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Los restaurantes del primer cuadro de la ciudad, sobrevivientes de cuatro décadas

Salvador Serna

Ya casi se fueron los turistas del primer cuadro de la ciudad de Acapulco.
La calle de Benito Juárez es de las que tiene más negocios gastronómicos. Los turistas nacionales que han venido de toda la vida a Acapulco, lo saben y lo saben bien, conocen el sazón por lo que no dudan en regresar a los casi legendarios restaurantes y fondas que han sobrevivido a más de cuatro décadas.
Del nacimiento al esplendor y finalmente hacia el ocaso es como lucen el famoso restaurant Tortas Ricardo, cuya propietaria es Socorro Aguirre García, nacida el 13 de mayo de 1933, y que se hizo de gran clientela gracias a sus tortas cubanas y al mejor café con leche de la ciudad, tal como reza la leyenda rotulada afuera del local provisto de 20 mesas y su inconfundible barra donde mujeres y hombres comen en solitario, viendo como se preparan sus alimentos desde la majestuosa plancha donde se preparan más de 30 diversos platillos diarios.
“Su gran variedad en el menú y las calidad del servicio y sus alimentos nos hacen regresar en cada vacaciones, y el precio es justo, medido y razonable, todos ganamos y más la barriga que se va bien contenta”, dice el turista Pablo Bolsena, originario de Michoacán, que viene bien acompañado de su familia.
Por supuesto que más turistas, o más bien poquitos, también visitan el famoso restaurante San Carlos, también conocido como don Carlos, que sigue igualito desde hace más de 30 años. Su principal atractivo es comer en el patio estilo colonial con ladrillos en rojo y blanco.
“La mejor época del San Carlos fue en los años sesentas, setentas y ochentas siempre con el servicio personalizado de su propietaria”, comparte el cronista Samuel Gutiérrez Solís que siempre va con su hermano a comer allí.
Pero el paso del tiempo no perdona a los negocios más débiles. Los turistas nacionales lo constatan con sus propios ojos al ver que el popular restaurante La Casona sigue cerrada, con sus antiguas puertas de madera rodeadas con candados. Mientras que a un ladito, la fonda Pez Vela sigue en pleno pie de lucha por no cerrar, batiéndose en batalla con otra pequeña lonchería, en este caso La Paz. Ambas fondas solamente atestiguan la caída y ruina de “otra colega”. Nos referimos a la lonchería La Gaviota, totalmente abandonada y cayéndose a pedazos, porque los prometidos créditos de los programas de gobierno de la Sedeco y del mimetizado Todos por Acapulco de la SE jamás llegaron para rescatarla. La muerte de La Gaviota fue inevitable y a ningún funcionario, y al parecer también al dueño, le importo.
En la calle de Teniente José Azueta el panorama es menos desolador. Si hay turistas, algunos atraídos por el arrastramiento de la cobija de la fama que aun tiene El Amigo Miguel, que en sus años dorados albergaba a famosos comensales recién brincados a la televisión nacional particular. Nos referimos al “mexicano” Andrés García, ahora autollamado El Consentido de Dios y también a los fornidos Jorge Rivero, Tony Bravo y Salvador Pineda quienes al llegar al Amigo Miguel “era una lumbrera, todas las viejas dejaban a sus novios y maridos en las mesas y se iban a apapachar con los actores de moda y a veces se armaban los madrazos y llegaban los judiciales a poner orden de nuevo, todo un circo” comparte el heredero universal del negocio, mejor conocido como Abundio Martínez.
Medio triste luce la calle De La Paz donde los negocitos como fonda El Nopalito, Chinawok y el Ave Fénix lucen bien tristes, sin clientela, por lo que el cuida coches de la calle aprovecha para decir arengas contra el ex alcalde Manuel Añorve Baños y hasta con el actual presidente municipal “porque no hicieron nada por Acapulco, ni hacen ni nada, aquí ya no viene el turismo nacional, el zócalo es un basurero no se puede ni caminar y eso es mala imagen” dijo el obeso viene viene.
Pero insistimos, no todo está perdido todavía porque aún hay turistas nacionales disfrutando del caótico zócalo de Acapulco. Y también se dan el tiempo de degustar los alimentos en sus populares restaurantes como El Kiosco, Mi Piachi, Super Tortas, La Fortaleza (antes Cine Salón Rojo)  y otro don Carlos, pero el de la calle de Jesús Carranza, que sigue invadida de vendedores alternativos en banquetas y calles.
“Aquí siguen los turistas y aquí seguimos atendiéndolos, estamos contentos por la buena temporada pero también estamos tristes porque ya casi terminó. Vivimos sentimientos encontrados porque Acapulco va a volver a sentirse solo y sin buen turismo durante septiembre, octubre y noviembre. No negamos que vamos a sufrir, pero hemos ahorrado para aguantar y aguantar. No solo queda más que agradecer al noble turismo nacional que nunca nos abandonó, con todo y nuestros problemas citadinos, los turistas le volvieron a dar a Acapulco una nueva oportunidad de redimirse y siento que no los defraudamos”, dijo ayer visiblemente emocionado el encargado de don Carlos, el mismísimo don Carlos Sánchez.

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