Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Cómo han pasado los años (VIII) 1939-2014

*Con afecto para todas las mujeres egresadas de la Secundaria Federal 22, particularmente para Cota Lobato, una mujer todo corazón y entereza

Secundaria Federal 22

La primera secundaria de Acapulco nace el 19 de marzo de 1939, a 20 meses de que termine su mandato el general Lázaro Cárdenas del Río. Es la número 22 en todo el país y tal será su número oficial. El director fundador es el maestro hidalguense Eduardo Ramírez Jiménez (abuelo de Ginés Sánchez Ramírez), y figura como subdirector el profesor Vidal Gutiérrez, ambos procedentes de las célebres Misiones Culturales de la SEP.
Hay en la planta docente tres maestros acapulqueños: Julio Vélez Romero, taller de carpintería; Mauricio Güicho González, música y canto, y José Flores Romero, taller de mecánica. Inolvidables, los tres.
El proceso germinal de la novísima institución fue un premio a la entereza y persuasión de la sociedad acapulqueña. La encabezaron hombres y mujeres de todos los estratos sociales. Entre ellos el cronista de Acapulco José Manuel López Victoria, su padre Manuel L. López, ex alcalde de Acapulco; la profesora Felicitas Chita Jiménez, el periodista José O. Muñúzuri, don José Tellechea, don Carlos Barnard y don Juan Gómez. Ellos convencieron al titular de la SEP, Gonzalo Vázquez Vela, de que Acapulco no merecía, por su historia y vocación turística, ser sujeto de tan ominoso rezago educativo. Don Gonzalo se sentía ligado al puerto a partir de que alguna vez, invitado por el presidente Cárdenas, comió ceviche, quesadillas de cazón y mojarras fritas con salsa molcajeteada en la enramada de doña Juana Quiroz, en Caletilla.
La tan esperada propuesta educativa no genera sin embargo el desbordante entusiasmo de los jóvenes acapulqueños; ni colas ni apretujones en pos de matrícula. Sucede entonces un hecho no solo histórico sino también insólito: Son dos muchachas las primeras que se atreven a inscribirse en la novísima institución, corriendo el riesgo de que las calificaran como “machorras”. Lo de insólito porque todavía en la cuarta década del siglo XX, el destino inexorable para ellas eran la cocina y el lavadero. Las valientes fueron las populares hermanas Lidia y Evelia Villalobos, hijas del querido maestro César Villalobos.
Otras jovencitas seguirán el ejemplo en los días siguientes: Tere Vela Alvizu, Eloísa Soberanis, Gloria Pano de la Barrera, Elidé Barrera, Evelia y Sara Pedroza, Victoria Muñoz, Celia Ramírez, Alicia Liquidano, Evelia García, Cristina Cadena y Aurora BarrientosVinalay.
Entre los primeros muchachos estarán: Juan Gilberto León Berdeja (él mismo, ya maestro, dirigirá varias escuelas del puerto ocupando alguna vez la Dirección Municipal de Educación). Emilio Karam, Alberto Batani, Francisco Chico Ayerdi, Miguel Angel Lépez, Carlos Buenfil, Francisco Paco Vela, Luis Martínez, Carmelo Alarcón, Pedro Orbe, Daniel Catalán, Graciano Bello, Roberto Galeana, Manuel Meza y Juan Izabal Merckley (“matadísimo”, decían sus compañeros porque siempre encabezaba el “cuadro de honor”).
Los alcaldes

También de la primera generación los más tarde médicos Ricardo Morlet Sutter y Martín Heredia Merckley, ambos alcaldes de Acapulco en períodos sucesivos. Otro alcalde egresado de la gloriosa Secundaria 22, fue el también doctor Virgilio Gómez Moharro.

Quebrada y Madero

La escuela Secundaria Federal 22 nace en una casa de adobe de finales del siglo XIX, en la calle de La Quebrada esquina con Madero. Residencia, consultorio y botica a la vez del médico hispano cubano Antonio Butrón Ríos, alcalde porfirista de Acapulco en varias ocasiones. A él se debió el hospital del cerro de Las Iguanas (más tarde civil Morelos), y la habilitación de la isla de La Roqueta como leprosería; esto cuando la ciudad sea invadida por hombres y mujeres descarnados a causa del mal bíblico. La Botica Acapulco de Butrón , luego en manos de Mariano Leonel, cumplirá el siglo y años más en la calle Jesús Carranza. Formaditos en sus estantes, los hermosos tarros de porcelana atesorando sales y menjunjes con bondades terapéuticas. Hoy ya no están.
La casona del doctor Butrón albergará mucho más tarde las oficinas de Correos y Telégrafos y al mudarse, éstas la dejarán libre para la nueva institución de “enseñanza superior”, como se presumía aquí. El nuevo director, Eduardo Ramírez Jiménez, hidalguense, se declara sin ambages militante del Partido Comunista y advierte que viene a enseñar y no a adoctrinar a nadie (“y menos con estos vecinos”, bromea refiriéndose a la parroquia de La Soledad). Sus materias, matemáticas, física, química y literatura; es extraordinaria su aptitud para las lenguas indígenas dominando varias de ellas, toca varios instrumentos y compone música. El mismo instrumenta en 1940 el Himno a la Secundaria Federal 22, con letra del alumno Juan Gilberto León Berdeja,
El principio

Pasado un mes de la apertura de inscripciones, la Secundaria Federal 22 ha aceptado a 60 muchachos y muchachas lo que es considerado como verdadero triunfo. “No fueron en balde nuestros esfuerzos”, comentan los promotores. La planta docente la integran por maestros preparados, inteligentes y dinámicos, según calificación de los propios alumnos. Son ellos Eugenio Miranda Fonseca; Eduardo Villalva (geografía y español); Eva Martínez de León (inglés); Oswaldo Olvera (civismo) y los arriba anotados maestros de carpintería, música y mecánica.

Los directores

Una vez encauzada la nueva institución, el profesor Ramírez Jiménez entrega la dirección (1941), al profesor chilapeño Eugenio Miranda Fonseca, hermano de Donato de los mismos apellidos, alcalde de Acapulco, secretario de la presidencia de la República y aspirante a ocuparla. Lo sucederá un año más tarde el profesor J. Guadalupe Lozano y casi enseguida al maestro Eduardo Vega Jiménez, quien la dirigirá hasta 1964.

La tragedia

El calendario marca el 3 de septiembre de 1953 y aquella vieja estructura no resiste las sacudidas de un terremoto, viniéndose abajo los talleres de carpintería. Un nuevo movimiento la noche del 15 y un tercero más tarde dejan al edificio convertido en una montaña de escombros. ¡Gracias diosito que fue domingo!, claman las madres de familia y así se lo hacen saber directamente en el altar mayor de La Soledad.

Escuela nueva

El cronista de Acapulco Rosendo Pintos Lacunza, cuyos talleres de impresión, vecinos de la escuela, resultaron dañados por los sismos, recuerda: “Por fín, un día se presenta ante aquellas ruinas el secretario de Educación Pública, José Angel Ceniceros, acompañado por el alcalde Donato Miranda Fonseca. No obstante que la visita no fue anunciada, ya esperan a la comitiva varios alumnos montados sobre un cerro de cascajo. Portan cartulinas en las que demandan la pronta construcción de una nueva secundaria federal y hasta se atreven a corear “Queremos una escuela nueva”, “Exigimos una casa digna para nuestra gloriosa Secundaria 22”.
Molesto, el funcionario trepa sobre una montaña de escombros para sofocar en seco aquella “revuelta” juvenil:
“El gobierno del señor presidente Ruiz Cortines –grita con voz agria y tipluda– no necesita que le exijan porque sabe cumplir con sus deberes. Suaviza el tono ahora para dirigirse directamente a los estudiantes, hablándoles como si fueran sus alumnos. “Estoy aquí porque al señor presidente le interesa que ustedes no pierdan su año escolar y por ello me ha instruido para que, a reserva de que construya su nueva escuela, ustedes no pierdan más clases. Ya he dado instrucciones para que encuentren albergue en un turno vespertino de la escuela primaria Manuel Avila Camacho”. (Aplausos).
Entre aquellos primeros indignados figuraban: Mercedes Van Meeter, Olga Navarrete, Martina Roque, Virginia Hurtado, Marta Rodríguez, Violeta Zúñiga, Cristina Cristerna, Elvira Oscos, Martha Durán, Elia Rita Vega, Eduardo Salinas, Raúl Reducindo, Luis de la Peña, Cuauhtémoc Rivera, Cuauhtémoc Lobato, Luis Castañeda, Héctor Mújica, Armando Ruiz Massieu, Jaime y Luis Muñoz Pintos, Cuauhtémoc Juárez, Guillermo González, Francisco Ruiz, Tadeo y Ervey Arredondo, Ulises Vargas, Manuel Linares, Alejandro Arzate, Ezequiel Ramírez, Magdaleno Monroy y este seguro servidor.

Cuadro de honor

Aunque el mayor número de maestros de la Secundaria 22 llegó de fuera, sería injusto no considerar acapulqueños a varios de ellos. Aquí se arraigaron y forjarán familias acapulqueñas, todos ellos maestros inolvidables.
Empecemos por el director Eduardo Vega Jiménez, cuya clase de Literatura y la obligada lectura de los clásicos españoles –moza tan fermosa no había en la pradera como la vaquera de la finojoza–, tenía efectos nembutálicos incluso con ronquidos y toda la cosa. Lo acompañaba su esposa Socorrito Pérez quien daba clases de Cocina y su platillo gourmet era un aporreadillo picosísimo con cecina de San Jerónimo.
La maestra de Biología era Gloria Carro Mancilla, con su enérgica admonición: “¡muchachitos!”.
El de Matemáticas, Teófilo Moyado, presumiendo su explicación con un “¡claro como el agua!, frente a las caras de ¿what? de toda la clase. La maestra de Inglés, María de los Angeles Serratos (“¿cómo quieren aprender inglés si no saben español?, ¡por favor!”). Alejandro Ayala, de Deportes : ¡un, dos tres, arriba, abajo, parecen señoritas estrechas!). Miguel Chavelas, subdirector y maestro de Historia (“¡y por favor a mi no me vengan con historias!”). El de Civismo, Arturo Horta Miranda: “¡lacras y más que lacras!”). David Malváez de la Barrera, Biología, fundador de la primera escuela Preparatoria de Acapulco (¡tránsfugas!). Y, finalmente, Alfredo Beltrán Cruz, el muy querido maestro de Física quien hoy, como Johnny Walker, camina tan campante por las calles del puerto.

El Planeta

El Planeta, el primer periódico de la Secundaria Federal 22, dirigido por quien esto escribe con la colaboración, entre otros, de Virginia Hurtado, Mata Rodríguez, Evelia Alcaraz, Esperanza Ariza, Ulises Vargas, Raúl Reducindo, Tadeo Arredondo y la asesoría del maestro Beltrán Cruz, fue un medio escolar que tuvo como tema recurrente la exigencia del nuevo edificio. Acapulco, con todo lo que significa para la economía y el prestigio nacionales –se decía–, no le ha merecido al gobierno federal en 17 años, la construcción de una casa digna, aunque sea de bajareque a nuestra gloriosa Secundaria 22.

La trashumancia

La Secundaria Federal 22 apestará arrimada durante dos años escolares, primero en la Ávila Camacho y más tarde en la Morelos y Pavón. En esa trashumancia cumplirá sus quince primaveras y entonces bailará el vals con la orquesta capitalina de Venus Rey (Venustiano Reyes, en el hampa sindical), acompañada por medio centenar de damas y chambelanes. Tendrá una hermosa y rubia reina, Ema Graef, postulada por cierto por El Planeta, pero el regalo esperado no llegará; su casa propia.
Tardoncito, pero cumplidor. El presidente Adolfo Ruiz Cortines, residente acapulqueño en un momento de su vida, entrega las flamantes instalaciones de la escuela Secundaria número 22, más tarde Uno, aunque el deslumbrante proyecto original no se consumará jamás.
La escuela Secundaria Federal 22 caló tan hondo en la sensibilidad de sus alumnos de todas las épocas. Muchos de ellos, a distancia de siete décadas y media, se reúnen periódicamente para hacer remembranzas de aquellos días felices. ¡Ay, días que no volverán!

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