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Aborda el cineasta Terrence Malick en su nueva cinta la complejidad del amor

Juan Carlos García / Agencia Reforma

Toronto

Como los sentimientos no tienen una explicación lógica, Neil (Ben Affleck) asume que el amor que le tiene a Marina (Olga Kurylenko) y a Jane (Rachel McAdams) tiene una razón, aunque no sabe cuál.
A la primera la conoce en un viaje a Europa, en donde hace un click inmediato y la invita a ella y a su hija, Tatiana, de 10 años, a irse a vivir con él a Estados Unidos.
A la segunda la ha conocido de toda la vida, porque fueron amigos en la infancia.
Pero luego de entrar en un letargo en la relación con Marina, se desentiende de ella para concentrarse en Jane.
“Las reflexiones humanas pueden ser tan complejas como queramos, tan sencillas como queramos. Leí esta historia y me di cuenta de que es muy cierto cuando dicen que nos complicamos porque queremos. El amor no es de un solo color, pero depende de nosotros la tonalidad que lleva, depende de nosotros como asumirlo, entenderlo, aceptarlo y vivirlo”, relata Affleck.
Estos son los tres principales personajes en la historia fílmica contada por el polémico Terrence Malick.
El realizador de El árbol de la vida, dividió opiniones sobre este trabajo, en el cual volvió a trabajar con el mexicano Emmanuel Lubezki.
“Leí el guión y pensé que generaría controversia, opiniones encontradas, porque asumo que la belleza de una historia está en lo que te deja. Hay personas que se entusiasmarán con el significado del amor que Terrence ofrece, y hay personas a las que no les gustará”, observa McAdams.
En el intermedio de la relación de Neil con ambas mujeres, es Marina quien se enfrenta a una encrucijada cuando conecta sentimentalmente con el padre Quintana (Javier Bardem), quien atraviesa por una crisis de fe.
Hay una separación, luego regresan y al reunirse es cuando ambos deben entender si son lo suficiente maduros para establecer un compromiso o darse la libertad que sienten, han perdido.

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