Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

La estratagema del Presidente

Para Miguel Carrillo

Hace un mes, por la mañana del domingo 8 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador encabezó una concentración que se instaló en avenida Juárez en la proximidad de la Alameda Central de la ciudad de México. Por la tarde de ese mismo día el presidente Enrique Peña Nieto entregó al Congreso la iniciativa de la reforma fiscal contra la cual durante su intervención de esa mañana AMLO protestaba, pues creía inminente determinación de aplicar el IVA en alimentos y medicinas. Cuál fue la sorpresa que el augurio no se consumó.
Las advertencias de que el proyecto peñanietista se movía linealmente en un sendero regresivo, que significaba descargar todo el peso de su proyecto en el sector popular manteniendo bajo resguardo los privilegios de los sectores más favorecidos parecía desdibujarse. En realidad, como suele decirse, sorprendió a propios y extraños, pues su iniciativa de reforma fiscal tendiente a elevar la recaudación se haría descansar sobre impuestos a los sectores medios y altos de la población. Contrariamente se ponía sobre la mesa una iniciativa con contenidos progresivos evitando un impacto directo sobre el sector popular en cuanto a la materia impositiva.
La izquierda perredista se quiso atribuir el mérito de haber inspirado e influido en esos contenidos y los analistas más serios dejaron ver sus reconocimientos en combinación con diversos señalamientos críticos haciendo gala de juicios especializados sobre la materia y con ello, abriendo el compás del tratamiento del tema. Más tarde vendría la crítica de los sectores afectados pues los impuestos en las colegiaturas, los refrescos, la renta de inmuebles y el ISR, sorpresivamente parecían repartir problemas para los empresarios y consumidores. Ante ello el PAN se levantó indignado de su curul, el mismo Beltrones se colocó en contra de algunos conceptos de la iniciativa como el aumento en las colegiaturas, el PRD prefirió disminuir el tono de su arrogancia y López Obrador se subió a la inconformidad de los segmentos empresariales y en defensa de la clase media que estaba siendo golpeada. En otras palabras cada quien se ha acomodado, para capitalizar políticamente el tema, incluido el presidente Peña Nieto.
Ciertamente había un giro en el contenido de la reforma fiscal y sin duda respondió a la inquietud de provocar una reacción del sector popular que pudiera reunirse con López Obrador y perfilar hacia el bloqueo de la reforma energética. El Presidente y su equipo leyeron bien los riegos y actuaron en la inteligencia de sus intereses y prioridades, de cualquier manera buscaría los recursos necesarios para 2014 en la Ley de Ingresos (deuda y déficit) y su correlato en el Programa de Egresos de la Federación y ya después de medir las reacciones de los sectores afectados (clases medias y altas) reacomodar la Ley de ingresos para años subsiguientes. Beltrones-Videgaray se colocaron inmediatamente en clara disposición de ser voz y oídos de la inconformidad otra vez desdibujando a los adalides políticos de la oposición.
La movilización del domingo 22 de septiembre aumentó sustancialmente respecto de la del 8 del mismo mes. La CNTE, el SME, el Movimiento # yosoy132, PRD y Morena aparecían marchando juntos encabezando una asistencia popular abierta de proporciones considerables para ser la segunda movilización contra la reforma energética. Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador habían decidido ir juntos en el tema y era significativo. El Presidente ya había jugado sus primeras fichas y se movía en una tercera jugada asistiendo personalmente a brindar su apoyo a los afectados por los huracanes en el estado de Guerrero, para retratar una estampa de contacto directo con el sector popular en desgracia y con ello contrarrestar la convocatoria de la oposición y sumar en la estrategia puesta en juego con la reforma fiscal y su disposición a mandar, decir y escuchar.
Lo importante de las posiciones y oposiciones se abría para librar la confronta alrededor de lo más importante: la reforma energética. Para AMLO y fuerzas un punto de convergencia para pegar juntos; para el Presidente un eje estratégico por cuanto en ello va el fondo de su proyecto de gobierno: atraer la inversión extranjera como principal palanca para recuperar el crecimiento económico y granjearse una relación con Estados Unidos para inscribirse en la grandes ligas de la economía y la política global con lo que podría completar la proyección del gran capital que vendría detrás de la sociedad –anónima– de Pemex.
Su estrategia es la de incentivar la inversión desde la plataforma financiera y de incentivar la demanda mediante un gasto público distributivo y contra-cíclico, en una clara expresión de nuevo clasismo (neoliberal) y no de corte neokeynesiano como algunos lo han querido interpretar o promover, pues la ampliación del gasto que se hace en primera instancia con deuda y déficit fiscal y seguidamente con lo que resulte finalmente de nuevos o más elevados impuestos de la reforma fiscal no ampliaran el gasto en una vía redistributiva, sino solamente compensará el reacomodo con disminución de la carga fiscal en que entrará Pemex SA.  Ni tampoco habrá prioridades para el fomento del desarrollo y la política social, sino dispersión inercial del gasto público como ya lo deja ver la estructura del PEF que ha sido propuesto para el 2014.
La tercera movilización llevada a cabo por AMLO el pasado domingo 6 de octubre prácticamente se circunscribió a la convocatoria de Morena pues los estudiantes estaban muy desgastados de la marcha del 2 de octubre y los maestros de la CNTE no acudieron, tampoco el PRD ni Cuauhtémoc Cárdenas. Todo pareciera que los agrupamientos y colectivos que se dispusieron el 22 del mes pasado no fácilmente se disponen a una movilización que tiene el riesgo de circunscribirse al escalamiento político del proyecto electoral que subyace detrás del movimiento lopezobradorista y como tal carece de una estrategia que pudiese arribar a una apertura de la discusión y el dialogo, y el arribo a una masa de negociación de las reformas estructurales y de los temas que están en la agenda de cada uno de los gremios, agrupamientos y colectivos sociales.
El sector popular sí tiene un sentimiento de ultraje cuando se le habla de que se entregará el petróleo a manos extranjeras, existe un sentimiento de desposesión de algo que de alguna manera es nuestro. Ahí está el resentimiento por el robo de más de la mitad del territorio nacional y bueno, sí existe motivación pero no alcanzo a medir en qué grado haya disposición a movilizarse cuándo no hay un agravio directo en la reforma fiscal y la gente lo sabe.
Llegó la hora en qué el presidente Peña Nieto debe de reconocer en la práctica que no está comprometido con la transformación de México y podría disponerse a hacerlo, que en realidad está aplicando las teorías y políticas que crearon el auge globalizador pero que ahora son tercamente responsables de la crisis en Estado Unidos y Europa sin olvidas que precisamente los países que servían de modelo están en el peor momento de muchas décadas. E insisto ahí están las teorías y políticas ahora evidentemente caducas ante la crisis y no obstante, se nos ofrecen como fórmulas idóneas para una “modernización” que se deja a la mano invisible del mercado, pues el Estado no se dispone a tomar la conducción de un proyecto incluyente.
Las izquierdas y los movimientos sociales también están ante la disyuntiva de dispersarse y estrellarse con la derrota a manera de triunfo, pues evidenciarán una vez más el carácter elitista y represor del Estado en circuitos tan grandes como lo permitan las televisoras, estaciones de radio y los medios impresos, o sea muy limitado. O en su caso flexibilizar posicionamientos, entender los plazos y, valga la reiteración, tras abrir la discusión arribar a las mesas de negociación.

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