18 diciembre,2018 7:24 am

Año nuevo, gobierno nuevo

Abelardo Martín M.
Con alguna frecuencia ocurre que el tiempo se alarga y pareciera que el final nunca llegará. Eso ocurrió conforme se aproximaba a su término el gobierno sexenal del ya ex presidente Enrique Peña Nieto, a quien el desgaste político y mediático lo fue consumiendo cada vez más ostensiblemente.
Las lecciones de la administración gubernamental que recién concluyó hace casi tres semanas son invaluables, si se quiere “experimentar en cabeza ajena”. Se ve poco probable que todos los errores, desgaste, omisiones vividos por ese gobierno sirvan para que los políticos y funcionarios públicos en turno, aprovechen.
La soberbia parece ser un ingrediente que con más frecuencia de lo deseable acompaña a todo nuevo o viejo funcionario gubernamental. Ven la tormenta y no se previenen. El secreto de la solución al problema está, aparentemente, en dejar de verse a sí mismos y voltear a ver a quienes representan, es decir, al pueblo, a los ciudadanos, a los hombres, mujeres, jóvenes, niños, adultos mayores.
Los últimos gobiernos, independientemente de si corresponden al ámbito municipal, estatal o federal, pierden con mucha facilidad la perspectiva. En campaña, aparentemente, ven, conocen y se comprometen a atender las necesidades del pueblo. Ya en los cargos, se olvidan de sus ofertas y asumen que los electores pueden ser objeto de manipulación o engaño. Lo primero que intentan es convertir a los medios de comunicación en espejos que los reflejen en toda su belleza, en todo su talento. Craso e irremediable error. Lo que provocan es un divorcio con la sociedad, con el pueblo, con los ciudadanos quienes, al final, pasan la factura.
¡Qué rápido se ha pasado el año!, dirían nuestras abuelas por estas fechas en que, efectivamente, un ciclo llega a su fin, todo mundo se apresta a disfrutar sus vacaciones, si no lo está haciendo ya, y sólo quedan las posadas, las fiestas navideñas, el Día de los Inocentes y la celebración de la Noche Vieja, antes de dar paso a 2019 y todo lo que de él esperamos.
Y sí, se ha pasado rápido, pero también ha estado lleno de acontecimientos y novedades este 2018 que termina. Lo más notorio, los comicios del 1 de julio, en que el electorado mexicano dio una extraordinaria muestra al mundo de cómo se le da vuelta a un sistema político y se empodera a un nuevo régimen, sin violencia ni derramamiento de sangre, sino en medio de una fiesta popular.
Así ocurrió incluso en Guerrero, aunque aquí no se eligió gobernador, pero sí un nuevo Congreso y a los alcaldes de ochenta y un municipios del estado, con lo que la entidad adquirió un nuevo perfil político e ideológico, al que se ha debido adaptar a regañadientes, si bien poniendo buena cara, Héctor Astudillo, el mandatario estatal.
Termina también en Guerrero un año de extraordinaria criminalidad, notable en lugares como Acapulco, Chilapa, la sierra de Tlacotepec y Chichihualco, Taxco y hasta la capital, Chilpancingo, y culmina con la instalación de una nueva Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz, en el esfuerzo de pacificación en el que también se inaugurará aquí el esquema de la Guardia Nacional, con cerca de 2 mil efectivos de la Marina, el Ejército y la Policía Federal, con la colaboración de las instancias locales.
En la agonía del año, el gobernador Astudillo encuentra aún motivo de conflicto en la conformación del Presupuesto federal que está por votarse en el Congreso de la Unión, pues hace notar que de aprobarse como está, la entidad recibiría hasta un quince por ciento menos de dinero para el campo, la educación y vías de comunicación. A cambio, hay que apuntarlo, Guerrero se perfila como uno de los estados más beneficiados por el crecimiento de los programas sociales y otros proyectos del gobierno de la República.
Mientras todo eso lo desmenuzan y discuten los expertos y los políticos, Acapulco y otros centros de interés turístico viven uno más de sus episodios de plenitud en el recibimiento de visitantes, sobre todo nacionales, pero también algunos extranjeros como recuerdo de mejores épocas.
Ojalá que haya capacidad para aprender de las experiencias, duras, difíciles que han vivido los gobernantes salientes. También que los distintos factores de poder entiendan la nueva realidad, la asuman y estén dispuestos a colaborar, ya que un país en continuo proceso de descomposición no beneficia a nadie, al contrario, garantiza más profundos problemas, mayor injusticia en todos los ámbitos. Recuperar la orientación correcta de la brújula del país es prioritario.
Por lo pronto, las fiestas de fin de año, que siempre han sido un momento dorado en el puerto, esta vez se celebrarán con una nueva alcaldesa y en nuevos tiempos de esperanza en el país.
Luego vendrá un nuevo año y la cruda por el retorno a la realidad. Ojalá de veras esta vez esa realidad sea más amable y menos injusta para la inmensa mayoría de los guerrerenses.
Esta es nuestra última colaboración del agonizante 2018 en El Sur, diario que también intenta adaptarse ante los nuevos tiempos y reinventarse ante las actuales tendencias tecnológicas, sociales, políticas y comunicacionales.
A todos nuestros lectores y compañeros les deseamos felices fiestas y un año nuevo pletórico de satisfacciones. Que así sea.