Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

Atonía en la economía y erosión del régimen

Para Brenda Rodríguez.

La atonía de la economía mexicana vuelve a marcar el ambiente en el que el Presidente ve disminuir su aprobación por parte de la población nacional. Según la encuestadora Parametría, de abril/junio del 2013 a enero/febrero de 2014, la aprobación de la gestión de Enrique Peña Nieto disminuyó de 62% a 48%. En una medición más reciente del periódico Reforma para fines de marzo la aprobación del Presidente –48%– era igual a su desaprobación, pero particularmente en el segmento de líderes de opinión la caída fue en más de treinta puntos pues en este caso pasó de 78% a 46% de abril de 2013 a marzo de 2014.
Esta pérdida en los niveles de aceptación sobre los desempeños del régimen que se reflejan en los niveles de aprobación y desaprobación de la figura presidencial son de preocupar en forma significativa, pues las mediciones de las que hablamos se hicieron antes de que se anunciara el ajuste a la baja en el pronóstico de crecimiento económico por parte del instituto responsable de las estadísticas nacionales (Inegi), primero y después por parte de la misma Secretaría de Hacienda (SHCP). El crecimiento previsto para este año ya no será del 3.9% sino del 2.7%. Una historia que en el año 2013 pasó de 3.6% a 1.1% después de repetidos ajustes que se hicieran en el transcurso del año.
Es de inquietar que la economía no crezca de acuerdo con los niveles esperados, pero doblemente complicado es que a la par el gobierno se desinfle tan rápidamente sin tener a la vista claras alternativas en la sucesión del poder político. Aunque el triunfo electoral de Peña Nieto estuvo lejos de una diferencia del 100 por ciento de lo que traía su adversario más cercano según lo llegaron a colocar las encuestadoras que claramente se habían vendido a la campaña peñanietista, lo cierto es que tomado el mando del Poder Ejecutivo, el mexiquense acomodó a su alrededor a todo mundo, claramente los empresarios, los partidos políticos en el Pacto por México y buena parte de la expresión popular compró la idea de que vendría un mando firme, alejado de la mediocridad de los regímenes panistas.
Las reformas estructurales se vendieron como el factor de cambio y con su aprobación vendrían los tiempos mejores siempre esperados, bajarían las tarifas de la luz y el costo de las gasolinas. Pero una vez aprobadas las reformas estructurales, particularmente la energética con la que se cerraba la estela de éstas como vehículos de cambio, las campañas propagandísticas sobre la disminución en los costos de los servicios de energía y los energéticos desaparecieron y ante el fracaso de “mover a México” como idea política se terminó por cambiar no a México sino las campañas propagandísticas y ahora mover a México es una campaña mediática prefigurada por una pelota grandota que rueda entre el sinnúmero de acciones gubernamentales en relevo de una sociedad que no encuentra los motivos ni los cauces para su movimiento y queda pasmada y atónita.
La noticia no es que bajó el recibo de la luz ni el del gas, sino el pronóstico de crecimiento económico equivalente a la no creación de 260 mil empleos de los que fueron anunciados (Raymundo Tenorio Aguilar, director de la Escuela de Negocios del Instituto Tecnológico de y de Estudios Superiores de Monterrey), y a la par bajaron los bonos de aprobación del secretario de Hacienda Luis Videgaray y del presidente de la República, que ya no sólo entró en descrédito en el interior irritando al sector empresarial (Leo Zukerman, Excélsior 26/05/13) sino que su aceptación en el exterior se pone en entredicho. El periódico digital Y sin embargo cita a la mundialmente influyente fuente The Economist diciendo que Peña “anunció un nuevo impulso para el crecimiento de este año con más gasto deficitario. Efectivamente, el gasto público aumentó un 13.2 por ciento en el primer trimestre, comparado con el mismo periodo de 2013. Pero ha habido una caída en la construcción incluidos los proyectos de infraestructura grandiosos que supuestamente se detonarían con dinero público. Incluso los funcionarios del gobierno parecen desconcertados por el tiempo que está tomando en registrarse el gasto.”
Mientras la OCDE estimó un crecimiento mundial del 3.4 por ciento, el gobierno de México dice que crecerá al 2.7 por ciento pero quién sabe, más tardó en hacerse el anuncio que en iniciarse las manifestaciones de incredulidad sobre el mismo por parte de las vocerías autorizadas de las firmas financieras y consultoras.
El “quién sabe” respecto del reciente pronóstico de crecimiento responde a que las reformas estructurales, llegado el caso, tendrán un efecto en el mediano plazo que posiblemente se refleje después del gobierno de Peña Nieto. Y también responde a que depende de un circuito que está lejos de transformar en mayor magnitud el aparato productivo nacional y que la economía mexicana sigue esperanzada en la recuperación de la economía norteamericana que no termina por dar muestras de una salida clara a su crisis. Prolongada y lenta recuperación como lo muestran sus datos de crecimiento del primer trimestre de este año (1.1 por ciento) que son mucho peores que los de hace un año (2.6 por ciento). Hay un problema de fondo y es que como Miguel Mejía Barón, Peña Nieto se niega a hacer los cambios, está atrapado en una visión tradicional y corta, eso sí es muy enérgico y controlador como en Michoacán en donde la delincuencia sigue haciendo de las suyas pero según esto las autodefensas ya son policías rurales institucionales cosa que ni era el tema y aun así… está por verse.
No lo decimos con falta de seriedad, sino con el humor que demanda la poca seriedad del régimen, más bien, ahora somos nosotros los que estamos preocupados del descrédito del Presidente porque o no está enterado o todos los que lo rodean le dicen que todo está bajo control y que no hay oposición franca. Y debemos de aceptar que mucho hay de razón en ello, mas no es sinónimo de que las cosas estén bien. Es en este contexto que se le propuso y se echó a andar la reforma para el campo, pero las reformas deberían de tomar lección de lo que ha venido sucediendo en año y medio que lleva el régimen y del entorno de una economía disminuida y sin respuestas en materia de empleo-ingreso entre la población. Se pegaron el corto y el mediano y largo plazos en un nudo que no parece fácil de desatar.
Los foros y las ponencias de los convocantes y actores invitados se entrelazan y se confunden, no saben hasta dónde hay permisibilidad y se ponen en igualdad de condiciones propuestas insignificantes con sugerencias temerarias, que van desde concederle carácter de prioritario al sector rural… hasta que se legisle para quitarle los candados que le representan las Asambleas al Ejido y la Comunidad y así poder enajenar la tierra de los dueños de dos terceras partes del territorio que están atrapadas y entrampadas en el minifundismo, pues a pesar de que el Presidente expuso frente a las organizaciones de productores que no entraría en ese terreno, la verdad es que deambula por los pasillos de los foros y le andan midiendo para ver si pasa.
No parece haber nada más de fondo y eso es lo que cifra la preocupación que expresamos respecto de la circunstancia de una realidad que demanda soluciones de fondo con respuestas inmediatas y grandes transformaciones de mediano y largo plazos pero que no hay señales de unas ni de otras, y sí por el contrario el régimen se erosiona, las sociedades de base se dispersan en el individualismo de sus penas y fatigas, y la alternativa política no se vislumbra. Hay una discusión de orden superior sobre las alternativas al desarrollo que se da en el escenario de la crisis de los países desarrollados y las maneras en que se despliegan los países emergentes, una reestructuración mundial que conlleva un debate. México teóricamente hace parte de esa discusión y para soportar sus argumentos tiene al país como prueba, pero México no discute: sólo acomoda algunas piezas como la energía –y dice que las telecomunicaciones– para suponer que desde ahí y sólo con la inversión extranjera en estos ámbitos será suficiente para subir al país al escenario de la discusión práctica del desarrollo en el presente siglo. Eso es a todas luces una visión estrecha y ahí está la falacia de las reformas estructurales.
En medio de este tren legislativo, el presidente y sus alfiles en las secretarías de Hacienda y en Gobernación “hacen agua” con la economía y la seguridad pública en el contexto inmediato, se sustraen de la discusión contemporánea en la teoría y en la práctica, y todavía se atreven a jugar con fuego abriendo una reforma para el campo a la que no le dan perspectiva, pero algunas ideas se empiezan a dejar ver, con desorden y con timidez, pero el clima de desasosiego que se está generando por la falta de seriedad que significa no dar respuestas a los problemas y no buscar acuerdos trascendentes con las sociedades de base puede provocar que se pierda timidez y se gane el orden y profundidad que obligue cambios de mayor amplitud y profundidad. Y puestos en este contexto, regresaremos en la próxima entrega con los temas de la reforma para el campo
Huelga decir que nuestra preocupación sobre el declive del régimen y el debilitamiento del Presidente en ausencia de los movimientos sociales y de una alternativa política hace de la política una ausente en donde se pierden las posibilidades prácticas de la discusión, sea de las reformas estructurales o de la reforma para el campo, no obstante habrá que intentarla en los diferentes planos sin obviar el marco global en que se procesa. Empero, sin solidez política no hay perspectiva ni terreno fértil para las ideas y el trabajo, dicho sea por todos.

[email protected]

468 ad