Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Federico Vite

Digámoslo así, promesas

James Ellroy, autonombrado como el mejor escritor de novela del mundo, me recuerda la valentía de varios escritores mexicanos que se asumen como los chidos de la narrativa nacional sólo porque han publicado libros medianos, algunos francamente pequeños, en editoriales de apabullante distribución, han obtenido becas y se han emborrachado con el ala festiva del mainstream de la literatura mexicana. Sobre todo, pensaba en Ellroy porque en marzo de este año aparecerá en español Perfidia (Penguin Random House), novela que inicia cuando los japoneses han bombardeado Pearl Harbor. Estados Unidos se encuentra al borde de la guerra y, de manera bulliciosa, comienzan los brotes de racismo en contra de los asiáticos. En Los Ángeles descubren una familia japonesa muerta. No saben si se trata de un asesinato o un suicidio ritual. La investigación arrastrará a los personajes en una trama totalmente hard-bolied: un brillante químico forense japonés, una insatisfecha y aventurera joven, y un oficial de policía basado en un personaje real (William H. Whiskey Bill Parker, quien más tarde se convertirá en el jefe de la policía de Los Ángeles). Perfidia, de 720 páginas, ofrece violento retrato de las vejaciones que sufrieron los japoneses en Estados Unidos y, como siempre en la obra de Ellroy, una detallada investigación de los homicidios. En Perfidia, Ellroy disecciona algunos aspectos de su pasado, sobre todo, el asesinato de su madre.
A la par de Perfidia, este año aparecerá Órdenes sagradas (Alfaguara, 304 páginas), de Benjamin Black, pseudónimo de John Banville, en la que el autor nos invita al Dublín de los 50, una ciudad y una atmósfera que comparten protagonismo con el doctor Quirke, tan aficionado a beber como a jugar a los detectives. En esta ocasión, irrumpe una tercera figura, Phoebe Quirke, hija del protagonista, e incluso una cuarta voz de presencia efímera: la del peculiar reportero Jimmy Minor, al que se nos presenta desde las primeras páginas flotando en las oscuras aguas del canal, muerto.
La novela detalla las travesías por la siniestra mansión de Trinity Manor, por un campamento gitano mitológico y por el orfanato católico de Carricklea. Ni Quirke ni su hija Phoebe intuyen hasta qué punto esa muerte va a remover sus vidas. Mientras Phoebe abre los ojos a una sensualidad desconocida, la investigación arrastra a Quirke de regreso al infierno de su infancia y a todo lo que implica la orfandad.
Está por llegar a las librerías mexicanas El hombre invisible de Salem (Alianza, 400 páginas), obra del novelista y criminólogo sueco Christoffer Carlsson, quien nos presenta a Leo Junker, un policía de asuntos internos que intenta salir de una mala racha con absenta y antidepresivos. No ha logrado recuperarse de la ruptura con su pareja tras la trágica muerte de su hijo. Fue suspendido al fracasar en una operación en la que murió otro policía, pero una noche, los destellos luminosos de las torretas de la patrulla le llaman. Una mujer acaba de ser asesinada cerca de su casa. Pese a estar suspendido, Junker inspecciona la escena del crimen. La joven muerta aprieta en su mano un objeto que le resulta familiar. Cuando se descubre que ese objeto tiene las huellas de Junker, lo que le convierte en sospechoso, no le queda más remedio que implicarse en el caso. Carlsson recrea el ambiente frío y lacerante de los suburbios humildes, y de los bajos fondos de Estocolmo.
Otro de los libros que llaman la atención al inicio de 2015 es el escrito por Liz Nugent, El bueno Oliver (Suma de Letras, 282 páginas). Oiver Ryan es la personificación del éxito. Vive en el mejor barrio residencial de Dublín, los libros infantiles que escribe no dejan de recibir premios y su mujer, Alice, le ama y admira incondicionalmente. La vida de esa pareja despierta envidias entre sus conocidos e incluso familiares. Ellos transitan por una increíble sucesión de privilegios y comodidades. Una noche, después de cenar, Oliver ataca a Alice y la golpea hasta dejarla en estado de coma. Quienes rodean a esta pareja tratan de comprender qué desató ese terrible acto de brutalidad. Oliver cuenta su historia. Ofrece las piezas de un rompecabezas que deja al descubierto una asombrosa historia de humillación, envidia, mentiras y manipulación. A partir de esa noche, todos descubrirán que ninguno conoce al buen Oliver Ryan.
Si uno de sus propósitos del año es leer más, aquí le dejo algunos títulos que despertarán su curiosidad por el fascinante oficio de testimoniar los motivos del mal. Que tengan buen martes.

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