Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Dr. Fernando Lasso Echeverría

¿Conoce usted la enfermedad de Chagas?

Si contestó que no… no se apene, pues la inmensa mayoría de los médicos generales o de primer nivel tampoco, a pesar de que esta enfermedad es ya un problema de salud pública en Guerrero. El desconocimiento de este mal de parte de muchos miembros del gremio médico guerrerense da lugar a un subregistro de casos clínicos, y de muertes por enfermedad de Chagas, que provoca la falsa opinión de que en Guerrero no existe este padecimiento, o que es poco importante su presencia.
Esta grave enfermedad existe en toda Latinoamérica –Argentina ocupa el primer lugar– y por su impacto económico en los países en donde la hay, el Banco Mundial la considera desde 1993 como la enfermedad parasitaria más grave de América, y conste que esta institución crediticia no es ninguna hermana de la caridad que se preocupe por la salud de las poblaciones, a menos de que esto la afecte secundariamente, hecho que sucede cuando los países deudores no cumplen con sus pagos por sus problemas internos, sean sanitarios o no. Esto es lo que realmente provoca su intranquilidad, y por ello hace una llamada de atención al respecto a los gobiernos latinoamericanos.
El investigador y responsable del Programa de Chagas para Latinoamérica, de la Drugs for Neglected Diseases, Eric Stobbaters, alertó que en México hay un millón de afectados por esta enfermedad y que sólo el 5 por ciento recibe tratamiento. ¿Qué cuota de enfermos aporta Guerrero? No lo sabemos, porque las autoridades sanitarias del estado no le han dado importancia a este problema de salud. De acuerdo con la Organización de Médicos sin Frontera, esta enfermedad produce 12 mil 500 decesos por año en nuestro país, y como la mayoría de infectados desconocen que la padecen, miles mueren sin que el paciente o su familia sepan la causa de su muerte.  ¿Cuántos de éstos, son guerrerenses? Tampoco lo sabemos.
Este padecimiento es transmitido por una chinche grande, que no debe confundirse con las chinches comunes de los colchones y que a muchos de nosotros ya nos han picado, sobre todo en sitios no muy limpios; esta chinche, que es llamada científicamente triatoma, la gente la conoce como “chinche hocicona” o “chinche besucona” (ver foto), y cuando es portadora del parásito que provoca la enfermedad, lo transmite al picar a su víctima; sin embargo, en el caso del Chagas, la inoculación del parásito –llamado tripanosoma– no es directa, como ocurre con las picaduras de los mosquitos transmisores del paludismo y el dengue (el anopheles y el aedes), sino que ocurre porque el insecto al terminar de chupar sangre, defeca junto a la picadura que obviamente causa comezón, y provoca el rascado de la persona picada, quien con ello se causa lesiones mínimas en la piel, por las que se introduce el parásito (expulsado en cantidades extraordinarias por la chinche, con sus evacuaciones), o bien, se introducen mecánicamente por el orificio de la picadura, de donde pasa al torrente sanguíneo. La costumbre de tallarse los ojos al despertar puede llevar al parásito a la conjuntiva del ojo, y crear una notable inflamación del párpado, que es llamado “signo de Romaña”, típico de esta enfermedad (ver foto).
En México se considera como área endémica, el territorio que se encuentra a menos de mil 800 metros sobre el nivel del mar, ya que en los rangos de esa altura es donde se han encontrado  “chinches hociconas” con el parásito o sin él. Los casos de enfermedad de Chagas notificados en el país, corresponden a los estados de Oaxaca, Chiapas, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Yucatán, Veracruz, México y Sonora. Se sabe que se han encontrado chinches de esta variedad portadoras del parásito en dos terceras partes de la extensión del país, y considerando este hecho, no hay otra explicación adecuada de la aparente rareza de esta enfermedad, más que el desconocimiento que el médico de primer nivel tiene de ella.
La enfermedad de Chagas se caracteriza por una fase aguda y otra crónica; la fase aguda, por su sintomatología atípica, puede parecerse a la que presentan otras enfermedades más comunes, hecho que provoca –junto con su desconocimiento del Chagas– que el médico no piense en esta posibilidad diagnóstica. Estos síntomas son: fiebre, crecimiento de ganglios del cuello, de las axilas o de las ingles (según el lugar de la picadura), exantema (erupción cutánea, parecida a las que aparecen en el sarampión, rubeola y otras fiebres eruptivas), astenia y adinamia (falta de energía física y mental, para efectuar sus labores cotidianas), dolor óseo o muscular y, ojo, en un porcentaje significativo de los recién infectados se presentan diversos grados de insuficiencia cardiaca, debido a la inflamación del músculo cardiaco (carditis), que pueden provocar la muerte en esta fase, si esta complicación cardiaca no se atiende adecuadamente.
En esta fase aguda puede comprobarse la presencia del parásito en sangre, líquido cefalorraquídeo o en otros tejidos, sin embargo aquí en Guerrero estos exámenes sólo se practican en forma confiable en el Laboratorio de Salud Pública de la Secretaría de Salud, ubicado en Acapulco. La mayoría de los pacientes superan aparentemente en forma venturosa esta fase aguda, pero el proceso patológico provocado por el parásito sigue su marcha, generalmente en forma asintomática y por ello sin el conocimiento del paciente, hasta que en un periodo de tiempo que va de cinco a quince años aparece la llamada fase crónica, con problemas graves de salud que generalmente acarrean la muerte del enfermo (del 30 al 50 por ciento de ellos) haciéndole pasar antes por un viacrucis que vuelve pésima la calidad de vida del enfermo.
¿Cómo se han dado cuenta las autoridades sanitarias de la presencia de casos de Chagas en Guerrero? Por los Colegios Estatales de Gastroenterología y de Cardiología, que mandan a los enfermos sospechosos a efectuarse exámenes de laboratorio enfocados a Chagas, porque este complejo padecimiento, que difícilmente es diagnosticado en su fase aguda o temprana por los médicos de primer nivel, causa en su fase crónica severas lesiones en el esófago (agrandamiento, inflamación crónica, endurecimiento y obstrucción total o parcial por la disminución del grosor del esófago), en el intestino grueso llamado colon (también agrandamiento, con estreñimiento, dolor abdominal y oclusión), y en corazón (insuficiencia cardiaca, insuficiencia coronaria y arritmias) que son detectados por estos especialistas cuando poco se puede hacer por estos enfermos. Son estos médicos quienes mandan a sus pacientes a realizarse sus exámenes al laboratorio indicado, hecho que les permite conocer más de cerca el aumento de casos (o defunciones) por enfermedad de Chagas en la entidad, y es este mecanismo de detección el que ha hecho conocer a la Secretaría de Salud que el Chagas es un problema de salud pública descuidado en la población guerrerense. Las carditis (inflamación del corazón) son quizá las causas más frecuente de muerte por Chagas, aunque también las complicaciones esofágicas e intestinales, como las hemorragias y oclusiones provocan  defunciones, hechos que se observan más entre el segundo y cuarto decenios de la vida.
Este laboratorio también recibe chinches recolectadas en varias zonas del estado para su examen, y se ha observado que un porcentaje importante de estos insectos sale parasitado; sin embargo, esto es poco conocido, pues el sistema de retroalimentación informativa es muy deficiente. Al parecer, las Jurisdicciones Sanitarias de la entidad son informadas puntualmente de los casos detectados o del origen de los insectos infectados descubiertos en el Laboratorio, pero es un hecho que el médico general institucional, aquel que proporciona consulta al público en los centros de salud, clínicas del IMSS o del ISSSTE y que es el primer contacto con la población enferma, sabe poco de este padecimiento porque no se le ha capacitado, y de lo que sucede con la enfermedad de Chagas en el estado, menos, porque no se le informa.
Por el mismo subregistro de casos (que pareciera indicar que no hay Chagas en Guerrero, o que el problema es poco importante) no existe un sistema epidemiológico interinstitucional confiable, que reúna la casuística detectada, en coordinación con los Colegios Estatales de Cardiología y Gastroenterología, que pueden brindar información valiosa; que promueva la captura y envío de triatomas de las diversas regiones del estado al laboratorio Regional de Salud Pública; que haga seguimiento de las chinches que salgan positivas y promueva actividades preventivas institucionales –como el rociado de insecticida– contra la existencia de chinches en esas regiones; y lo más importante, que difunda el conocimiento de esta enfermedad entre el gremio médico institucional o privado (a través de la sociedades médicas locales o del Colegio Médico Estatal), que es el que valora primero a los enfermos que acuden a consulta a los centros de salud o consultorios particulares, para que lo diagnostique oportunamente. Por otro lado, debe haber campañas entre la población misma para que identifique al insecto, y sepa que éste puede transmitirle una grave enfermedad llamada Chagas, que podría matarlo; seguramente este conocimiento hará que la misma gente combata y erradique las chinches “hociconas” de sus viviendas, que se ocultan durante el día en las grietas de los muros de adobe o bajareque y en los techos de lodo y paja.
Esta situación es aún más difícil porque los medicamentos que atacan al parásito                –Nifurtimox y Benzonidazol– no se encuentran en el mercado, y supuestamente es la Secretaría de Salud la que debería de proporcionar en forma gratuita esta medicina, sobre todo en los casos de fase aguda; sin embargo, hay información de que ésta tampoco existe en sus almacenes, y es solicitada al nivel nacional, cuando un caso es reportado. Sin embargo, la realidad es que si por desconocimiento del médico no se diagnostican casos, de poco serviría tener anaqueles llenos de estos medicamentos.
De acuerdo con información obtenida en la Secretaría de Salud,  los casos detectados en el último quinquenio son los siguientes: en 2010, 28 casos; en 2011, 13; en 2012, 22 casos; en 2013, 21, y en 2014 (hasta abril) 21 casos, cifras que sugieren un subregistro.  Las regiones más afectadas en lo que va de este año, son la Centro; Acapulco; Costa Chica, y la Norte; sin embargo, el hecho de que el resto de las regiones no tengan enfermos notificados, y que la casuística sea baja en las anotadas, seguramente no reflejan la realidad epidemiológica de esta enfermedad en Guerrero. El último reporte del laboratorio de Salud Pública encontrado se refiere a la recepción de chinches para su examen y diagnóstico en 2012, y en él se observa que las jurisdicciones uno y dos no mandaron (y por lo tanto no recolectaron) insectos al laboratorio para saber si en su área hay chinches infectadas. En las otras cinco regiones –o jurisdicciones– el envío fue raquítico, y aún así se encontraron ocho insectos infectantes, pues portaban el trypanozoma.
Estos resultados reflejan mucha atonía en las actividades del programa estatal contra la Enfermedad de Chagas, que requiere que las autoridades sanitarias en sus diversos niveles se preocupen más por este padecimiento; que reconozcan su existencia, y que se aplique toda la normatividad institucional existente al respecto. Sólo de esta manera van a descubrir que este problema epidemiológico es grave en nuestra entidad, y se van a dar cuenta que la población más pobre, aquella que vive en el campo y en las zonas periféricas de las ciudades, en casas en malas condiciones, con muros o techos deteriorados (que es donde se oculta la chinche) es la más afectada por este flagelo sanitario. Si esto se lleva a cabo, seguramente nos vamos a llevar una sorpresa con los resultados que se obtengan, y los médicos de primer nivel sabrán que la Enfermedad de Chagas no es una enfermedad extraña o rara en el estado, de esas que los infectólogos llaman enfermedades “exóticas”, precisamente por su rareza.
* Ex presidente de la Sociedad Médica de Chilpancingo y ex Presidente del Colegio Médico Estatal.

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