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El alcaide del penal de Zihuatanejo fomenta la drogadicción, denuncian

 Brenda Escobar, corresponsal, Zihuatanejo * Un ciudadano que estuvo recluido en Zihuatanejo denunció que el alcaide de este penal, Samuel Núñez González, y un comandante, introducen fomentan el consumo de mariguana entre los internos, a quienes se las entregan de manera personal, permitiéndoles fumar esta droga con toda libertad y en cualquier momento del día.

El denunciante, que pidió el anonimato, dijo que estuvo en ese centro de readaptación social casi 40 días por un delito que no cometió. En ese tiempo,  conoció que el comandante –a quien describe como chaparro, gordo, pelo lacio y de piel morena clara–, en contubernio con el responsable del penal, entrega “por puñados” mariguana a los reclusos.

“Yo vi al comandante entregarle el bonche de mariguana a los que la distribuyen adentro y es cosa de diario, ahí diario están fumando mariguana y ¿por dónde entra?, ahí no entra nadie más que el comandante y el director, nadie más, porque hay un montón de puertas que sólo ellos las abren y eso es un negocio que nadie se los prohíbe y la corrupción es una cosa de lo peor que hay ahí”.

Agregó que el comandante y Núñez González tienen sus propios negocios particulares de venta de refrescos y cigarros, permitiéndole a los familiares en días de visita introducir sólo una cajetilla, “para que adentro compren”.Otra de las irregularidades que denunció es la sobrepoblación en esta cárcel, y señaló que muchos de los casi 200 internos “duermen amontonados y otros más, en los pisos de los baños porque no hay espacio, y esto no lo ve Derechos Humanos”, expresó.Añadió que los internos no cuentan con uniformes, sin embargo, el alcaide Samuel Núñez, “les exige portarlo para cuando salen a declarar en los juzgados, por lo que prácticamente se andan desnudando unos con otros, porque no dan uniformes y encima los internos tienen que aguantarse los robos que ahí se dan, desde papel sanitario, dinero y ropa, sin que el alcaide atienda el asunto”.Y denunció que un recluso de apellido Ayala, quien vende los cigarros, “está preso por secuestro, violación y asesinato, y está en contubernio con el alcaide, entra, sale de su oficina y hace lo que quiere, porque no hay una vigilancia como se debiera, porque los presos hacen lo que quieren y no hay castigo”.

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