Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

José Gómez Sandoval

POZOLE VERDE

* Adiós, mamá Carlota

*Hasta aquí llegó Carlota

Mamás Carlotas para escoger

En julio de 1866, en Uruapan, el general Vicente Riva Palacio recibió un recado de su ayudante José María Alzati: “Mi general: ya no hay imperio en la frontera, Escobedo vencedor. Los franceses se preparan para embarcarse y la emperatriz se ha ido a Europa a pedir socorro. Clinchant abandona Zitácuaro”… Eduardo Ruiz, que estuvo ahí, contaría después que el general terminó de comer y tomó café. “En eso –contaría– llegó el impresor por el original del periodiquito, y, sin más ni más, y sin corregir una sola línea Riva Palacio dictó a su secretario la letra de la canción conocida como Adiós Mamá Carlota”.
El periodiquito era El Pito Real, Libelo que se reparte gratis, pero cada número vale una cuartilla, que don Vicente había fundado en Huetamo, Michoacán, para apoyar el espíritu patriótico y darle vuelo a su vocación por la sátira, que dirigía a conservadores y proimperialistas en forma especial.
Ya había vislumbrado, en esas páginas críticas y humorísticas, el fin del imperio de Maximiliano en México:

Yo no soy de aquí:
soy de Miramar.
Se acaba el Imperio,
llorar y llorar.

Las dos ediciones que tuvieron que hacer del ejemplar en que aparecía Adiós Mamá Carlota se agotaron de inmediato. Juan A. Mateos, con quien Vicente escribió varias obras de teatro, relata, en El Cerro de las Campanas:
… “De repente se oyó una voz melancólica que levantaba una canción desconocida en el mundo de los sones populares… Aquel canto era incisivo… Pocos momentos después, los guerrilleros de la avanzada recogían el canto. A la mañana siguiente, los cuatro clarines de la banda tocaban la Mamá Carlota, que se improvisó como un canto de guerra… ¡Riva Palacio ignoraba en estos momentos que la pobre armonía exhalada de su cerebro en aquella noche memorable tendría un eco poderoso en el revuelto polvo de los combates!”.
En Vicente Riva Palacio: magistrado de la república literaria, Esther Martínez Luna recuerda que la composición se convirtió en un himno, “se dice que lo cantaron cerca de 30 mil chinacos en la ciudad de Querétaro cuando Maximiliano era conducido al paredón”.
Enseguida la letra de la Mamá suscitó un relajo. Eduardo Ruiz publicó una versión en 1894, en el periódico El Partido Liberal, que es la que seguimos escuchando. Otra, “menos agresiva”, es la que apuntó Mateos en su novela histórica en 1984. Clementina Díaz y de Ovando asegura que Riva Palacio no protestó por las octavas que están en la obra de Mateos y pregunta: ¿Cuál de las dos es la que escribió Vicente Riva Palacio para El Pito Real?
¿Cómo iba a protestar don Vicente, si él mismo se inspiró en Adiós, oh Patria mía, de Ignacio Rodríguez Galván? Por si alguien lo duda, las dos primeras estrofas de este largo poema dicen así:

Alegre el marinero
en voz pausada canta
y el ancla ya levanta
con extraño rumor.
De la cadena al ruido
me agita pena impía,
Adiós, oh Patria mía,
adiós, tierra de amor.

En 1967, Andrés Henestrosa ofreció otra versión de Mamá Carlota: una refundición, según Clementina Díaz, para quien Henestrosa tomó “la primera, segunda y quinta octavas de la (versión) de Ruiz, (y) la tercera y cuarta de la que citó Mateos” en su novela. Unos cuantos días después, Joaquín Fernández de Córdoba hizo pública una versión más, escrita en cuartetas, que había localizado en Michoacán en la guerra de intervención extranjera, obra inédita de Ignacio Cerda, en la que “se alude con más virulencia a Maximiliano, al Papa, a los obispos, la ley del 3 octubre y el viaje de la emperatriz Carlota”.
Cree la investigadora que si tuviéramos a mano un ejemplar de Mamá Carlota, canción popular para piano. Con letra de Vicente Riva Palacio, que se vendía en 1868, el asunto se aclararía.
Mientras tanto, y antes de que aparezcan más versiones mamucarlotas, Clementina le pone Pueblo al niño: “cuando una composición de un poeta culto llega a ser sentida por el pueblo por interpretar sus anhelos, éste se apodera de ella y la recrea en numerosas variantes, casi siempre anónimas. Es lo que ha pasado con la Mamá Carlota de Riva Palacio. Es muy posible que los soldados y trovadores la hayan empezado a modificar desde los primeros días, y no tuvieron empacho en ponerle o quitarle. Pronto también brotarán las parodias de Mamá Carlota para atacar a los redactores de la prensa liberal o al presidente Sebastián Lerdo de Tejada”.
Estas son las dos versiones más conocidas:

Adiós Mamá Carlota
(Versión de Eduardo Ruiz)

I
Alegre el marinero
Con voz pausada canta
Y el ancla ya levanta
Con extraño rumor.
La nave va en los mares
Botando cual pelota,
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

II
De la remota playa
Te mira con tristeza
La estúpida nobleza
Del mocho y del traidor.
En lo hondo de su pecho
Ya sienten su derrota;
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

III
Acábanse en Palacio
Tertulias, juegos, bailes,
Agítanse los frailes
En fuerza de dolor.
La chusma de las cruces
Gritando se alborota,
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

IV
Murmuran sordamente
Los tristes chambelanes,
Lloran los capellanes
Y las damas de honor.
El triste Chucho Hermosa
Canta con lira rota:
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

V
Y en tanto los chinacos
Que ya cantan victoria,
Guardando tu memoria
Sin miedo ni rencor,
Dicen mientras el viento
Tu embarcación azota:
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

Adiós Mamá Carlota
(Versión de Juan A. Mateos)

La niebla de los mares
Radiante sol aclara.
Ya cruje la “Novara”
A impulsos del vapor.
El agua embravecida
La embarcación azota,
¡Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor!

El ancla se desprende
Y la argentada espuma
Revienta entre la bruma
Con lánguido rumor.
En lo alto de la nave
El estandarte flota,
¡Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor!

¿Qué llevas a tus lares?
Recuerdos de esta tierra
Donde extendió la guerra
Su aliento destructor.
Las olas son de sangre
Que por doquiera brota.
¡Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor!

Mas pronto de los libres
Escucharás el canto,
Bajo tu regio manto
Temblando de pavor.
Te seguirán sus ecos
A la región ignota,
¡Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor!

Verás de tu destierro
En la azulada esfera
Flotar nuestra bandera
Con gloria y esplendor.
Y brotará laureles
La tumba del patriota,
¡Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor!

Hasta aquí llegó Carlota

A cantarle tanto la despedida a mamá Carlota llegamos por Vicente Riva Palacio Guerrero, cuando lo trajimos a reverdear el pozole y la nobleza del general Vicente Guerrero (con “La fiesta de Chepetlán”, El Sur, 14-agosto-2013), de quien descendía por línea materna (¡Aquí está Riva Palacio / no lo había yo conocido! / ¡Bien haya lo bien parido! / ¡Viva el nieto del Estado!). Nada tiene qué ver Carlota con Vicente Guerrero, pero, si le creemos a Félix Manuel Villela, en el estado que lleva el apellido del general tixtleco la bella, talentosa y multicantada emperatriz dejó huella.
Cuenta don Félix, en Los músicos de la luna / Cuentos y anécdotas (2000), que “en la época del imperio de Maximiliano en México, Carlota, la emperatriz consorte, realizó un viaje de esparcimiento a las Grutas de Cacahuamilpa. Con antorchas y lámparas de la época se alumbraron el camino y penetraron hasta donde les fue posible, dadas las condiciones del terreno”.
“En una roca caliza y plana –prosigue-, semi inclinada, blanca como la espuma, la distinguida dama escribió, con un instrumento punzante:
-Hasta aquí llegó Carlota.
“Después de la muerte de Benito Juárez subió a la presidencia de México Miguel Lerdo de Tejada, y sucede que, en una de sus giras por la zona”, éste fue invitado “a penetrar a las ya famosas grutas, y aceptó”.
“Al encontrarse con la roca mencionada”, don Miguel se topó con “el letrero de Carlota. Viendo que había suficiente espacio al lado, escribió enseguida:
-Lerdo de Tejada siguió adelante”.

 

 

468 ad