizó una protesta similar contra el caciquismo encabezada por las madres de familia que cerraron la escuela demandando la salida de la directora acusada de toda clase de anomalías, pero principalmente del atraso educativo, sin que eso la incomodara, atenida a que junto con el cura y el sub recaudador de rentas constituían el triunvirato caciquil que ponía y quitaba presidentes municipales.

El cura cobraba el diezmo de las cosechas con el apoyo de la policía. Las trojes del curato estaban siempre llenas del grano que guardaba para venderlo durante la época de escasez sin ningún ánimo de ayuda para los necesitados.

A su vez, el cobrador de impuestos que representaba al gobierno del estado usaba los fondos públicos para prestarlos con usura a los necesitados que así perdían sus casas y parcelas enriqueciendo al funcionario nefasto.

Con ese poder y las relaciones políticas establecidas con el gobierno quitaban e imponían presidentes municipales, hasta que el pueblo, cansado de las injusticias del grupo caciquil encontró su salvación en el liderazgo de un médico pasante del Politécnico que llegó a realizar su servicio social y se involucró en la problemática tomando partido a favor de los pobres y vulnerables a quienes guió con valentía e inteligencia hasta derrotar ese gobierno extralegal.

La maestra fue depuesta y jubilada por anticipado, el cura al que pocos querían fue cambiado de lugar y al sub recaudador se le quitó la representación. En el pueblo tuvimos cambio de autoridades.

La energía popular desatada por el triunfo fue de largo aliento y en seis años mi pueblo cambió con todas las ventajas que tiene la vida sin miedo y en libertad porque aprendió el valor de la organización y el peso de la fuerza comunitaria.

Por eso Quechultenango fue la primera cabecera municipal que en aquellos años lució sus calles empedradas, presumiendo su moderno jardín encargado al cuidado de las vecinas, con barandales y arbotantes donados del Distrito Federal.

Por eso insisto en que la energía desatada por los triunfos electorales tiene que ser capitalizada en beneficio colectivo para acrecentarla con iniciativas que fortalezcan la autoestima ciudadana. El presupuesto público debe ser un apoyo para realizar las obras de beneficio común donde parte de la fuerza de trabajo sea gratuita, utilizando los recursos naturales propios de la región.

En nuestro caso la enorme empresa de empedrar las calles utilizando el material en abundancia que dejaba el río Huacapa se apoyó en los camiones de la empresa que explotaba la mina cuyos carros solo ruido, polvo y hoyancos dejaban. En adelante tuvieron la obligación de acarrear gratuitamente la piedra que los vecinos amontonaban en las márgenes del río.

Bajo el caciquismo la población aprendió que más allá de la ley y el derecho vale la recomendación y el compadrazgo. Así se vulneró de raíz a la democracia. Han pasado muchos años para que la influencia de los partidos de izquierda y las organizaciones políticas de esa misma filiación para reeducar a la población, que creyera en las bondades de la democracia que ahorra sangre y violencia y promueve la fraternidad, el respeto enseñando la ventaja de intercambiar puntos de vista para ver mejor el porvenir, que miraran la importancia del voto para caminar hacia el rumbo marcado por la mayoría.

Para honrar y hacer justicia a esos guerrerenses pioneros, hombres y mujeres que hicieron posible la hazaña de ganar la Presidencia de la República y luego el gobierno estatal es que debemos combatir al caciquismo.

El gobierno de izquierda radical no se entendería si deja vivo el poder extralegal del caciquismo que el PRI tiene como reducto.

El gobierno está obligado a ganar presencia y a predicar con el ejemplo, apoyando a todos los organismos que se han encaminado hacia la democracia. El trabajo para la democratización de los sindicatos se puede hacer mediante las autoridades del trabajo aplicando escrupulosamente el derecho de los trabajadores para que esos organismos tan extendidos en la sociedad sean la principal escuela de educación cívica. Ellos que tienen presencia extendida en la sociedad deben convertirse en escuelas de libertad y disidencia siguiendo el ejemplo que ha iniciado el gobierno federal con los trabajadores petroleros y los automotrices.