Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Camacho Peñaloza

El Día del Presidente

Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia.

Aristóteles

Es imposible deducir de un informe de gobierno que las cosas están mal y que van por mal camino, sería ilógico en un gobernante escucharlo decir en el día de su informe que no lo ha hecho bien y que no ha dado resultados, no se haría el harakiri, pero igual de ilógico es que vaya a decir que todo va viento en popa o que vamos de maravilla, porque una cosa es la candente realidad y otra las frías estadísticas, la primera es imposible de fabricar y las segundas pueden ser hechas a modo.
A pesar de los avances en nuestra democracia mexicana, aún existen fuertes resabios del México autoritario que confirman que falta mucho trecho para llegar a ser un país democrático, por lo menos así lo atestiguamos en el evento del informe presidencial del martes en Palacio Nacional, en el que se convirtió en un enorme estacionamiento la Plaza de la Constitución, ahí en donde está el origen de nuestra nación, en donde se construyeron los máximas edificaciones de la cultura mexica, en la ciudad de México.
La mala noticia del informe es que regresó el Día del Presidente, y decir el Día del Presidente es decir el día en el que se organiza un evento para demostrar a los mexicanos que por encima de cualquier rasgo democrático está el poder concentrado al que se le rinde culto encarnado en la persona del presidente, y le rinden culto desde integrantes de los partidos, hasta los poderes públicos, empresarios, intelectuales, religiosos, gobernantes, militares, sindicalistas y líderes de la sociedad civil que están satisfechos con la forma que el presidente está conduciendo al país.
Aunque, la verdad sea dicha, en ese evento se escuchó a un presidente crecientemente reprobado. La última encuesta de GEA-ISA lo colocó en un nivel de aprobación del 37 por ciento contra una mala opinión del 52 por ciento. La encuesta de Buendía & Laredo, en marzo da al presidente un nivel de aceptación del 45 por ciento y un 49 por ciento en contra.
Cuando se está en una posición tan alta en la desaprobación y ante una problemática galopante de inseguridad y crecimiento de la violencia y la delincuencia, no queda más que lo que se hizo el pasado martes en Palacio Nacional, recurrir al marketing, a las cualidades histriónicas, al ritual del poder, al Día del Presidente que borra desde un escenario ad hoc la realidad que no se ha podido superar.
Ni México está en paz, ni es más incluyente ni con educación de mayor calidad, ni es más próspero, ni con más liderazgo global, pero la magia del escenario, del ritual y del marketing hacen a algunos creer que sí.
Para Guerrero, el segundo año del actual gobierno de la República quedó a deber, se anunciaron con bombo y platillo 30 mil millones para el Plan Nuevo Guerrero y más de 7 mil millones para la reconstrucción del estado después del huracán Manuel, sin que hasta la fecha se hayan resuelto los daños en las viviendas de los guerrerenses afectados.
En materia de inseguridad, estamos peor que nunca, sobre todo en la Tierra Caliente y en la zona Centro de la entidad, en la mismísima capital del estado, Chilpancingo.
La verdad fue un evento para la televisión, elitista, excluyente, de parafernalia, de slogans, de poca educación y cultura al convertir en estacionamiento un lugar que es el centro de la identidad nacional, donde se le rinden honores a la patria; sin liderazgo real y en medio de la carestía, pobreza y marginación nacional, realmente sólo faltó el confeti y que el presidente saliera en carro descapotable y se trasladará a Los Pinos al besa manos.
Tenemos que decir que es a esta forma de hacer política y gobernar a la que no debemos regresar y mucho menos acostumbrarnos, debemos pasar del Día del Presidente, al Día de la Rendición de Cuentas.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A quienes diseñaron el evento del informe presidencial, que los mexicanos sí tenemos memoria y lo que ya no queremos es que nos repitan la historia.

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