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Pondrán dos autobuses al servicio de quienes asistan a los conciertos de la Filarmónica

Óscar Ricardo Muñoz Cano

La Orquesta Filarmónica de Acapulco (OFA) ofreció su cuarto concierto de la temporada Noches sinfónicas ante 300 personas que acudieron al Foro Mundo Imperial y que escucharon gustosas la Suite número 3 de Tchaikovsky, plato fuerte de la noche del viernes pasado.
Antes de comenzar el concierto y durante la acostumbrada plática que ofrece el director de la OFA, Eduardo Álvarez Ortega, se dio a conocer que a partir del siguiente concierto (24 de octubre) estarán disponibles dos autobuses, uno en Galerías Diana y el otro en el Centro de Convenciones para que la gente se pueda desplazar al foro, y especuló que será de viaje ida y vuelta y que estaría entre los 10 y 15 pesos.
Esto, a iniciativa de la Filarmónica y con la intención de apoyar a la gente que le cuesta trabajo asistir hasta Mundo Imperial y después pagar 50 pesos para entrar a los conciertos.
Asimismo, Álvarez Ortega reveló que se trabaja en conseguir dos espectáculos especiales para finales de este año o principios del próximo.
El primero, de la mano de Héctor Ortiz, imitador oficial de Elvis Presley y que estuviera en el pasado Festival de Cine Acapulco (FICA), mientras que el segundo espectáculo sería MozArt, ensamble operístico que se montó en la ciudad de México en agosto pasado y también con participación de la OFA.
Para iniciar la noche, la orquesta interpretó la obtura de La novia vendida, del checo Bed?ich Smetana, ópera cómica del siglo XIX y que trata sobre cómo el amor prevalece a pesar del mal.
Posteriormente llegó el turno de Noche en la árida montaña, del ruso Modest Mussorgsky y que para mayor referencia, es parte la música de la película Fantasía (Disney, 1940) donde a la medianoche hay una fiesta donde una especie de dios maléfico convoca a los espíritus para bailar y volar hasta el amanecer.
Luego del intermedio, la Suite número 3 de Pyotr Ilyich Tchaikovsky inundó el foro y con sus cuatro movimientos mostró la genialidad del compositor ruso del siglo XIX.
Llena de contrastes, ritmos y melodías, desde el vals hasta su final con variaciones, incluyendo una participación especial de la violinista Vanessa Moreno, resultó del agrado del público que entusiasta aplaudió para que se le regalara un encore, siendo éste la última parte de la propia suite.

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