Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rosario Herrera Ascencio

Gobernabilidad

 Poco se ha destacado el trabajo sobre la gobernabilidad en Acapulco, a partir de un gobierno democrático desde el periodo de Zeferino Torreblanca Galindo; no se pretende dar clases sobre este asunto, simplemente rescatar nuestra experiencia al frente de la pasada dirigencia municipal del PRD.

La nuestra fue una experiencia bastante difícil, la militancia acostumbrada a ser oposición, muchos no tenían claro que un partido en el gobierno requería del apoyo de sus bases para contribuir a la estabilidad social. El hecho de que Zeferino no incluyera a muchos perredistas en la administración, generó el encono que existía de fondo en las marchas que se realizaron.

La primera experiencia que tuvimos fue el desalojo de los invasores en los terrenos de El Tanque, por el rumbo de Insurgentes; nosotros teníamos claro que el PRD no podía seguir violentando el Estado de derecho, y llamamos a sus líderes para hacer conciencia de este hecho. Vinieron las marchas y los plantones, y tuvimos que hacer pública nuestra posición de respetar el derecho de terceros para no vernos afectados y afectar también al turismo en el puerto, es decir, nos pronunciamos por el bien común.

Se escuchaba raro que un partido que durante tantos años había salido a la calle porque no existía la apertura democrática e hiciera uso de estos métodos en el pasado, ahora planteara no tomar las calles. Estos deslindes derivaron, al interior del PRD, en señalamientos de entreguismo y sumisión al gobierno municipal, a tal punto en que fuimos acusados once veces ante la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia, pero como era de esperarse, no procedieron. Al PRD no le quedaba otra cosa más que decidir por alguna de estas dos posiciones distintas: deslindarse del presidente municipal, o  brindarle todo el apoyo. Optamos por lo segundo.

Nuestra intención no fue ser amados en los términos en que los plantea Maquiavelo, o temidos, sino buscar los equilibrios que permitieran a Torreblanca Galindo gobernar.

Por primera vez en la historia de Acapulco, los líderes del partido no estuvimos en la nómina del ayuntamiento como aviadores, no condicionamos al presidente a darnos canonjías de ningún tipo. Tampoco lo acompañamos a ningún acto de gobierno, ni a los desfiles oficiales; la idea era deslindar responsabilidades, el presidente a gobernar y el PRD a hacer política, construir una imagen de partido responsable.

Terminamos con las prácticas de dar conferencias en los restaurantes o en los cafés, y no se otorgó un solo peso a la prensa para que cubriera nuestros actos.

Los medios de comunicación vivieron nuevos tiempos, no hubo dinero a cambio de su actividad profesional, donde antes fabricaban a grandes o pequeñas a figuras que luego incursionaban en la política. Actuaron con madurez, los convocamos a las oficinas del partido, con todas las limitaciones. En un principio llegaron unos cuantos, después todos los medios iban por la nota.

Sin embargo, hubo un medio de comunicación que nos endosó el problema de la administración porque el ayuntamiento no le daba publicidad, y todo el tiempo denostó a la dirigencia municipal.

Estar lo suficientemente lejos y lo suficientemente cerca de la administración municipal; lejos para que hubiera una relación de respeto a la toma de decisiones de la función administrativa, y lo suficientemente cerca para entrar a la defensa del municipio libre en los términos en que lo establece el artículo 115 constitucional. Es decir, guardar una sana distancia que siempre difundimos.

Estar cerca también representó para el PRD hacer las críticas necesarias y las propuestas para generar la gobernabilidad en el ayuntamiento. Con la fracción de ediles del PRD hubo diferencias y entablamos la comunicación necesaria para buscar los consensos. No hubo reuniones tras bambalinas para sacar provecho personal de nuestra parte.

Con relación a los problemas de abuso de parte de algunos integrantes de las corporaciones policiacas, primero hablamos con el primer edil, nunca pusimos en entredicho su autoridad, pero cuando fue necesario también lo reprobamos, tal fue el caso de la represión a los compañeros desalojados en la puerta del ayuntamiento o en el caso de los maestros de la CETEG, que derivó en la suspensión del cargo del titular de la Secretaría de Protección y Vialidad, sin hacer mucho aspaviento.

La gobernabilidad que se logró permitió a Zeferino impulsar un programa de gobierno donde desde un principio la dirigencia pugnó por las obras de gran impacto social, priorizando aquellas en donde fueran beneficiadas las amplias mayorías.

Nos pronunciamos por un gobierno sensible y humano, y no quedó sólo en palabras, fue signado por el presidente municipal y las dirigencia estatal con René Lobato al frente que jugó un papel determinante en este asunto, así como la presidenta nacional en funciones en ese momento, Amalia García Medina.

En una ocasión Torreblanca Galindo me dijo: “Chayo fíjese que cuando el partido no apoya a sus presidentes éstos no pueden avanzar, es el caso de muchos municipios que se encuentran agrupados en la AALMAC”. Lo entendí como un reconocimiento hacia nuestra dirigencia, porque en ese momento Zeferino era el presidente nacional de AALMAC.

Por supuesto que la gobernabilidad no se logró tan sólo por el apoyo del PRD municipal; tuvo que ver mucho el trabajo del presidente.

Antonio Camou nos dice que “los argumentos a favor de la gobernabilidad de las democracias pueden ser fundados en la triple consideración de los factores de ‘legitimidad’, ‘eficacia’ y ‘estabilidad’. En principio, el gobierno democrático es el único capaz de generar una arraigada legitimidad social con base en el respeto a las libertades democráticas, la igualdad, la justicia y la tolerancia entre individuos y grupos.

Por otra parte, una sociedad crecientemente plural, diferenciada y compleja, no puede ser gobernada de manera eficiente desde un sistema político centralizado y autoritario; por el contrario, sólo en el marco democrático es posible articular y encauzar organizadamente las iniciativas de la sociedad, en la medida en que los diversos grupos de interés implicados en una cuestión específica pueden reconocer y procesar aceleradamente el caudal de información necesario para actuar en consecuencia.

Esta es parte de nuestra historia, que quedó asentada en los distintos medios de comunicación, para que la recojan los investigadores y analistas políticos y la propia sociedad que nos juzga para bien o para mal.

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