Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Obras corruptas y faraónicas

La educación básica pública en Guerrero tiene un gran reto que es disminuir su déficit enorme en infraestructura física y equipamiento escolar. Ocupamos el segundo lugar a nivel nacional en escuelas precarias y sin terminar, donde también carecen de mesas para el maestro, pizarrón o pintarrón y mesa-bancos. Dicho rezago perjudica la educación de los infantes escolares, redundando las circunstancias adversas para el buen aprendizaje de los contenidos educativos.
Que yo recuerde, en estas sufridas tierras del sur no ha habido los suficientes dineros públicos para abatir tal carencia de aulas dignas, pero también me consta que se ha dedicado una buena parte del erario a obras o servicios que no han sido prioritarios y tampoco han tenido gran impacto o beneficio social, por ejemplo, el recientemente construido y destruido: Puente Bicentenario de Acapulco.
Desde que los tiempos son tiempos, algunos gobernantes en la faz de la tierra, han querido inmortalizarse. No precisamente porque hayan hecho prosperar a sus pueblos, puesto que eso, les ha importado un comino. Se han inclinado por dejar obras “faraónicas o de relumbrón” en las principales metrópolis, sin mayor trascendencia social. Afanosos han estado en construirlas porque les permiten lucirse ante todo el mundo y pretender dejar una huella imperecedera en el tiempo, aun cuando su contenido sea mera tierra, ladrillo, cemento y fierro.
Así, algunos gobernantes emprenden la erección en vida de grandes monumentos, mausoleos, palacios, edificios u obras suntuosas. Mínimamente, en vida, propugnan porque escuelas, calles, avenidas, colonias populares, unidades deportivas, sitios de taxis y demás, lleven su nombre, por los siglos de los siglos.
El finado, don Alejandro Cervantes Delgado, que fue buen gobernante de Guerrero y que goza de la gran estimación del pueblo, comentaba que él prefería, en lugar de hacer obras faraónicas, orientar los recursos públicos, a las pequeñas y modestas obras comunitarias de gran impacto social, diseminadas por todo el estado. Llámense aulas, agua entubada, alcantarillado, caminos de terracería, centros de salud, canchas deportivas, etc.
Ahora tenemos que hay gobernantes que erigen tremendos edificios de gran costo que ni siquiera los terminan. Los dejan inconclusos. Concretamente me estoy refiriendo al imponente edificio que albergará las oficinas administrativas del gobierno estatal en la ciudad de Acapulco.
El caso es que la administración de Zeferino Torreblanca lo dejó a medio construir, con un avance del 60 por ciento y con una inversión aplicada de ¡mil cien millones de pesos! Y para que no quedara como un elefante blanco sin terminar, el actual gobierno estatal se ha visto en el imperativo de comprometer, aproximadamente, quinientos millones de pesos más. Total que el costo de ese armatoste de acero, costará la friolera de ¡mil 600 millones de pesos! sino es que más.
No debemos dejar de tener en cuenta que las grandes obras públicas pueden también permitir a algunos gobernantes allegarse dineros públicos en forma ilegítima para sus bolsillos particulares, a través de la clásica comisión subrepticia al asignar la construcción de tal o cual obra, a tal o cual compañía constructora, con previa licitación a modo.
Dicha mochada que deben dar las empresas constructoras por debajo del agua, dicen en los corrillos de café que anda alrededor del 20 por ciento del costo total de la obra. Por lo que las obra faraónicas permiten que los montos a sustraer sean significativos y concretados a corto plazo. Ahí está una de las fuentes de la riqueza millonaria “inexplicable” de ciertos políticos y gobernantes.
Ahora bien, si se hubieran aplicado esos mil 600 millones de pesos (sin mochada) a la construcción de dignas aulas, y disminuir las miles que existen de piso de tierra, con techumbres de láminas de cartón y con tres ladrillos como mesa bancos; habríamos dotado a Guerrero de 8 mil aulas escolares nuevas, que estarían dando un buen servicio educativo al menos a 240 mil infantes guerrerenses.
PD. Parafraseando la frase del drama de Hamlet: “Hay algo podrido en Guerrero”

[email protected]

468 ad