2 enero,2024 4:51 am

Álbum para cerrar el año

Amerizaje

Ana Cecilia Terrazas

 

Prácticamente cualquier noticiario, revista o publicación periódica hace un recuento, un anuario de imágenes alrededor de estas fechas. De igual modo, la inmensa cantidad de profesionales o no profesionales de la psicología exhortan a realizar una proyección situacional –le dicen deseos o propósitos– para el año que viene.

La celularitización mundial contribuye de manera masiva a la posibilidad de hacer todo tipo de fotografías. De hecho, seguro se toman muchas más fotos de las que se pueden archivar o volver a ver. Las imágenes se explican de miles de maneras, pero jamás dicen una sola cosa ni son unirreferenciales. Veamos:

Tiempo. Traemos orgánicamente puesto el reloj biológico que nos dice que somos tiempo y que todo es finito. Sabemos a nivel intuitivo, consciente e inconsciente, que esto vivido no será después y que todo se acaba sin poderse repetir. La invención de la cámara fotográfica sigue siendo inaudita por su capacidad, con todas sus limitaciones, de detener o capturar un pedacito de tiempo que, sin ella, ni siquiera podría intentarse volver a describir.

Memoria. Asimismo, lo que ocurre y fue, lo que hemos vivido y cómo eran o son las cosas, pueden de cierta chata manera resumirse a través de una fotografía o una postal. Esos paisajes que se acaban borrando y diluyendo en nuestros cerebros, apenas quedan señalados en esta u otra imagen que acaba supliendo a toda nuestra maquinaria memorable y memoriosa.

Fotopostal. Las fotografías del exterior se convierten en eso que la persona, por alguna razón, distingue del todo, aparta del paisaje completo o de los 360 grados y decide compartir. Esas fotografías son acontecimientos, hallazgos personales por ser la colocación de los ojos, la mirada puesta de una manera que busca ser distinta. Esto es robarle un fragmento a la realidad visual para compartir con otras personas esa relación que queremos tener nosotros con aquello.

Selfies. La tan actual autorreferencia selfiana es una herramienta interesante, puesto que las personas con cámara en las manos pueden ahora, a diferencia de hace unas décadas, tomarse y tomarse fotos hasta sentirse cómodas con esa imagen de sí mismas, con esa autoconstrucción y forma en la que quieren ser vistas.

Identidad. La lógica de “si me veo, me siento y me describo, existo, por tanto, pertenezco y poseo alguna identidad”, se basa enormemente en el apoyo gráfico. Por eso el cine, que son imágenes en movimiento o una secuencia de fotografía móvil, nos va contando con tanta fortuna algo que nos arraiga a un paseíllo atrapado, enlatado, con posibili-dades de revisitarse y que nos va conformando identitariamente. Ahí nos identificamos o no, rechazamos o aceptamos lo que sucede y lo tenemos a la mano para renarrarlo, criticarlo. Las imágenes como identidad nos hacen más fácil la posibilidad de la comprensión de un todo tan enorme como lo es la vida ya que el tiempo tan cambiante y sus contextos irrepetibles se vuelven muy difíciles de atrapar. En cambio, las fotos nos refieren a pedacitos de más fácil digestión.

Interpretación. Que sigue de identidad. Esa forma de explicar, contar y ver, atomizada en una imagen, es nuestra firma, es esa huella de inscripción y firma. La manera en la que atravesamos la vida, cuando la fotografiamos y hablamos de esas fotografías, es el relato que nos contamos de lo que somos, lo que queremos ser (en colectivo), lo que deseamos, lo que entendemos, lo que nos sorprende o nos aterra. El fotoperiodismo es tan valioso porque además de hacer esa interpretación de la nota –es decir, de todo aquello que sale al supuesto orden de las cosas– logra captar en el instante preciso eso que está ocurriendo y que el fotorreportero piensa que se debe difundir entre todas las personas.

La propuesta para este fin de año es que hagamos nuestra pequeña selección de imágenes clave del año y nos tomemos el tiempo para explicarnos por qué las escogimos. Además, hagamos lo mismo con imágenes que diseñemos en nuestra imaginación sobre el 2024 y nos tomemos el tiempo para explicar por qué ésas y no otras. El mundo, el país y los contextos inmediatos se merecen este pequeño álbum imaginario 2023-2024, antes de que la vorágine del calendario nos reempuje a tomar fotos y nos aleje de sus lecturas.

 

@anterrazas