Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

Los efectos del 9-11

 Después de un año del atentado a las Torres Gemelas y la gran tragedia que sacudió a Nueva York, ha habido cambios sustanciales tanto en política exterior como interna en casi todos los países del mundo y se han suscitado nuevas circunstancias que dificultan mucho la relación entre países.

En el caso mexicano los efectos fueron considerables, en primer lugar después de la elección del 2000 cuando vino la alternancia en el poder, la cercanía del presidente Bush con el presidente Fox auguraba una relación cercana y sobre todo, el apoyo de la superpotencia en los aspectos económicos y sociales de nuestro país. Luego vino el atorón económico que afectó nuestra economía. Cuanto ocurrió el trágico evento, tal vez la tardanza del presidente Fox en llegar a mostrar solidaridad con el presidente Bush enfrió un tanto la relación, no con el presidente sino con los grupos políticos que lo rodean y comenzó una cierta distancia que no auguraba para nuestro país grandes esperanzas.

La primera baja de nuestras expectativas, pudiéramos decir fue que se hizo más difícil la negociación para un cuerdo sobre migración que al principio parecía tener una gran posibilidad. Empezó haber falta de respuesta en el Congreso y todos los esfuerzos del gobierno mexicano tanto del presidente Fox como del canciller Castañeda no encontraron la respuesta esperada o inmediata y esto se ha ido posponiendo y después de un año no se llega todavía a ver la posibilidad de un acuerdo migratorio.

Se vio también en el problema del transporte que había convencido en el Tratado del Libre Comercio y que no ha encontrado solución favorable y esto se ha ido a una controversia, es decir, a litigar en los instrumentos del Tratado del Libre Comercio para permitir la entrada a los Estados Unidos de los transportistas mexicanos. Esto se agravó más cuando las leyes locales de los estados fronterizos del lado norteamericano demandan mucho más que lo que demandan las autoridades mexicanas a los operadores norteamericanos que entren a nuestro país.

Muchos de los problemas que aparentemente la globalización y el Tratado de Libre Comercio solucionarían, como es el fin de proteccionismo, especialmente ahora que se cumplen ya fechas en que se amplía este rubro, no se ha visto, se ve todavía una economía proteccionista en los Estados Unidos y el trato personal que buscaba el presidente Fox, realmente no se ha dado.

Con las complicaciones geopolíticas, las diferencias del presidente Bush con la Comunidad Europea con la excepción de Tony Blair de Inglaterra, el conflicto con los países árabes ha tomado el primer nivel de atención de la política del presidente Bush y nuevamente nuestro contendiente se convierte en el contendiente olvidado y esto se vio muy claramente cuando el colapso argentino y posteriormente cuando el presidente Fox ofreció ser una especie de intermediario informal para ver si podían cambiar las actitudes norteamericanas y no lo logró.

Por otra parte, extraoficialmente se ha sabido de los intentos que Latinoamérica se involucre en una especie de alianza o de un ejército continental que los militares de los distintos países no han aceptado y en esto se involucra un concepto de soberanía que será difícil de superar.

La actitud del gobierno norteamericano ha mostrado un mayor aislamiento y con los eventos del terrorismo se ha vuelto altamente nacionalista. Esto se ha visto en tres ocasiones: al no aceptar someterse a la Corte Internacional de Crímenes Contra la Humanidad, el no aceptar las condiciones del protocolo ecologista de protección al medio ambiente y finalmente en Johanesburgo en la reunión sobre desarrollo y naturalmente para el nuestro.

Una nueva situación aparece al haber logrado un lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo que nos pone también en una situación difícil. El no seguir la política norteamericana augura que la actitud fría hacia nuestro país se agudizará y por otro lado la actitud contraria traería la crítica interna de todos aquellos que son celosos de la soberanía nacional. De hecho el ser parte del Consejo de Seguridad no reditúa ventajas políticas o diplomáticas para el país y si nos pone en una disyuntiva para seguir fielmente la política de Washington o atender a las posiciones internas de las que también depende el gobierno nacional, que resultaría en relaciones más frías.

468 ad