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Regresa Laura Esquivel con novela de una mujer que lucha por dejar de ser víctima

A Laura Esquivel le gusta bordar. Se ríe de los políticos que pretenden restaurar el tejido social cortando más hebras, en lugar de enlazarlas e integrarlas.
“Tal vez si tejieran sabrían cómo hacerlo”, afirma la escritora en entrevista. “En la Cámara de Diputados, en sus tiempos libres, les podría dar unas clases”.
Después de ocho años, Esquivel regresa a la novela con A Lupita le gustaba planchar (Suma de Letras), la historia de una policía alcohólica, socialmente discriminada, que presencia el asesinato del jefe delegacional de Iztapalapa. Lupita es una víctima que terminará por dejar atrás esa condición.
El camino para lograrlo es “reconectar” con la cosmovisión indígena. “Tenemos una cultura ancestral a la que podemos recurrir para, en este momento de crisis, cambiar nuestra percepción. Es lo único que nos va a hacer vivir de otra manera”.
La Conquista significó la ruptura con el pasado prehispánico, advierte Esquivel, su pensamiento fue sustituido por la visión del imperio que aún prevalece, donde una minoría “aplastante” se adueña de la tierra, del agua, de todo.
“La cuestión es cómo puedo recuperar la conciencia de que soy parte del todo. Si lo hago, no me voy a atrever a destruir el medio ambiente, aunque me paguen muy bien”.
La novela está hecha de capítulos breves que permiten descubrir la enfermedad emocional de Lupita. Cada uno nombra una actividad: planchar, lavar, chingar, sembrar, correr, bailar.
“Mi intención era mostrar cómo el yin y el yang están en cada cosa que realizamos. Una actividad nos puede conducir a la obsesión, pero también liberar”.
Su novela Malinche, el manual Escribiendo la nueva historia y A Lupita le gustaba planchar, que comenzó hace más de una década, son obras que están conectadas, señala la autora de Como agua para chocolate, de la que ha vendido más de 7 millones de ejemplares y confía en que unos nuevos productores consigan el largamente acariciado proyecto de montarla en Broadway.
La escritora considera que es necesario sanar como sociedad. “Estamos atravesando un momento muy crítico, pero confío en el espíritu de México, de todos nosotros, creo que vamos a salir adelante. Pero se requiere de un cambio interno. Dejar de ser víctima le puede llevar a uno la vida entera”.
Para no contaminarse de la violencia recurre mentalmente al amor. “La clave es decir: esto está sucediendo, pero yo sigo creyendo en el amor. La única forma de dejar de repetir historias dolorosas es que tú ya no las pases, hay que decir hasta aquí”. (Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma / Ciudad de México).

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